miércoles, julio 9, 2025
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Recuperación de molinos de viento para promover acceso al agua

La Corporación Autónoma Regional de La Guajira – Corpoguajira y las entidades municipales de Manaure realizaron la entrega oficial del molino de viento de la comunidad Las Villas.

Esta gestión hace parte de la alianza suscrita entre ambas entidades para  la recuperación de 53 aerobombas,  beneficiando a más de 5.000 wayúu afectados por el desabastecimiento de agua.

“A finales de diciembre nos comprometimos en este mismo lugar a hacer la entrega del molino el 11 de enero de 2022.  Esto va a garantizarles un mejoramiento absoluto en sus condiciones de vida” explicó Samuel Lanao Robles, director general de Corpoguajira.

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El molino está en capacidad de bombear hasta 1 litro de agua por segundo y las labores contemplaron el desmontaje del equipo para su arreglo, el lavado de pozo, el aumento del cilindro de 2,5 a 4 pulgadas, pruebas de bombeo y la instalación final.

Por su parte Olmer Pushaiana Ipuana, líder de la comunidad, manifestó que están “satisfechos y agradecidos porque nos han cumplido la palabra. Ya no tendremos que cruzar la carretera a buscar agua, lo cual representaba un peligro para todos nosotros”.

 

Por: Corpoguajira.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora. 





Una escuela que rescata la cultura wayúu a través de la música

El pueblo wayúu es una de las etnias indígenas que históricamente ha habitado el territorio colombiano, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, es la más numerosa del país con 380.460 personas, que se encuentran ubicadas principalmente en los municipios de Uribia, Manaure, Maicao y Riohacha en  La Guajira. 

La cosmovisión de los wayúu está ligada a dinámicas y prácticas culturales que tienen un valor espiritual muy valioso, y que además de ser propias de su identidad hacen parte del patrimonio cultural de la nación. Sin embargo, esta sabiduría ancestral hoy en día se encuentra amenazada, pues la falta de programas etnoeducativos y la creciente globalización han alejado a las nuevas generaciones de sus raíces.  Un ejemplo de ello, es que según el DANE sólo 41.101 wayúus hablan wayuunaiki, su lengua nativa. 

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Ante esta situación, el docente wayúu Joaquín Prince ha luchado por rescatar y preservar las raíces de su pueblo liderando la escuela Sauyeepia wayúu, que significa: semillero wayúu. Con la que busca reafirmar y fortalecer la cultura en los niños, niñas y adolescentes de Uribia y de toda La Guajira,  para ello utiliza sus conocimientos sobre la música originaria que obtuvo de sus abuelos y sus tíos. 

“Aprender de la música requiere saber de nuestra cosmovisión. Saber de dónde somos, cuál es nuestro origen y a dónde vamos como pueblo. Cuando les enseñamos a nuestros estudiantes sobre nuestra música, estamos afianzando nuestra cultura, que se ha visto tan vulnerada por el paso de los años”, asegura Joaquín.

A través de este espacio, el docente transmite a cerca de 300 estudiantes saberes en temas como la yamba, una danza ancestral que se acompaña con el sonido de la tambora y que según explica Prince, representa tres principios básicos para la comunidad: la igualdad social, la solidaridad colectiva y la mejora de las relaciones entre el ser humano y el cosmos.

“Estos niños serán multiplicadores de nuestra cultura. Cuando nosotros vayamos a descansar, al paraíso de los muertos, sabremos que seguirán nuestro legado” así, Joaquín busca despertar el interés en las nuevas generaciones para mantener vivo el legado de este pueblo ancestral, pero también pretende concientizar a la sociedad sobre la importancia de preservar las raíces de las etnias y hacer un llamado a la protección de sus derechos y su identidad. 

Cabe destacar que, su escuela también se ha convertido en un punto de encuentro para los wayúu de otros países como es el caso de Venezuela. Actualmente esta apuesta formativa cuenta con dos profesoras y 4 niños migrantes que hoy reciben clases “somos un espacio de integración y así siempre ha sido. Los wayúu somos un solo pueblo, todos tenemos las mismas raíces”, detalla el docente.



Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Cajibío trabaja por ser una Zona de Reserva Campesina

El municipio de Cajibío, Cauca lo compone mayoritariamente población campesina, es por ello que la Asociación de Trabajadores Campesinos del Cajibío – ATCC está impulsando la constitución de Zonas de Reserva Campesina en el territorio como apuesta al buen vivir. 

Estas zonas reglamentadas por la Ley 160 de 1994, son figuras territoriales que brindan diversas oportunidades para el campesinado colombiano, entre ellas, avanzar en el reconocimiento de su cultura y en la formulación y ejecución de sus proyectos de vida tanto familiares como comunitarios.

José William Orozco actual presidente de la Asociación manifiesta que “hay un reconocimiento en el papel pero no se logra materializar”, puesto que en el territorio nacional existen muchas solicitudes aún no concretadas. 

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No obstante, gracias al gran esfuerzo comunitario y organizativo se ha constituido de forma simbólica una Zona de Reserva Campesina con la participación de más de 10 veredas de dicho municipio. 

Los líderes y lideresas del territorio realizan la invitación a la población campesina a vincularse a estos procesos, así mismo, a empoderarse del proyecto que se viene adelantando para el reconocimiento del campesinado como sujeto de derecho.

La ATCC impulsa y seguirá impulsando la creación de esta zona, puesto que desde su nacimiento han luchado incansablemente por defender los derechos campesinos y velar por el bienestar de la población a partir de la construcción de la paz con justicia social.  

 

Por: Carmen Alicia Sánchez Cifuentes. Facilitadora educativa del proyecto Alfabetización digital para la gestión comunitaria/COSUDE.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Carta del campo: Tejido y resiliencia para sanar heridas de la guerra

Esta es la historia de Lucía, a quien llamaremos así con el fin de cuidar su integridad,  oriunda del municipio de Teorama, Norte de Santander, 54 años, tres hijos y un esposo que le arrebató la guerra. En medio de un diálogo con café tostado hecho a mano, decidió relatar uno de los sucesos más dolorosos de su vida.

“Ese horroroso día mi esposo salió desde muy tempranito a trabajar en la huerta, sembraba piña, recuerdo que estaba feliz porque por fin tendríamos una cosecha buena, el mal tiempo y el pésimo estado de las vías nos habían perjudicado”.

Sin embargo, esta vez habíamos hecho cuentas y si todo salía como lo habíamos planeado podríamos pagar nuestras deudas, y comprar la muñeca de trapo que mi hija le había pedido al niño Dios. Pero bien decía mi difunta madre, no se pueden contar los pollos antes de tener los huevos.

Mientras recordaba la historia una lágrima rodó por su mejilla, sabía que habíamos tocado un tema que removía sus sentimientos por lo que insistí en parar el relato. Ella continuó casi de inmediato, evitando mi comentario e ignorándolo por completo, era valiente, eso era seguro. 

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“Ese mismo día recibimos la visita de unos hombres con armas que nos despojaron de nuestro hogar, nos arrebataron todo lo que materialmente teníamos, no pudimos llevarnos nada. Mis hijos eran muy pequeños y caminaron a mi lado en medio del ruido de los fusiles que silenciaron el llanto de una familia.

Tuve que despedirme de mis hermosas plantas que regaba todos los días y a cambio ellas me regalaban paz, tuve que dejar en el olvido el sonido de los pájaros todas las mañanas y  de mis animalitos. Hasta el día de hoy me pregunto ¿Les habrán dado de comer dos veces al día como solía hacerlo yo? ¿Mis sembrados de hortalizas se habrán marchitado?”.

El tejido se convirtió en un ejercicio de memoria y perdón para Lucía, empezando por la construcción de una colcha de todos los colores, formas y tamaños. “He creado una nueva historia, la he forjado con todo lo bueno que hay en mí, he trabajado sin descanso para borrar todo rastro de aquellos recuerdos sombríos”.

Entre mochilas, bufandas y trajes aprendió a dejar el pasado atrás y construir un futuro que le permita a sus hijos tener mejores oportunidades. Han pasado más de 20 años desde aquel doloroso suceso, y su llanto le permite purificar el alma y sanar las heridas que le ha dejado la guerra.

Lucía, es una de las participantes del proyecto Alfabetización Digital para la Gestión Comunitaria del Agua, el cual es financiado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación  – COSUDE. Este proyecto está enfocado en fortalecer en líderes y lideresas rurales el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación  – TIC, para que puedan usarlas en pro de su territorio.

 

Por: Jackelin Arroyo Rincón. Facilitadora educativa del proyecto Alfabetización digital para la gestión comunitaria/COSUDE.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.



El bocadillo, un manjar ancestral a base de guayaba

La Psidium guajava más conocida como guayaba, es una fruta tropical proveniente de América reconocida por su aroma y particular sabor agridulce. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO, representa el 15% de las 52,1 millones toneladas de alimentos frutales que se producen en el mundo. 

Según el Ministerio de Agricultura, en Colombia se cultivan 3 variedades que son: la guayaba común, guayaba pera y guayaba manzana, las cuales son cosechadas principalmente en los departamentos de Santander con una participación de 24,1 toneladas por hectárea, Atlántico con 25,83 toneladas, Valle del Cauca con 22,93 toneladas y Meta con 11,48. Así mismo, la entidad afirma que más de 4.000 familias dependen de su siembra. 

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Además de ser un alimento al que se le atribuyen grandes beneficios para la salud como el fortalecimiento de las vías respiratorias y la regulación del sistema digestivo, debido a que es rico en Vitamina C. La guayaba posee un gran valor cultural en Colombia, pues es el ingrediente principal de una variedad de dulces típicos.

El bocadillo veleño es su manjar más representativo y se obtiene a partir de la mezcla  de la pulpa de la guayaba madura con azúcar. De acuerdo con la Superintendencia de Industria y Comercio – SIC, este producto se comenzó a elaborar de forma artesanal en el año 1870 por campesinas y campesinos de los municipios de Vélez, Santander  y Moniquirá, Boyacá; quienes extraían la pulpa de la fruta en coladores gigantes de tela y en hornos de leña le daban forma a su tradicional presentación cuadrada. 

Cifras del Estudio del Sistema Agroalimentario Localizado-SIAL, demuestran que 80% de los fabricantes de bocadillo aprendieron a elaborarlo por tradición familiar. Debido a su reconocimiento como alimento esencial para que los trabajadores recuperaran su fuerza, desde inicios del siglo XX cuando comenzó la construcción del tramo del Ferrocarril de Oriente, en el 2017 la SIC añadió a su lista de Denominación de Origen, al bocadillo veleño con el propósito de proteger la práctica que origina este delicioso dulce. 

Aparte de dar origen a este dulce típico, la guayaba se encuentra en diferentes preparaciones y presentaciones, tales como puré, mermelada, tartas, batidos, yogures y gelatinas que endulzan los hogares del territorio nacional. 

Por: Jennifer Cristancho Medina – Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Piscicultura y sociedad, formación del proyecto Pescado para el Desarrollo

Se entiende por formación humana aquel proceso continuo que se relaciona con el desarrollo de valores y actitudes que dan paso al crecimiento personal. Es de gran importancia que los jóvenes reciban esta formación ya que permite una armonía entre lo que piensa, lo que siente y sus acciones.

Los jóvenes beneficiarios del proyecto Pescado para el Desarrollo, implementado en Caquetá participan en una serie de capacitaciones que buscan fortalecer sus competencias humanas y espirituales para reconstruir el tejido social.

Hasta la fecha se han desarrollado 6 cursos de las Escuelas Digitales Campesinas de Acción Cultural Popular – ACPO. Entre los que se encuentran: Paz y convivencia 1 y 2; Liderazgo en la comunidad rural; Persona, medio ambiente y sociedad; Mi proyecto de vida en el campo;  y Asociación y emprendimiento. 

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En la formación de curso Liderazgo en la comunidad rural han fortalecido sus capacidades de liderazgo en sus regiones, comprendieron el concepto de liderazgo, conocieron valores y principios de un líder, las diferentes formas de liderar procesos y las funciones generales que tiene un líder. 

En el curso de Persona, medio ambiente y sociedad, tuvieron una participación activa y desarrollaron conocimientos en torno al funcionamiento de la naturaleza y la sociedad. Además, reforzaron sus saberes sobre aspectos geográficos de su departamento. 

Desde sus inicios el proyecto se ha preocupado por ser una iniciativa integral, que no solo se centre en los conocimientos frente a la piscicultura si no que brinde a los jóvenes de zonas rurales herramientas para resaltar el liderazgo rural.

Por: Sandra Riaño García. Facilitadora educativa del proyecto Pescado para el Desarrollo.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora. 

Carta del campo: Poniendo en práctica lo aprendido con jóvenes rurales

Desde hace aproximadamente tres años inició el proyecto Pescado para el Desarrollo, el cual es financiado por Caritas Noruega e implementado por Acción Cultural Popular – ACPO. Este  beneficia a 300 estudiantes de 8 instituciones educativas rurales en Caquetá. 

Con el fin de realizar un cierre del año 2021 después de pasar por varias dificultades debido a la pandemia, 60 jóvenes beneficiarios del proyecto participaron en un encuentro que se llevó a cabo en Florencia en la finca Villa Paz. Que tuvo como objetivo evaluar lo aprendido a lo largo del proceso formativo.

Entre las actividades piscícolas, inicialmente se realizó un diagnóstico de los conocimientos básicos que ellos han adquirido. Así mismo, realizaron un diagnóstico de las unidades productivas de la finca, una proyección de la producción y un cálculo de ajuste a la alimentación.

En cuanto a la formación espiritual, los jóvenes trabajaron en la identificación de conflictos y la resolución de estos por medio de la creación de actividades artísticas. Donde buscaban estrategias para que sus estancos no fueran amenazados por plagas, fortaleciendo el liderazgo, el  trabajo en equipo, la escucha y la comprensión.

Por: Sandra Riaño García. Facilitadora educativa del proyecto Pescado para el Desarrollo.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora. 



La labor comprometida de ACPO con las mujeres reincorporadas

Compromiso y responsabilidad social han sido las características de Cristian Felipe Gutiérrez, coordinador del proyecto Mujer Mestiza, Indígena y Afrodescendiente –  MIA que se desarrolla en Caquetá. 

Él ha estado acompañando el proceso de transformación de las mujeres reincorporadas y de la comunidad, ha sido testigo de los retos, desafíos y logros que ha tenido el proyecto con las particularidades del territorio.

El 3 de diciembre del 2021  realizó una visita a la vereda Miravalle de San Vicente del Caguán, que hace 5 años se  ha destacado por el turismo comunitario y la conservación ambiental gracias a la firma del Acuerdo de Paz.

Allí gestionó la socialización de cada fase del proyecto y el desembolso de  la Unión Europea para la formulación de los proyectos  productivos, lo que consiste en la construcción de un invernadero para sembrar  hortalizas. 

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También se habló sobre la propuesta de la casa del café, para el procesamiento  y la transformación del producto con el objetivo de poder comercializar el producto. Esto dará sostenibilidad a los proyectos de las mujeres reincorporadas y de la comunidad.

Por otro lado se planea una sala de comunicaciones, propuesta para visibilizar las acciones que se vienen adelantando en el marco del proyecto MIA, potencializar el desarrollo de habilidades comunicativas y promover el desarrollo local.

Cristian con su carisma ha logrado sensibilizar a las mujeres, aportando al cambio que se ha dado en relación al desarrollo de habilidades y capacidades de liderazgo femenino rural. Esto de  la mano de la hermana Rubiela y el padre Luis Emilio de la Diócesis de San Vicente.

Por: Anyela Patricia Cardozo. Facilitadora educativa del proyecto MIA.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Cultivo de tomate, una esperanza de crecimiento para Morales, Cauca

Morales es un municipio ubicado en el departamento del Cauca, según el Departamento Nacional de Estadística – DANE tiene 29.737 habitantes y su economía depende principalmente de la agricultura, entre los alimentos que más se cultivan se encuentran el tomate, la caña de azúcar, el café, el maíz y el plátano. 

Con el fin de impulsar los proyectos productivos de las y los campesinos de la región, se creó la Corporación para el Desarrollo Integral Territorial – CORPODIT, que mediante procesos de formación y gestión comercial potencia las habilidades de los productores de la región y genera alianzas con entidades públicas o privadas, contribuyendo así al desarrollo de las comunidades.  

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Gracias al apoyo del Programa de Alianzas Comerciales de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional – USAID, CORPODIT afianzó las capacidades comerciales de los productores vinculados a la organización en temas como finanzas, contabilidad y logística de la cadena de suministro.

Esto le permitió a la asociación concretar una alianza comercial con Cañaveral, una cadena de supermercados, logrando una venta de 13,1 toneladas del producto durante los dos primeros meses del contrato a un precio fijo y con mejores remuneraciones. 

De acuerdo con la explicación de CORPODIT, anteriormente los productores de tomate recibían US$0,26 dólares por un kilo del alimento, independientemente de la variedad. Mientras que con este nuevo acuerdo, los agricultores venden el tomate chonto a US$0,83 dólares por kilo, y el tomate milano a US$ 0,93 dólares por kilo. Esto representa un incremento del 219% y 257% en las ganancias de los productores. 

Además, la cadena de supermercados paga una prima adicional en función de la calidad, con la que los comerciantes pueden ganar hasta US$ 0,13 dólares más por kilogramo. Con estos resultados la asociación espera seguir trabajando en pro de todas las personas que se encuentran vinculadas a través de sus 25 organizaciones comunales, para impulsar el desarrollo del campo y la región.

 

Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Liderazgo femenino juvenil por la transformación del campo

Derly Sánchez Camayo es una lideresa caucana oriunda de la vereda Los Pinos del municipio de Cajibío, participante del proceso de alfabetización digital aplicado en el proyecto de gestión comunitaria del agua y saneamiento.

Actualmente es representante en los Consejos Municipales de Juventud, cuya elección se realizó el pasado 5 de diciembre del 2021. Desde muy pequeña a Derly le  llamaban la atención las reuniones que hacían en su vereda y a medida que crecía se consolidaba su interés.

Gracias a su padre José Dolores Sánchez, actual presidente de la Junta de Acción Comunal, se fue vinculado con mayor vocación a los diversos procesos comunitarios.

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Uno de los mayores logros que en compañía de la comunidad materializaron fue la creación de una asociación de mujeres lideresas de la vereda, que velará por los intereses económicos, productivos y sociales del territorio.

Su historia organizativa la ha llevado a ocupar cargos en la Secretaría de la Asociación de Mujeres Cafeteras Cultivadoras de Vida – ASOMCUVID, la Junta de Acción Comunal de su vereda, y la Asociación de Suscriptores del corregimiento La Capilla – ASSAC. 

Manifiesta que su motivación es visibilizar a la población rural, incentivar a los jóvenes para unir sus opiniones en una sola voz y poder gestionar proyectos colectivos que beneficien la producción agropecuaria, la cultura y el deporte.

“Deseo invitar a los jóvenes a que estudien y se capaciten en muchos temas para que vuelvan a sus veredas e inviertan sus conocimientos, ayuden a sus padres y saquen adelante sus sueños”. Manifestó la lideresa.

 

Por: Carmen Alicia Sánchez Cifuentes. Facilitadora educativa del proyecto Alfabetización digital para la gestión comunitaria/COSUDE.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

 

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