lunes, mayo 19, 2025
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Carta del campo: Formación integral de piscicultura para jóvenes rurales

Ocho Instituciones educativas del departamento de Caquetá son beneficiarias del proyecto Pescado para el Desarrollo, el cual es financiado por Caritas Noruega y ejecutado por el Secretariado Nacional de Pastoral Social, el Servicio Nacional de aprendizaje – SENA, la Asociación de Acuicultores del Caquetá – ACUICA y Acción Cultural Popular – ACPO.

Cada una de estas entidades juega un papel muy importante en el desarrollo del proyecto, el cual busca que jóvenes entre los 14 y  18 años de zonas rurales puedan ver en la pesca responsable una alternativa de emprendimiento que les ayude a mejorar su calidad de vida.

Pensando en este objetivo, los 300 jóvenes beneficiarios reciben formación en el crecimiento humano, fortaleciendo habilidades en liderazgo, emprendimiento y comunicación; igualmente, reciben formación técnica y práctica en el área de la piscicultura. Por tal motivo, ACUICA viene desarrollando una serie de prácticas por medio de tres módulos las cuales abarcan las tres fases del cultivo.

La primera fase se encarga del  establecimiento de estanques para la producción acuícola, donde hasta el momento se adecúan los estanques de la siembra de alevinos, adicionalmente se  realizan mejoras o mantenimiento para iniciar ciclos de cultivo y desinfección. 

La segunda fase abarca el sostenimiento de la piscicultura, sección que comprende la alimentación y el control de crecimiento de los peces, durante este momento se le enseña a los jóvenes a realizar la pesca y el muestreo para el control de crecimiento  y estimación de la eficiencia del cultivo. En cuanto a la tercera fase, se centra en la cosecha y poscosecha, además se observan distintas alternativas de cultivo con productores de las regiones. 

Estas actividades complementan los conocimientos adquiridos con la formación del SENA ya que es importante que lo visto no solo se quede plasmado en una hoja, sino que se lleve a la vida real, donde los  estudiantes pueden estar inmersos en cada uno de los procesos que conlleva la piscicultura.

Cabe resaltar que, simultáneamente la formación impartida por ACPO con su programa insignia de Escuelas Digitales Campesinas – EDC, es una oportunidad valiosa para que los jóvenes también fortalezcan el trabajo en equipo, la resolución de problemas y  desarrollen su proyecto de vida. Así, Pescado para el Desarrollo es un proyecto que le apunta a la formación integral para el desarrollo del campo colombiano. 

 

 

Por: Sandra Liliana Riaño García. Facilitadora educativa del proyecto Pescado para el Desarrollo. 

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora. 

 

 

Impactar vidas para la transformación social, la valiosa labor de ACPO

Desde su creación en 1947, la Fundación Acción Cultural Popular – ACPO le ha apostado a la educación como pilar fundamental del desarrollo integral del campesinado colombiano, esto a través de la formación de líderes que sean capaces de apropiarse de sus realidades y necesidades para generar transformaciones de alto impacto para la dignificación las comunidades, el acceso a la tierra, el reconocimiento de sus derechos humanos y el crecimiento de su territorio. 

En el ejercicio de esta valiosa labor que ha llegado a las zonas más apartadas y vulnerables del país, ACPO ha impactado la vida de cientos campesinos y campesinas que también han creído en su visión, y han crecido personal y profesionalmente para luchar por el bienestar de sus entornos y colectividades. 

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Tal es el caso de Rudecindo Dulande, oriundo del municipio del Tambo, Cauca, pues desde muy temprana edad tuvo vocación de liderazgo e interés por el cambio social. Cuando conoció la propuesta educativa de Radio Sutatenza en 1985, no dudó en postularse para apoyar los procesos de alfabetización de su región y a los 15 años se vinculó a las Escuelas Radiofónicas con el cargo de auxiliar inmediato, en el cual orientaba los procesos de formación de un grupo de 8 campesinas y campesinos. 

“Recuerdo que mi papá me facilitó una piezita para implementar las clases; en ese entonces los materiales que nos proporcionaban eran un tablero, un barniz, tizas de colores, una radiola y un disco estudio donde estaban grabadas todas las clases que abarcan temas como la salud, los números y la religión. Yo recibía las orientaciones en las mañanas, todos los días a las 5:00 a.m. encendía la radio para escuchar las temáticas del día y así poder replicar ese conocimiento a mi grupo de estudiantes”, explica Rudecindo conmovido al evocar sus inicios en ACPO. 

A partir de aquí, este campesino caucano emprendió un camino de liderazgo con el firme propósito de compartir sus conocimientos y promover el cambio social a partir del empoderamiento. “ACPO impactó muchísimo mi vida, haber empezado a formarme como líder me permitió crecer, yo nunca pensé llegar tan lejos, vengo de un colegio agropecuario y pensaba solo en producir, pero nunca me imaginé lograr lo que he logrado, gracias a esta formación soy lo que soy ahora”.

Conforme con Rudecindo, la labor de ACPO no sólo contribuyó a su crecimiento profesional, si no también el fortalecimiento de sus capacidades humanas, de sentir y ponerse en los zapatos de las comunidades, que acompañado de los valores que le fueron inculcados por su familia campesina lo han convertido cada día en una mejor persona. 

Actualmente, este líder se desempeña como coordinador de desarrollo comunitario de la Alcaldía Municipal del Tambo, con el cual ha impulsado varios proyectos como el mejoramiento de vías, la implementación de acueductos y estrategias productivas para los hogares campesinos. “Siempre pienso en las necesidades de la comunidad, tenemos que ser solidarios, apoyarnos, y luchar por lo que nos pertenece por derecho, y para ello necesitamos líderes empáticos y que nos representen realmente”, aseguró Rudecindo.




Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

 

ACPO, Un sueño educativo por la acción cultural popular

Acción Cultural Popular – ACPO fue fundada en 1947 por monseñor José Joaquín Salcedo, un visionario que apostó por el bienestar, el reconocimiento y el cumplimiento de los derechos del campesinado colombiano. Su labor comenzó con la creación de Radio Sutatenza y las Escuelas Radiofónicas cuya transmisión llegaba a Barranquilla, Bogotá, Cali, Medellín y Magangué, que se pusieron al servicio de las y los campesinos, para llevar educación a las zonas más apartadas del país. Esto con la firme convicción de que el conocimiento es el eje fundamental de la transformación y el desarrollo integral de los territorios.  

Hoy, como cada 23 de agosto celebramos el aniversario de la familia ACPO y conmemoramos su legado, el cual se ha mantenido a lo largo de 74 años, impactando positivamente cientos de poblaciones rurales, y aportando día a día a la construcción de una Colombia más justa, equitativa e inclusiva con quienes labran y protegen la tierra, garantizan la seguridad alimentaria, y son un pilar fundamental para la sostenibilidad de la nación. 

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ACPO está compuesta por una gran calidad humana que ha puesto todo su saber, empeño y dedicación por esta visión de cambio social, y para lograrlo ha contado con el liderazgo de personas como Mariana Córdoba, una argentina que en el año 2015 asumió el cargo de Coordinadora de Educación, con la misión principal de hacer seguimiento y coordinar la implementación del programa Escuelas Digitales Campesinas – EDC; y que hoy es la Directora General de la organización. 

“Recuerdo que cuando hice todo el proceso  y me dieron el contrato, lo que los directivos en ese momento resaltaron fue que me estaban entregando la nueva joya de ACPO. Porque es que Escuelas Campesinas Digitales era eso, un nuevo hito en la historia de nuestra organización. Entonces, en ese momento me sentí con mucha solemnidad y mucho orgullo. Y lo vi como un gran desafío porque es una organización social que en 74 años ha logrado mantenerse muy fiel a su misión, pero que ha tenido también el desafío y la capacidad de reinventarse”, aseguró Mariana Córdoba al recordar sus inicios en la fundación.

Hablar de la labor que realiza ACPO, es un tema que genera  sentimientos y emociones en Mariana, pues con gran satisfacción destaca que la función más importante que desarrolla junto a su equipo es “formar líderes campesinos capaces de promover el desarrollo del campo, capaces de promover un desarrollo que brinde bienestar, que promueva el ejercicio de derechos humanos, todo a través de la educación. Para mi, al momento de hablar de ACPO si tuviera que decir sólo dos palabras siempre serían educación y liderazgo, porque esa es nuestra esencia y eso es lo que hacemos”. 

Reinventarse para continuar con un legado de cambio social

Uno de los desafíos que ha enfrentado este proyecto es su forma de sostenibilidad, pues ACPO trabaja en territorios que muchas veces no cuentan con la infraestructura o los medios necesarios como la conectividad para llevar a cabo sus programas educativos. Conforme con la explicación de la directora, estas adversidades no han impedido el ejercicio de su labor, sino que han fortalecido el trabajo en equipo, desarrollando una capacidad de reinventarse y adaptarse de manera efectiva. 

Por ejemplo, destaca las estrategias que tomaron a nivel externo e interno en el marco de la pandemia por COVID -19, entre las que resalta el uso de las redes sociales como WhatsApp y llamadas telefónicas para la formación de grupos de trabajo colaborativos. Así mismo, se diseñaron rutas formativas de fortalecimiento en liderazgo, y sus facilitadores acostumbrados a viajar por las veredas de Colombia, distribuyeron contenidos, consignas y realizaron tutorías virtuales. Con estas acciones, ACPO fortaleció el modelo de EDC como una herramienta de formación flexible llevando conocimiento al campo en tiempos de confinamiento.

“74 años después acá seguimos trabajando y pensando cómo hacer para mejorar la situación de las personas que viven en el campo, y que hacen un montón de cosas entre preservar cultura, preservar seguridad alimentaria, preservar medio ambiente. Se idealiza muchísimo el campo, pero se trata también de un reconocimiento de derechos, es por eso que nosotros apostamos a ese reconocimiento de derechos a través de la educación” manifestó la directora. 

En la actualidad, ACPO espera seguir impactando por muchos años más la vida de miles de personas, generando herramientas educativas de gran incidencia social y política, que permitan avanzar en el desarrollo rural integral del país. “La acción cultural, quiere decir la acción transformadora del mundo y lo que buscamos mostrar es que esa acción transformadora es una tarea de todos, es una tarea popular. Es mostrarle a campesinas, campesinos y al mundo que el desarrollo es una tarea popular”.

 

Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Carta del campo: Mujeres que se forman por la paz

Bellanira Méndez nació el 16 de mayo de 1985 en Florencia, Caquetá, al sur de Colombia. Se siente orgullosa de ser criada en el campo, de considerarse campesina, desde niña asumió labores con la finca de sus padres, don José Méndez y María Estela Silva, quienes le inculcaron siempre buenos valores. 

“Yo trabajaba vendiendo ropa y lociones por catálogo de pueblo en pueblo, también trabajé en el campo sembrando plátano, yuca y verduras, pero pues por el cambio de clima y los bajos precios,  ya todo lo que se cultivaba disminuyó, entonces la gente empezó a sembrar coca por el costo mayor de venta, que brindaba un alivio para salir de la crisis económica. Por un tiempo funcionó, pero después llegaron las erradicaciones y todos los que vivíamos de la coca terminamos sin nada y volvieron los problemas para mi y para el campo”.

Entre muchos pensamientos Bellanira decidió migrar a la ciudad de Florencia, pues en el campo ya no veía progreso, lastimosamente, el campo está lleno de riquezas pero los campesinas no cuentan con los recursos para explotar esas riquezas, y por el contrario, se encuentran a la deriva con problemas económicos, viales, de salud, entre otros. 

“En Florencia conocí a mi esposo que estaba recién salido en el proceso de reincorporación que había hecho el Gobierno y las FARC; nos casamos y empezamos a trabajar juntos fuertemente, él en construcción y yo vendiendo lociones por catálogos. Juntos estudiamos para podernos graduar de bachilleres y así tener un mejor trabajo,   porque en la ciudad si no eres bachiller no consigues un empleo digno”.

Para Bellanira, poder formarse es una gran oportunidad para crecer como persona, entender el mundo que la rodea y abrirse paso a nuevas oportunidades. Esta mujer rural reconoce que la situación para la gente del campo es muy compleja, pero siempre lucha por superarse día con día. 

“Un día nos citaron la Agencia para la Reincorporación y la Normalización – ARN a una reunión y allí conocí el proyecto MIA del Fondo Europeo para la Paz  que implementa ACPO, yo me interese mucho y les pregunté que si por ser esposa de un excombatiente tenía derecho de hacer parte del mismo y ellos muy amable me respondieron que sí. 

Desde ese momento les di mis datos y a los 3 días me agregaron al grupo donde empecé las formaciones del curso Mi Proyecto de Vida en el Campo mediante guías que me entregaron por medio de las Escuelas Digitales Campesinas – EDC. Mii facilitadora nos ha ayudado mucho a entender y seguir mi proceso de formación, he aprendido desde lo más básico que es conocerme a mí misma hasta lo más avanzado, que es conocer las necesidades de mi comunidad”.

Ahora ella expresa que se siente muy feliz por tener la oportunidad de formarse y contar con el apoyo del proyecto en cada actividad. Ella tomó parte de su tiempo para contarme este pequeño fragmento de su vida y reflexionar sobre la misma, a veces es bueno escucharnos entre mujeres y apoyarnos, me concedió también su permiso para compartir su historia con Colombia y que puedan conocer las circunstancias de la ruralidad. 

Quiero resaltar, en mi rol como facilitadora educativa, que es una mujer muy dedicada y recalca su disposición en continuar aprendiendo junto a este proyecto que llega al Caquetá gracias al Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea y es implementado por Acción Cultural Popular – ACPO, Diócesis de San Vicente del Caguán y la Registraduría Nacional del Estado Civil. 

Por: Diana Marcela Marín. Facilitadora educativa del proyecto MIA.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.





    

 

Carta del campo: Juventudes aprenden sobre medio ambiente y sociedad

Las Escuelas Digitales Campesinas llegaron al departamento del Caquetá a través del proyecto Pescado para el Desarrollo, mediante una iniciativa de Pastoral Social en Colombia y auspiciado por Cáritas Noruega. El proyecto pretende formar y fortalecer en 8 Instituciones Educativas Rurales a 300 jóvenes en la temática de Acuicultura.  

A este proyecto se sumaron tres aliados:  El Servicio Nacional de Aprendizaje – SENA, la Asociación de Acuicultores del Caquetá – ACUICA, y Acción Cultural Popular – ACPO, quien está apoyando en la formación del ser en estos jóvenes emprendedores. 

Se espera que los jóvenes se formen en áreas que les permitan desarrollar sus habilidades de una manera más fácil, para que tengan una capacidad de liderazgo y gestión en sus comunidades rurales y que sean multiplicadores de conocimientos.

En el desarrollo del curso Persona, medio ambiente y Sociedad, los jóvenes de la I.E.R.  Jorge Eliecer Gaitán han ido desarrollando habilidades de reconocimiento en cuanto a su entorno, comprendiendo el funcionamiento de la naturaleza y la sociedad. Además de fortalecer  sus conocimientos sobre aspectos geográficos de la región en la que viven y  la gran riqueza natural en la que están. 

Identifican los recursos naturales presentes en su entorno, reconocen problemas medioambientales particulares de su región, comprenden que las características geográficas específicas determinan la vida en ese lugar como lo que se puede producir, los tipos de comida, como se visten las personas, cómo se construyen las viviendas entre otras.  

Las y los jóvenes participantes del proyecto logran reconocer cómo la actividad humana va generando consecuencias e impacto en los entornos naturales, lo que es una buena señal ya que uno de los objetivos principales de la realización del curso es crear conciencia de la importancia de cuidar el medio ambiente.



Por: Fanery Cabrera Ramírez. Facilitadora educativa del proyecto Pescado para el Desarrollo.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.





#Opinión: Jesús Martín Barbero, un escuchador mestizo

Artículo publicado en el número de julio-agosto 2021 de “El mono azul”, el suplemento cultural de la edición en papel de Mundo Obrero (gracias a J.M. Martín Medem y a Gema Delgado, por invitarme a publicar este pequeño homenaje a el Jesús, y también a las personas que me regalaron sus palabras sobre el amigo y el maestro).

Filósofo, comunicador, cartógrafo, mediador… en todas esas facetas de su vida intelectual el Jesús ha sido, sobre todo, mestizo y escuchador. Académicamente se doctoró en Europa y humanamente en Colombia, dónde no sólo se encontró con la comunicación sino también con Elvira, su compañera de existencia, y con una ciudadanía que miraba de manera diferente la vida.

El maestro

En sus clases decía que había que escuchar, también a las y los estudiantes. Una de sus primeras prácticas era mandarlos a que escucharan la ciudad. Porque la base del diálogo es la escucha. Así, les pedía ir a la plaza de mercado de Paloquemao y a un supermercado de marca en un barrio señorial. Porque el Jesús siempre se preocupó por lo que la gente piensa, cree, lee, ve, escucha.

Afirmaba que la teoría crítica latinoamericana “oponía su provisionalidad y su impureza a la pseudo-madurez, la coherencia lógica y la pureza de la teoría dominante”. En sus abordajes teóricos se cuestionó acerca de la comunicación, esa aventura con la que se topó y que le llevó “a la choza-favela de los hombres, construida en barro y cañas, pero con radiotransistores y antenas de televisión”; un campo por pensar en el que se encuentran “la trama de palabra y deseo, de memorias y estructuras del sentimiento, de división social y discontinuidades culturales, de apropiaciones y resistencias que [los medios] median y con los cuales tejen las gentes el vivir de cada día”.

En sus viajes de la filosofía a la comunicación, y viceversa, dibujó nuevos mapas para caminar ambas haciendo sesudas y sensibles paradas en Ricoeur, Benjamin, Gramsci o Merleau-Ponty. En sus recorridos planteó nuevos retos, esos que siempre escribía apretando con fuerza el lápiz y separando con un guion los dos vocablos para resaltar su fuerza y construir un nuevo sentido, abordando la importancia de “re-ver el proceso entero de la comunicación desde su otro lado, el de la recepción, el de las resistencias”.

Un amante de la práctica comunicativa para la que demandaba reflexión y acción porque “si la reflexión no abre camino, obstaculiza; si no abre brecha por donde avanzar, paraliza”. Un apasionado de la palabra, a la que defendió de las garras de los teóricos “cuyo ruido nos está volviendo sordos”, sobre todo de la palabra que viene de otras narrativas y que quiere “abrirse camino desde el silencio de los dominados”. En suma, un crítico de la comunicación en su debate con el discurso y el poder.

Siempre lo hizo todo con su tono pedagógico, pero apasionado, para seguir buscando otros lugares desde el que hacerse nuevas preguntas. En esa búsqueda escarbó en las raíces de la relación comunicación-cultura, en Freire y en Fanon, para romper el silencio, la sumisión y la dependencia de un continente con “tantos pueblos forzosamente mudos, amordazados”. Por eso propuso diseñar un nuevo mapa cultural hecho “de continuidades y des-tiempos (…) a medio camino entre el pueblo campesino y el barrio urbano”; con otra idea de cultura, no excluyente, que permitiera reconocer la multiplicidad de las culturas.

También nos mostró cómo “pensar la comunicación a la vez como un proceso social y como un campo de batalla cultural” para luchar contra la dominación desde la conciencia del oprimido. Nos contó del escuchar, del hablar y del mirar “Todo ver implica un recíproco mirar”, lo que supone unas relaciones en las que se entretejen tanto “el esfuerzo por existir, el modo de vivir y trabajar” como el de “representar, la teatralización, la máscara y el rito, esa puesta en escena que es a la vez búsqueda y construcción del sentido, o del sinsentido del vivir”.

El amigo

Me atrevería a afirmar que el Jesús ha tenido, y sigue teniendo, tantas amistades, estudiantes y seguidores como citas sus renombrados libros. Siempre tuvo su casa abierta para visitas. Rodeado de sus libros y sus collages, te recibía en su territorio, una habitación empapelada de libros y recuerdos, el computador permanentemente encendido y sobre el vidrio de su mesa de trabajo lecturas, apuntes y, siempre, un cuaderno listo para ser garabateado y un montón de lápices de colores para hacerlo.

Entre sus amigos, Omar Rincón, tal vez el más cercano, el más seguidor y el más discípulo, el que más le visitaba y escuchaba y quien más actividades y homenajes ha hecho con y por Jesús, se reconoce “fan de el Jesús, por eso tal vez lo siento como un popstar, un rocker y hasta punkero: una celebrity del pensar distinto”.

Amparo Marroquín desea que “los recuerdos hermosos nos arropen” frente a su pérdida. Y reafirma que “el campo de la comunicación se ha fortalecido y complejizado con la mirada de Jesús, pero, sobre todo, con el regalo de su forma de dialogar con muchos otros. Nuestro maestro ha sido, para toda una generación, no el lugar de llegada sino el punto de partida para leer a otros y leernos en la complejidad que vivimos”.

El periodista, escritor y docente Germán Rey mezcla en sus palabras al académico y al amigo cuando asegura que “hizo de las ideas un camino, de las preguntas un modo de comprensión y de la dignidad humana un desafío irrenunciable”.

La investigadora Marita Mata le recuerda como ese amigo que le acompañó en dolores y amores y que le regaló su familia y sus colegas, “un tipazo que supo leer América Latina en clave de comunicación y cultura” y del que siempre tendrá presente esa afirmación martinbarberiana de que “las palabras había que hacerlas como los hijos… a medias”. 

Para el profesor Jorge Iván Bonilla, era una persona “con una capacidad elocuente para moverse en los lugares del ´entre`. De ahí su pensamiento de frontera, su mirada lateral y la atmósfera contaminada, pero a la vez nutritiva, en la que habitaban sus ideas, tan provocadoras y nada complacientes”.

Por su parte, la profesora Nora Mazziotti le consideraba “una de las personas más importantes” en su vida. Como maestro, “porque su obra (me) abrió caminos, incorporó preguntas, hizo visibles temas, relaciones y miradas que hasta ese momento no eran tenidas en cuenta”; como amigo, porque fue “cómplice, cariñoso, apasionado y leal hasta la médula”.

El poeta

En su producción poética se juntan el amor por Elvira y por Colombia, donde descubrió el mundo bebiendo en el Magdalena, velando el sueño al Cauca y clavando su tienda en la sabana bogotana con su compañera y socia, tan presente en su poesía como en su vida.

En el poema El guerrero y el árbol, escrito hace más de medio siglo, adelantaba la realidad colombiana de hoy:

“Un pueblo nuevo

que ya quiere reconquistar su nombre y que le sobra

dignidad y coraje para enfrentarse al odio y la mentira

durante tantos años amasada.

Ha desamordazado las palabras y los colores,

anda buscando a gritos su verdad sepultada

bajo siglos de barro y está desenterrando

sus raíces para encontrar su voz.

Y ya la tiene,

más viva que ninguna en el planeta,

forjada en fuego antiguo, insobornable,

cruda como la luz que la alimenta”.

El Jesús está con todos nosotros, con los de antes y con los de después, que seguirán leyéndolo como un referente de la comunicación y la cultura. Como un buen ser humano, de palabra y de acción “La palabra explicita la conciencia que viene de la acción y hecha pregunta horada el espesor macizo de la situación, rompe el embrujo de la pasividad frente a la opresión”. Un pensador de la comunicación desde la cultura que hacía uso de “palabras generadoras” (Freire) para “instaurar el espacio de la comunicación”. Algo para lo que decía que hacían falta solamente tres cosas: pensar con la propia cabeza, tener qué decir y ganarse la escucha. En eso era todo un maestro, un escuchador mestizo.

*Esta nota periodística no representa la postura de Acción Cultural Popular – ACPO organización dueña de la marca registrada Periódico El Campesino y elcampesino.co. Con ello, tampoco compromete a la organización ni al periódico en los análisis realizados, las cifras retomadas, los entrevistados que aparecen, entre otros. 

Por: Ignacio «Iñaki» Chaves – Consejo Editorial El Campesino.

 

 

 

Donaciones como semillas para la paz y reconciliación en Chocó

Después de varios meses, muchas gestiones y puertas cerradas, la coordinadora administrativa del Colegio Nuevo Colombo Americano, Adriana Leguizamón, y la docente Claudia Teresa Arango con el apoyo de la Dra. Claudia Melo, la junta directiva de la institución, docentes, estudiantes y  padres de familia, lograron hacer una donación muy especial. Desde Bogotá hasta el Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación – AETCR Silver Vidal Mora, ubicado en Carmen del Darién, territorio que se puede llamar el corazón del Chocó.

Pasadas la 07:00 pm del viernes 13 de agosto  arribó al AETCR, el camión procedente  de la ciudad de Bogotá en medio de un torrencial aguacero característico de una de las zonas más lluviosas del planeta, situación que no fue impedimento para que la comunidad en masa se volcara a su encuentro. Niños, jóvenes y adultos en cuestión de 5 minutos descargaron más de una tonelada de carga, con sonrisas que servían de manto para proteger la carga.

En el camino entre el camión y el aula destinada como bodega, se escuchaban comentarios de la gente como “esto nadie lo había hecho por nosotros”, “que alguien aliste unos racimos de plátano para darle al señor del camión”, “con cuidado, pónganle un plástico”.  En fin, muchas frases de cariño y cuidado con las cosas que estaban entrando para su bienestar y que por el estigma de exguerrilleros nadie nunca les había dado.

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La sorpresa más grande para todos fue cuando vieron bajar un televisor de 75 pulgadas para la futura sala de informática, los niños y los grandes tenían caras entre felicidad, sorpresa y gratitud; finalmente todo se almacenó, se aseguró y las personas se fueron retirando con la pregunta ¿profe cuándo va a repartir?

El sábado 14 en el marco de la feria de la familia que estaba realizando la Agencia de Reincorporación y Normalización – ARN dentro del territorio en compañía del Ejército Nacional, se permitió al colegio hacer entrega de parte de los donativos, especialmente a los principales beneficiarios que son los niños de la Escuela Remanso de Paz a los cuales se les entregaron: maletas, cuadernos, colores, blocks de papel, reglas, pinturas, balones.

Igualmente, se les entregó para su escuela una biblioteca, computadores, video beams, libros, materiales deportivos, y elementos más personales como ropa, y zapatos. Además de implementos de dotación y medicamentos para el puesto de salud. La feria también permitió la integración entre los representantes del Colegio Nuevo Colombo Americano, excombatientes y militares en lo que se denominó Vóley Paz, un encuentro deportivo entre los participantes donde se evidencio la inclusión, armonía y paz de los agentes en territorio.

La actividad terminó con muchas personas satisfechas y con actitudes verdaderamente satisfactorias, todas estas actividades se verán reflejadas en la formación académica de las mujeres excombatientes y sus familias, para que puedan regresar a la sociedad como personas de bien y los más importante, con el conocimiento que hay instituciones como el Colegio Nuevo Colombo Americano y Acción Cultural Popular – ACPO con sus Escuelas Digitales Campesinas, que creyeron en ellos y les tendieron la mano para hacer cada día una sociedad colombiana más digna.




Por: Miguel Ángel Arango Cifuentes. Facilitador educativo del proyecto MIA.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

 

 

Nuevo hallazgo arqueológico en Sabaneta, Antioquia

Sabaneta es un municipio conocido como el rincón joven del Valle de Aburrá, ubicado al sur de Medellín. Un territorio que está comprendido por 31 barrios y 6 veredas y se cataloga como el municipio más pequeño de Colombia con una extensión total de 15 kilómetros cuadrados, en donde habitan 53.914 personas.

Tras un proyecto de investigación liderado por  el antropólogo Andrés Godoy, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia – UNAL,  se dio el hallazgo de un nuevo sitio arqueológico al que denominaron Monte Azul. El cual se estableció por medio de pruebas de carbono 14 y una combinación de técnicas de micromorfología, física y química de suelos.

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Se confirmó la evidencia arqueológica de una vivienda y de manipulación de las condiciones naturales del suelo que no era muy apto para la agricultura, Godoy afirmó que “ellos (quienes habitaban ahí) mezclaron materia orgánica con otros elementos para mejorar las condiciones de los suelos, y en las laderas más cercanas hicieron una especie de cultivos escalonados que seguramente sostenían la vivienda”.

Así mismo mencionó que el descubrimiento resulta muy llamativo ya que aunque en esa zona hay evidencia de más de 10.000 años de plantas no domesticadas, hasta ahora no se habían encontrado pruebas de suelos manipulados por humanos para cultivo. En este estudio la prioridad fue el suelo más allá de los elementos arqueológicos encontrados como piezas de cerámica y herramientas en piedra, porque es la zona más intervenida por la actividad humana. 

Por su parte el profesor Juan Carlos Loaiza Úsuga, del Departamento de Geociencias de la Facultad de Minas de la UNAL resalto que estos acercamientos a la química del suelo son el principal aporte de esta investigación, pues la mayor parte de la actividad arqueológica se concentra en la recolección de artefactos y restos cerámicos.

La evidencia apunta que Monte Azul fue habitado por 2 o 3 generaciones, probablemente de 1 o 2 familias durante un siglo. Según otras investigaciones, en esa época el Valle de Aburrá tenía poblados dispersos, sin centralidad ni jerarquías, en los que los mismos pobladores se ocupaban de su alimentación y realizaban actividades complementarias como alfarería, explotación de ojos de sal y orfebrería. 



Por: Jennifer Cristancho Medina. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

 

Proyecto MIA participó en la Jornada de Paz con Legalidad

En Colombia desde la histórica firma del Acuerdo de Paz en 2016, se abrió un espacio para la reconstrucción del tejido social en el país, que por más de 50 años ha sufrido el flagelo del conflicto armado. Según la Agencia para la Reincorporación y la Normalización – ARN, se han implementado políticas como Paz con Legalidad, implementada desde  2018 con el apoyo de la Unión Europea.

El pasado 17 de agosto de 2021 en San Vicente del Caguán se llevó a cabo la Jornada Paz con Legalidad, capítulo Caquetá, donde hizo presencia el Consejero presidencial para la Estabilización y la Consolidación, Emilio Archila; el gobernador de Caquetá, Arnulfo Gasca; y la embajadora de la Unión Europea en Colombia, Patricia Llombart.

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El objetivo del evento fue hacer seguimiento a las agencias responsables de la implementación para conocer  los logros alcanzados en tres años del presente Gobierno, en especial en Caquetá, donde la Unión Europea apoya proyectos enfocados en titulación de tierras, proyectos comunitarios y productivos de excombatientes de las FARC, y temas de género.

En este importante espacio, participó la fundación Acción Cultural Popular – ACPO con el proyecto Mujer Mestiza, Indígena y Afrodescendiente – MIA, el cual nació en abril del 2019 con el objetivo de  promover el crecimiento, el empoderamiento y el bienestar de mujeres rurales, que se encuentran en proceso de reincorporación o habitan en los alrededores de los ETCR, específicamente en los municipios La Montañita, San Vicente del Caguán, Puerto Rico y Florencia, en Caquetá; y Carmen de Darién en Chocó.

Por su parte, la embajadora Llombart manifestó que “es posible dejar atrás la guerra, es posible dejar la violencia. Somos 27 países que estuvimos en el origen de dos guerras mundiales, hasta que hace 60 años un grupo de hombres decidió acabarlas. Esa experiencia nos permite animarlos a impulsar en Colombia proyectos que generen unión, bienestar y reconciliación. Todo eso demuestra el compromiso de la sociedad civil a construir la paz”.

Este tipo de espacios son de gran relevancia ya que permiten conocer de una forma más cercana los procesos que se desarrollan en los territorios desde una posición de reconciliación y perdón, apostándole a la construcción de una Colombia en paz. 

Por: Jennifer Cristancho Medina. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Carta del campo: Conflicto en Colombia, consecuencias en familias rurales

Shirley nació el 6 de agosto de 1996 en San Vicente del Caguán, un departamento rico en naturaleza, pero con un pasado marcado por la guerra y la violencia, este municipio se ubica en Caquetá, al sur de Colombia. Shirley se siente feliz por ser de familia campesina, pues este origen debería ser un orgullo para los colombianos. Sus padres trabajaban como mayordomos en distintas fincas y siempre le inculcaron buenos principios y valores. 

Desde muy joven conoció a su pareja con la cual hoy tienen una hermosa hija, sin embargo, los primeros años fueron difíciles, pues su esposo fue reclutado para prestar el servicio militar. Por otro lado, su hermana mayor se integró a las FARC -EP; dos familiares en dos frentes diferentes y que estaban en auge de guerra en diferentes zonas del país. 

Shirley se fue a vivir a La Esmeralda, un pequeño corregimiento en Puerto Rico, su esposo ya estaba junto a ella; fue un grato momento pues su familia comenzaba a unirse de nuevo y a pesar de los problemas económicos, la familia lo compensaba todo. 

Luego de un buen momento, llegaron no tan buenas noticias; su hermana mayor había sido capturada y conducida a la prisión de Florencia donde fue condenada a 24 años de prisión por integrarse en el grupo armado. Muchas personas juzgarán las acciones de su hermana, sin embargo, su historia está llena de abusos de la autoridad que la afectaron física y emocionalmente; una situación que no solo le ocurrió a ella sino a muchas adolescentes y mujeres de su comunidad.

Por estas situaciones y en un sin fin de emociones y sentimientos se tomaron decisiones para recuperar la fuerza y la dignidad en un país donde la justicia no velaba por su bienestar. Para Shirley fue muy difícil que su hermana estuviera en esa condición, pues conocía a la perfección su pasado y sabía que su vida solo estaba llena de difíciles momentos, sus padres también estaban devastados. 

Fue por esto que Shirley fue la fuerza y apoyo de sus padres y de sus sobrinos, luego de dos años en prisión empezó un proceso de negociación entre el gobierno colombiano y las FARC – EP; allí de acuerdo a los casos se dio un gesto en donde se indultaron a 30 excombatientes y entre esos se encontraba su hermana.

Desde la salida de su hermana de la cárcel ella continuó trabajando con personas que aún siguen en prisión apoyando a esta comunidad que a veces es abandonada por completo sin conocer las verdaderas circunstancias. Así mismo, una de las metas de Shirley ha sido seguir formándose, aprender cosas nuevas y ser un ejemplo a seguir para su familia y conocidos. 

Llegada del proyecto  MIA a Caquetá

Con la llegada del proyecto MIA del Fondo Europeo para la Paz a Caquetá, Shirley se interesó mucho por ser parte de sus formaciones enfocadas al desarrollo de la mujer rural. “La facilitadora llegó a nuestro territorio y nos habló mucho del proyecto, que nos hizo interesar. El proyecto está enfocado en mujeres excombatientes, sin embargo, yo pregunté que por sí ser hermana de una podía entrar y me dijeron que sí. 

Estoy vinculada a las Escuelas Digitales Campesinas y ya he culminado el curso de Mi Proyecto de Vida en el Campo, nos comunicamos por grupos en WhatsApp  y he contado con el apoyo constante de la facilitadora educativa del proyecto”, expresa Shirley. 

Ella continuará con las capacitaciones  del proyecto MIA en Caquetá, un proyecto que llegó al territorio para fortalecer a la mujer rural y en proceso de reincorporación a través de la educación y el apoyo a emprendimientos liderados por mujeres. Es una oportunidad vital para contribuir con un granito de arena a la construcción de paz en Colombia. Este proyecto es implementado por Acción Cultural Popular – ACPO, con apoyo de la diócesis de San Vicente del Caguán y la Registraduría Nacional del Estado Civil. 

 

Por: Diana Marcela Marín. Facilitadora educativa del proyecto MIA.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.





    

 

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