viernes, junio 20, 2025
Inicio Blog Página 128

Reportería rural, la vocación que impulsa ACPO en el campo colombiano

Dar voz a las comunidades y los territorios de las zonas más apartadas de Colombia, a través de la comunicación y el ejercicio del periodismo rural es una de las apuestas más importantes que la Fundación Acción Cultural Popular – ACPO ha desarrollado a lo largo de 74 años. Comprometidos con esta misión han formado a cientos de campesinas y campesinos para que sean quienes visibilicen sus necesidades y realidades. 

La Red de Reporteros Rurales de ACPO, es un espacio de formación y acción presente en departamentos como Boyacá, Cundinamarca, Meta y Cauca, que permite a la población rural formarse en el curso de Comunicación y Periodismo Rural de Escuelas Digitales Campesinas, y que además ofrece un espacio en el portal elcampesino.co para que las y los campesinos den a conocer lo que sucede en sus regiones. 

Le puede interesar: Don José Guativa: un hombre de tradición agrícola que aún trabaja con la Romana

Mery Adelaida Dimaté Ardila, es una mujer de 51 años oriunda del municipio de Une, Cundinamarca, que en el año 2018 le apostó a convertirse en una reportera rural de su territorio, con el propósito de dar a conocer los saberes ancestrales del campo colombiano que según afirma tienden a ser invisibilizados y olvidados. 

De acuerdo con su explicación, con esta iniciativa de ACPO adquirió conocimientos en temas como estructura narrativa, redacción de notas, ejecución de entrevistas, y articulación de biografías; con los cuales ha dedicado sus tiempos libres a buscar historias significativas que merecen ser contadas. 

Soy hija de padres campesinos, estoy casada con un agricultor y amo las labores del campo. Por cosas del destino llegó a este municipio la facilitadora Elita Flores, ella promocionó un taller de reporteros rurales y decidí inscribirme. Cuando comencé a buscar historias surgió mi pasión, poder transmitir sabidurías y ser la voz de aquellos conocedores que tal vez no tienen quien los escuche o los reconozca es muy valioso para mí”, explicó Mery al evocar sus inicios en la reportería rural. 

Uno de los trabajos investigativos que recuerda con más emoción, consistió en aprender sobre la balanza romana, una herramienta antigua que utilizan los agricultores para pesar los bultos de sus cosechas. “Ellos colocan los bultos y la máquina tiene un pilón que van moviendo manualmente hasta saber cuanto pesa la carga. Son cosas que las personas del común o de las grandes ciudades no saben, existen muchas dinámicas y labores campesinas que se desconocen y no son valoradas. Esto salió en el periódico El campesino, así visibilice este saber y me llena de orgullo”, detalló con entusiasmo.

Además de la formación académica, Mery es una fiel creyente de que ACPO fortaleció su humanidad, pues asegura que le enseñaron a poner en práctica las vivencias de las personas, a sentir más empatía por el prójimo, y a ser mejor persona. Pero sobre todo, encontró una forma de preservar las raíces y las culturas campesinas para que se mantengan a lo largo de la historia.  

“La labor más importante que desarrolla ACPO es hacer que las personas que no tienen voz, sean valoradas, escuchadas, que las personas no se queden en el olvido. Para ellos esto es importante y, es muy valioso porque es una forma de reconocernos, de decirle al mundo que sí existimos y que tenemos mucho por ofrecer a la sociedad”, concluyó con emoción.

Cabe destacar que, actualmente ACPO sigue trabajando para ampliar el alcance de la Red de Reporteros Rurales, en ese sentido se han articulado estrategias como la difusión de contenidos formativos mediante cápsulas de aprendizaje y grupos colaborativos de WhatsApp que permiten un aprendizaje flexible. 

 

Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Carta del campo: Creer en los jóvenes y su ilusión de progreso en el campo

Daniel Chasqui Tenorio de 18 años de edad es estudiante del grado 10 de la Institución Educativa Rural El Salitre ubicada en Florencia, Caquetá, y vive en la vereda Las Torres del corregimiento  Orteguaza de Santana de las Hermosas. 

Actualmente hace parte del proyecto Pescado Para el Desarrollo el cual describe como un proyecto que “está basado en formar un grupo de jóvenes de colegios rurales para que adquieran una serie de conocimientos técnicos en el cuidado y manejo de los peces, así como fortalecer competencias humanas, fortaleciendo nuestro ser, permitiendo la creación de nuestro proyecto de vida.

Acción Cultural Popular – ACPO es una organización que trabaja por el desarrollo integral de jóvenes rurales, ha sido un gran éxito para nosotros trabajar con    ACPO porque nos enseña a ser grandes personas y también nos fortalece el área espiritual”.

Para hacer parte del proyecto Pastoral Social presentó la iniciativa de formar a 300 jóvenes de 8 instituciones educativas y su colegio salió beneficiado. “Nos invitaron a hacer parte del proyecto y yo acepté, porque quiero salir adelante y ser alguien capacitado para ayudar en la economía de mi familia.

El proceso para hacer parte de este proyecto fue creer en mí mismo que si lo puedo lograr con la ayuda de Dios, para mí fue muy especial y me llamó la atención mucho, porque ha sido parte de un tema muy especial que es la paz y la convivencia, ser un buen líder, persona y medio ambiente”.

Ante la pregunta de qué experiencia ha marcado su vida como participante del proyecto, Daniel se refiere a la felicidad y el agradecimiento que le genera este proceso educativo “ha marcado mi vida y me ha retado a ser una persona positiva de ser un buen líder, también ser protectores de nuestra madre naturaleza y he aprendido a creer en mí mismo.



Por: Fanery Cabrera Ramírez. Facilitadora educativa del Proyecto Pescado para el Desarrollo.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora. 

La Plataforma de Incidencia Política de Mujeres Rurales de Colombia

El pasado 18 de agosto del 2021 se llevó a cabo el conversatorio virtual Mujeres Rurales: Liderazgo, Paz y Defensa de Derechos, un evento organizado por la Fundación Universitaria Agraria de Colombia – Uniagraria. Este espacio tuvo el objetivo de dar a conocer la Plataforma de Incidencia Política de Mujeres Rurales de Colombia; una iniciativa que convoca a más de 800 de mujeres del territorio nacional para luchar por el reconocimiento y la defensa de los derechos humanos de aquellas que habitan en las zonas más apartadas del país. 

Este encuentro contó con la participación de Teresa López, directora del Instituto para la Familia Rural y moderadora del evento; Norka Pareja Ortiz, en representación del colectivo Fuerza Wayúu; Mileidy Barrios, de la Red de Mujeres Rurales del norte de Bolívar; Luz Amparo Vásquez, miembro de la Asociación Nacional de Campesinos – ANUC; y Heydiz Mena de la Red Juvenil de Mujeres Chocoanas. Quienes a su vez se encuentran vinculadas a la plataforma.

Le puede interesar: “Mujeres Rurales, Mujeres con Derechos” se sumó a exponer y combatir la violencia contra la mujer

Como primer punto en la agenda se abordó cómo surgió este proyecto y sus objetivos, en ese sentido Mileidy Barrios, explicó que la Plataforma de Incidencia Política de Mujeres Rurales de Colombia nació en el 2013, a partir de la necesidad de reconocer a las mujeres como sujetos de derechos y emprender una lucha por la igualdad, ya que se enfrentan a grandes problemáticas de discriminación y falta de oportunidades sobre todo en los territorios rurales. 

La plataforma es un espacio de articulación y concertación de mujeres rurales campesinas, indígenas y afrodescendientes de varias regiones del país. Surge a partir de los avances de las mujeres rurales en términos de reconocerse como sujetas de derechos, ya que sobre ellas recaen profundas discriminaciones incluido el escaso reconocimiento en términos de su participación social, política y económica, un ejemplo de ello es que aproximadamente el 45% vive en condiciones de pobreza” explicó Barrios. 

Así mismo detalló que la función principal de esta iniciativa es articular acciones de incidencia política que le permitan a la mujer rural tener una plena calidad de vida, y sobre todo que su rol en la construcción de paz y desarrollo social sea dignificado y valorado. Por ello trabajan en 6 líneas de acción: economía, defensa del medio ambiente, el acceso a la tierra, institucionalidad, participación, y la mitigación de la violencia de género. 

Por su parte, Heidyz Mena destacó los logros y los avances obtenidos con la articulación de este proyecto, uno de los más significativos fue la creación de la Dirección de la Mujer Rural en el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Sostenible a través del Decreto 2369 del 2015, al cual se le dictamina la función de brindar los insumos necesarios para desarrollar políticas e instrumentos diferenciales que mejoren las condiciones de vida de la mujer en el campo colombiano. 

Otra de las propuestas que impulsa la plataforma es la campaña ¡Juntas somos Victoria!, conforme con Norka Pareja Ortiz, esta estrategia implementada en el 2018 inició como  forma de protesta hacia los asesinatos de líderes sociales, con el propósito de alzar la voz y denunciar todo aquello que sucede en los territorios, para hacer un llamado al Gobierno a la protección de la vida y el cumplimiento de lo pactado en el Acuerdo de Paz.

“El rostro de Victoria está hecho a partir de rostros de líderes que han perdido su vida en la lucha por los derechos, no sólo mujeres también hombres, porque la plataforma también ha logrado esto, la magia de converger, de ponernos de acuerdo con un objetivo social para generar el cambio y clamar por la protección de nuestros derechos”, manifestó. 

Finalmente, la conclusión giró en torno a la participación de la mujer en la política, ante este tema Luz Amparo Vásquez, aseguró que es muy poca la representación femenina que existe en la institucionalidad, y que aquellas que ocupan algunos cargos no tienen poder de accionar efectivo, ya que no participan activamente en la toma de decisiones estatales. Por ello, hizo un llamado al Gobierno a incluir a las mujeres rurales en los cargos y proyectos institucionales, así como reconocer su valioso aporte para la sociedad. 

Si usted desea conocer más sobre la Plataforma de Incidencia Política de Mujeres Rurales de Colombia, puede consultar el siguiente enlace: Yo Soy Mujer Rural

Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

 

Desarrollo colectivo y sostenible, una apuesta comunitaria en Antioquia

El municipio de San Luis está ubicado al oriente del departamento de Antioquia, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística- DANE cuenta con una población de 12.995 personas, y su economía depende principalmente de actividades agropecuarias como la agricultura y la ganadería. Sin embargo, este territorio ha sido disputado por grupos armados al margen de la ley, pues su geografía y riqueza natural facilitan la proliferación de cultivos de uso ilícito.  En consecuencia, la población enfrenta condiciones de pobreza, poca oportunidad laboral y el flagelo de la violencia, así lo asegura la Corporación Prodepaz.

Con el propósito de contribuir al fortalecimiento del tejido social, llevar bienestar a las comunidades y aportar a la construcción de paz, la Asociación de Fundaciones Familiares y Empresariales – AFE creó el programa Desarrollo Integral para Comunidades Sostenibles, cuyo principal objetivo es generar capacidades individuales y colectivas para mejorar  las condiciones del territorio. Logrando comunidades que lideren su propio desarrollo de la mano de la Asociación de Cacaoteros de El Prodigio – ASOCAPRODI y el Servicio Nacional de Aprendizaje – SENA.

Le puede interesar: Cacao para un desarrollo sostenible, la apuesta de jóvenes vallecaucanos

Por más de 3 años han implementado proyectos bajo las siguientes líneas de acción: salubridad, formación para la vida y generación de ingresos. De acuerdo con la AFE, con estos enfoques se ha logrado mejorar la infraestructura hídrica y promover el cuidado del medio ambiente, articulando 80 filtros de purificación en el corregimiento de El Prodigio. Además, los habitantes de este corregimiento y la vereda Siete Vidas se han formado en el manejo adecuado de residuos dando como resultado la creación de 2 comités de reciclaje comunales.

Además, le han apostado al embellecimiento de las veredas por lo que en jornadas colectivas se han pintado las fachadas de los hogares y establecimientos, con el objetivo de que la región sea más atractiva a la vista de los turistas. En cuanto al acceso a la educación, se han implementado programas formativos en temas como liderazgo, orientación vocacional, comunicación asertiva, alfabetización y se han otorgado más de 25 becas para carreras de educación superior. 

Otro de los procesos más significativos que se encuentra en desarrollo, es el de la implementación de estrategias para la generación de ingresos que le permita a las familias tener una estabilidad y mejorar su calidad de vida. En ese sentido, la entidad le apuntó a aumentar la productividad del cultivo de cacao en la región, ya que es uno de los frutos más cosechados. 

Así, los cacaocultores se han formado en buenas prácticas de siembra, el cuidado de las semillas, la tecnificación de los cultivos, el uso de insumos orgánicos, costos de producción, el aprovechamiento sostenible del cacao y, la transformación en materias primas como el chocolate a partir de maquinarias que han sido donadas por la AFE.

Con el fortalecimiento de estas dinámicas agropecuarias en el cultivo de cacao se ha logrado impactar a 341 familias: 143 de Siete Vueltas y 198 de El Prodigio, que dependen de este fruto y con ideas innovadoras le apuestan al desarrollo integral de su vida y su territorio de forma sostenible y resiliente.

 

Por: Jennifer Cristancho Medina. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Carta del campo: Formación integral de piscicultura para jóvenes rurales

Ocho Instituciones educativas del departamento de Caquetá son beneficiarias del proyecto Pescado para el Desarrollo, el cual es financiado por Caritas Noruega y ejecutado por el Secretariado Nacional de Pastoral Social, el Servicio Nacional de aprendizaje – SENA, la Asociación de Acuicultores del Caquetá – ACUICA y Acción Cultural Popular – ACPO.

Cada una de estas entidades juega un papel muy importante en el desarrollo del proyecto, el cual busca que jóvenes entre los 14 y  18 años de zonas rurales puedan ver en la pesca responsable una alternativa de emprendimiento que les ayude a mejorar su calidad de vida.

Pensando en este objetivo, los 300 jóvenes beneficiarios reciben formación en el crecimiento humano, fortaleciendo habilidades en liderazgo, emprendimiento y comunicación; igualmente, reciben formación técnica y práctica en el área de la piscicultura. Por tal motivo, ACUICA viene desarrollando una serie de prácticas por medio de tres módulos las cuales abarcan las tres fases del cultivo.

La primera fase se encarga del  establecimiento de estanques para la producción acuícola, donde hasta el momento se adecúan los estanques de la siembra de alevinos, adicionalmente se  realizan mejoras o mantenimiento para iniciar ciclos de cultivo y desinfección. 

La segunda fase abarca el sostenimiento de la piscicultura, sección que comprende la alimentación y el control de crecimiento de los peces, durante este momento se le enseña a los jóvenes a realizar la pesca y el muestreo para el control de crecimiento  y estimación de la eficiencia del cultivo. En cuanto a la tercera fase, se centra en la cosecha y poscosecha, además se observan distintas alternativas de cultivo con productores de las regiones. 

Estas actividades complementan los conocimientos adquiridos con la formación del SENA ya que es importante que lo visto no solo se quede plasmado en una hoja, sino que se lleve a la vida real, donde los  estudiantes pueden estar inmersos en cada uno de los procesos que conlleva la piscicultura.

Cabe resaltar que, simultáneamente la formación impartida por ACPO con su programa insignia de Escuelas Digitales Campesinas – EDC, es una oportunidad valiosa para que los jóvenes también fortalezcan el trabajo en equipo, la resolución de problemas y  desarrollen su proyecto de vida. Así, Pescado para el Desarrollo es un proyecto que le apunta a la formación integral para el desarrollo del campo colombiano. 

 

 

Por: Sandra Liliana Riaño García. Facilitadora educativa del proyecto Pescado para el Desarrollo. 

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora. 

 

 

Impactar vidas para la transformación social, la valiosa labor de ACPO

Desde su creación en 1947, la Fundación Acción Cultural Popular – ACPO le ha apostado a la educación como pilar fundamental del desarrollo integral del campesinado colombiano, esto a través de la formación de líderes que sean capaces de apropiarse de sus realidades y necesidades para generar transformaciones de alto impacto para la dignificación las comunidades, el acceso a la tierra, el reconocimiento de sus derechos humanos y el crecimiento de su territorio. 

En el ejercicio de esta valiosa labor que ha llegado a las zonas más apartadas y vulnerables del país, ACPO ha impactado la vida de cientos campesinos y campesinas que también han creído en su visión, y han crecido personal y profesionalmente para luchar por el bienestar de sus entornos y colectividades. 

Le puede interesar: Así es como ACPO construye paz territorial en la Colombia rural

Tal es el caso de Rudecindo Dulande, oriundo del municipio del Tambo, Cauca, pues desde muy temprana edad tuvo vocación de liderazgo e interés por el cambio social. Cuando conoció la propuesta educativa de Radio Sutatenza en 1985, no dudó en postularse para apoyar los procesos de alfabetización de su región y a los 15 años se vinculó a las Escuelas Radiofónicas con el cargo de auxiliar inmediato, en el cual orientaba los procesos de formación de un grupo de 8 campesinas y campesinos. 

“Recuerdo que mi papá me facilitó una piezita para implementar las clases; en ese entonces los materiales que nos proporcionaban eran un tablero, un barniz, tizas de colores, una radiola y un disco estudio donde estaban grabadas todas las clases que abarcan temas como la salud, los números y la religión. Yo recibía las orientaciones en las mañanas, todos los días a las 5:00 a.m. encendía la radio para escuchar las temáticas del día y así poder replicar ese conocimiento a mi grupo de estudiantes”, explica Rudecindo conmovido al evocar sus inicios en ACPO. 

A partir de aquí, este campesino caucano emprendió un camino de liderazgo con el firme propósito de compartir sus conocimientos y promover el cambio social a partir del empoderamiento. “ACPO impactó muchísimo mi vida, haber empezado a formarme como líder me permitió crecer, yo nunca pensé llegar tan lejos, vengo de un colegio agropecuario y pensaba solo en producir, pero nunca me imaginé lograr lo que he logrado, gracias a esta formación soy lo que soy ahora”.

Conforme con Rudecindo, la labor de ACPO no sólo contribuyó a su crecimiento profesional, si no también el fortalecimiento de sus capacidades humanas, de sentir y ponerse en los zapatos de las comunidades, que acompañado de los valores que le fueron inculcados por su familia campesina lo han convertido cada día en una mejor persona. 

Actualmente, este líder se desempeña como coordinador de desarrollo comunitario de la Alcaldía Municipal del Tambo, con el cual ha impulsado varios proyectos como el mejoramiento de vías, la implementación de acueductos y estrategias productivas para los hogares campesinos. “Siempre pienso en las necesidades de la comunidad, tenemos que ser solidarios, apoyarnos, y luchar por lo que nos pertenece por derecho, y para ello necesitamos líderes empáticos y que nos representen realmente”, aseguró Rudecindo.




Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

 

ACPO, Un sueño educativo por la acción cultural popular

Acción Cultural Popular – ACPO fue fundada en 1947 por monseñor José Joaquín Salcedo, un visionario que apostó por el bienestar, el reconocimiento y el cumplimiento de los derechos del campesinado colombiano. Su labor comenzó con la creación de Radio Sutatenza y las Escuelas Radiofónicas cuya transmisión llegaba a Barranquilla, Bogotá, Cali, Medellín y Magangué, que se pusieron al servicio de las y los campesinos, para llevar educación a las zonas más apartadas del país. Esto con la firme convicción de que el conocimiento es el eje fundamental de la transformación y el desarrollo integral de los territorios.  

Hoy, como cada 23 de agosto celebramos el aniversario de la familia ACPO y conmemoramos su legado, el cual se ha mantenido a lo largo de 74 años, impactando positivamente cientos de poblaciones rurales, y aportando día a día a la construcción de una Colombia más justa, equitativa e inclusiva con quienes labran y protegen la tierra, garantizan la seguridad alimentaria, y son un pilar fundamental para la sostenibilidad de la nación. 

Le puede interesar: Acción Cultural Popular cumplirá 74 años, celebremos juntos su legado

ACPO está compuesta por una gran calidad humana que ha puesto todo su saber, empeño y dedicación por esta visión de cambio social, y para lograrlo ha contado con el liderazgo de personas como Mariana Córdoba, una argentina que en el año 2015 asumió el cargo de Coordinadora de Educación, con la misión principal de hacer seguimiento y coordinar la implementación del programa Escuelas Digitales Campesinas – EDC; y que hoy es la Directora General de la organización. 

“Recuerdo que cuando hice todo el proceso  y me dieron el contrato, lo que los directivos en ese momento resaltaron fue que me estaban entregando la nueva joya de ACPO. Porque es que Escuelas Campesinas Digitales era eso, un nuevo hito en la historia de nuestra organización. Entonces, en ese momento me sentí con mucha solemnidad y mucho orgullo. Y lo vi como un gran desafío porque es una organización social que en 74 años ha logrado mantenerse muy fiel a su misión, pero que ha tenido también el desafío y la capacidad de reinventarse”, aseguró Mariana Córdoba al recordar sus inicios en la fundación.

Hablar de la labor que realiza ACPO, es un tema que genera  sentimientos y emociones en Mariana, pues con gran satisfacción destaca que la función más importante que desarrolla junto a su equipo es “formar líderes campesinos capaces de promover el desarrollo del campo, capaces de promover un desarrollo que brinde bienestar, que promueva el ejercicio de derechos humanos, todo a través de la educación. Para mi, al momento de hablar de ACPO si tuviera que decir sólo dos palabras siempre serían educación y liderazgo, porque esa es nuestra esencia y eso es lo que hacemos”. 

Reinventarse para continuar con un legado de cambio social

Uno de los desafíos que ha enfrentado este proyecto es su forma de sostenibilidad, pues ACPO trabaja en territorios que muchas veces no cuentan con la infraestructura o los medios necesarios como la conectividad para llevar a cabo sus programas educativos. Conforme con la explicación de la directora, estas adversidades no han impedido el ejercicio de su labor, sino que han fortalecido el trabajo en equipo, desarrollando una capacidad de reinventarse y adaptarse de manera efectiva. 

Por ejemplo, destaca las estrategias que tomaron a nivel externo e interno en el marco de la pandemia por COVID -19, entre las que resalta el uso de las redes sociales como WhatsApp y llamadas telefónicas para la formación de grupos de trabajo colaborativos. Así mismo, se diseñaron rutas formativas de fortalecimiento en liderazgo, y sus facilitadores acostumbrados a viajar por las veredas de Colombia, distribuyeron contenidos, consignas y realizaron tutorías virtuales. Con estas acciones, ACPO fortaleció el modelo de EDC como una herramienta de formación flexible llevando conocimiento al campo en tiempos de confinamiento.

“74 años después acá seguimos trabajando y pensando cómo hacer para mejorar la situación de las personas que viven en el campo, y que hacen un montón de cosas entre preservar cultura, preservar seguridad alimentaria, preservar medio ambiente. Se idealiza muchísimo el campo, pero se trata también de un reconocimiento de derechos, es por eso que nosotros apostamos a ese reconocimiento de derechos a través de la educación” manifestó la directora. 

En la actualidad, ACPO espera seguir impactando por muchos años más la vida de miles de personas, generando herramientas educativas de gran incidencia social y política, que permitan avanzar en el desarrollo rural integral del país. “La acción cultural, quiere decir la acción transformadora del mundo y lo que buscamos mostrar es que esa acción transformadora es una tarea de todos, es una tarea popular. Es mostrarle a campesinas, campesinos y al mundo que el desarrollo es una tarea popular”.

 

Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Carta del campo: Mujeres que se forman por la paz

Bellanira Méndez nació el 16 de mayo de 1985 en Florencia, Caquetá, al sur de Colombia. Se siente orgullosa de ser criada en el campo, de considerarse campesina, desde niña asumió labores con la finca de sus padres, don José Méndez y María Estela Silva, quienes le inculcaron siempre buenos valores. 

“Yo trabajaba vendiendo ropa y lociones por catálogo de pueblo en pueblo, también trabajé en el campo sembrando plátano, yuca y verduras, pero pues por el cambio de clima y los bajos precios,  ya todo lo que se cultivaba disminuyó, entonces la gente empezó a sembrar coca por el costo mayor de venta, que brindaba un alivio para salir de la crisis económica. Por un tiempo funcionó, pero después llegaron las erradicaciones y todos los que vivíamos de la coca terminamos sin nada y volvieron los problemas para mi y para el campo”.

Entre muchos pensamientos Bellanira decidió migrar a la ciudad de Florencia, pues en el campo ya no veía progreso, lastimosamente, el campo está lleno de riquezas pero los campesinas no cuentan con los recursos para explotar esas riquezas, y por el contrario, se encuentran a la deriva con problemas económicos, viales, de salud, entre otros. 

“En Florencia conocí a mi esposo que estaba recién salido en el proceso de reincorporación que había hecho el Gobierno y las FARC; nos casamos y empezamos a trabajar juntos fuertemente, él en construcción y yo vendiendo lociones por catálogos. Juntos estudiamos para podernos graduar de bachilleres y así tener un mejor trabajo,   porque en la ciudad si no eres bachiller no consigues un empleo digno”.

Para Bellanira, poder formarse es una gran oportunidad para crecer como persona, entender el mundo que la rodea y abrirse paso a nuevas oportunidades. Esta mujer rural reconoce que la situación para la gente del campo es muy compleja, pero siempre lucha por superarse día con día. 

“Un día nos citaron la Agencia para la Reincorporación y la Normalización – ARN a una reunión y allí conocí el proyecto MIA del Fondo Europeo para la Paz  que implementa ACPO, yo me interese mucho y les pregunté que si por ser esposa de un excombatiente tenía derecho de hacer parte del mismo y ellos muy amable me respondieron que sí. 

Desde ese momento les di mis datos y a los 3 días me agregaron al grupo donde empecé las formaciones del curso Mi Proyecto de Vida en el Campo mediante guías que me entregaron por medio de las Escuelas Digitales Campesinas – EDC. Mii facilitadora nos ha ayudado mucho a entender y seguir mi proceso de formación, he aprendido desde lo más básico que es conocerme a mí misma hasta lo más avanzado, que es conocer las necesidades de mi comunidad”.

Ahora ella expresa que se siente muy feliz por tener la oportunidad de formarse y contar con el apoyo del proyecto en cada actividad. Ella tomó parte de su tiempo para contarme este pequeño fragmento de su vida y reflexionar sobre la misma, a veces es bueno escucharnos entre mujeres y apoyarnos, me concedió también su permiso para compartir su historia con Colombia y que puedan conocer las circunstancias de la ruralidad. 

Quiero resaltar, en mi rol como facilitadora educativa, que es una mujer muy dedicada y recalca su disposición en continuar aprendiendo junto a este proyecto que llega al Caquetá gracias al Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea y es implementado por Acción Cultural Popular – ACPO, Diócesis de San Vicente del Caguán y la Registraduría Nacional del Estado Civil. 

Por: Diana Marcela Marín. Facilitadora educativa del proyecto MIA.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.





    

 

Carta del campo: Juventudes aprenden sobre medio ambiente y sociedad

Las Escuelas Digitales Campesinas llegaron al departamento del Caquetá a través del proyecto Pescado para el Desarrollo, mediante una iniciativa de Pastoral Social en Colombia y auspiciado por Cáritas Noruega. El proyecto pretende formar y fortalecer en 8 Instituciones Educativas Rurales a 300 jóvenes en la temática de Acuicultura.  

A este proyecto se sumaron tres aliados:  El Servicio Nacional de Aprendizaje – SENA, la Asociación de Acuicultores del Caquetá – ACUICA, y Acción Cultural Popular – ACPO, quien está apoyando en la formación del ser en estos jóvenes emprendedores. 

Se espera que los jóvenes se formen en áreas que les permitan desarrollar sus habilidades de una manera más fácil, para que tengan una capacidad de liderazgo y gestión en sus comunidades rurales y que sean multiplicadores de conocimientos.

En el desarrollo del curso Persona, medio ambiente y Sociedad, los jóvenes de la I.E.R.  Jorge Eliecer Gaitán han ido desarrollando habilidades de reconocimiento en cuanto a su entorno, comprendiendo el funcionamiento de la naturaleza y la sociedad. Además de fortalecer  sus conocimientos sobre aspectos geográficos de la región en la que viven y  la gran riqueza natural en la que están. 

Identifican los recursos naturales presentes en su entorno, reconocen problemas medioambientales particulares de su región, comprenden que las características geográficas específicas determinan la vida en ese lugar como lo que se puede producir, los tipos de comida, como se visten las personas, cómo se construyen las viviendas entre otras.  

Las y los jóvenes participantes del proyecto logran reconocer cómo la actividad humana va generando consecuencias e impacto en los entornos naturales, lo que es una buena señal ya que uno de los objetivos principales de la realización del curso es crear conciencia de la importancia de cuidar el medio ambiente.



Por: Fanery Cabrera Ramírez. Facilitadora educativa del proyecto Pescado para el Desarrollo.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.





#Opinión: Jesús Martín Barbero, un escuchador mestizo

Artículo publicado en el número de julio-agosto 2021 de “El mono azul”, el suplemento cultural de la edición en papel de Mundo Obrero (gracias a J.M. Martín Medem y a Gema Delgado, por invitarme a publicar este pequeño homenaje a el Jesús, y también a las personas que me regalaron sus palabras sobre el amigo y el maestro).

Filósofo, comunicador, cartógrafo, mediador… en todas esas facetas de su vida intelectual el Jesús ha sido, sobre todo, mestizo y escuchador. Académicamente se doctoró en Europa y humanamente en Colombia, dónde no sólo se encontró con la comunicación sino también con Elvira, su compañera de existencia, y con una ciudadanía que miraba de manera diferente la vida.

El maestro

En sus clases decía que había que escuchar, también a las y los estudiantes. Una de sus primeras prácticas era mandarlos a que escucharan la ciudad. Porque la base del diálogo es la escucha. Así, les pedía ir a la plaza de mercado de Paloquemao y a un supermercado de marca en un barrio señorial. Porque el Jesús siempre se preocupó por lo que la gente piensa, cree, lee, ve, escucha.

Afirmaba que la teoría crítica latinoamericana “oponía su provisionalidad y su impureza a la pseudo-madurez, la coherencia lógica y la pureza de la teoría dominante”. En sus abordajes teóricos se cuestionó acerca de la comunicación, esa aventura con la que se topó y que le llevó “a la choza-favela de los hombres, construida en barro y cañas, pero con radiotransistores y antenas de televisión”; un campo por pensar en el que se encuentran “la trama de palabra y deseo, de memorias y estructuras del sentimiento, de división social y discontinuidades culturales, de apropiaciones y resistencias que [los medios] median y con los cuales tejen las gentes el vivir de cada día”.

En sus viajes de la filosofía a la comunicación, y viceversa, dibujó nuevos mapas para caminar ambas haciendo sesudas y sensibles paradas en Ricoeur, Benjamin, Gramsci o Merleau-Ponty. En sus recorridos planteó nuevos retos, esos que siempre escribía apretando con fuerza el lápiz y separando con un guion los dos vocablos para resaltar su fuerza y construir un nuevo sentido, abordando la importancia de “re-ver el proceso entero de la comunicación desde su otro lado, el de la recepción, el de las resistencias”.

Un amante de la práctica comunicativa para la que demandaba reflexión y acción porque “si la reflexión no abre camino, obstaculiza; si no abre brecha por donde avanzar, paraliza”. Un apasionado de la palabra, a la que defendió de las garras de los teóricos “cuyo ruido nos está volviendo sordos”, sobre todo de la palabra que viene de otras narrativas y que quiere “abrirse camino desde el silencio de los dominados”. En suma, un crítico de la comunicación en su debate con el discurso y el poder.

Siempre lo hizo todo con su tono pedagógico, pero apasionado, para seguir buscando otros lugares desde el que hacerse nuevas preguntas. En esa búsqueda escarbó en las raíces de la relación comunicación-cultura, en Freire y en Fanon, para romper el silencio, la sumisión y la dependencia de un continente con “tantos pueblos forzosamente mudos, amordazados”. Por eso propuso diseñar un nuevo mapa cultural hecho “de continuidades y des-tiempos (…) a medio camino entre el pueblo campesino y el barrio urbano”; con otra idea de cultura, no excluyente, que permitiera reconocer la multiplicidad de las culturas.

También nos mostró cómo “pensar la comunicación a la vez como un proceso social y como un campo de batalla cultural” para luchar contra la dominación desde la conciencia del oprimido. Nos contó del escuchar, del hablar y del mirar “Todo ver implica un recíproco mirar”, lo que supone unas relaciones en las que se entretejen tanto “el esfuerzo por existir, el modo de vivir y trabajar” como el de “representar, la teatralización, la máscara y el rito, esa puesta en escena que es a la vez búsqueda y construcción del sentido, o del sinsentido del vivir”.

El amigo

Me atrevería a afirmar que el Jesús ha tenido, y sigue teniendo, tantas amistades, estudiantes y seguidores como citas sus renombrados libros. Siempre tuvo su casa abierta para visitas. Rodeado de sus libros y sus collages, te recibía en su territorio, una habitación empapelada de libros y recuerdos, el computador permanentemente encendido y sobre el vidrio de su mesa de trabajo lecturas, apuntes y, siempre, un cuaderno listo para ser garabateado y un montón de lápices de colores para hacerlo.

Entre sus amigos, Omar Rincón, tal vez el más cercano, el más seguidor y el más discípulo, el que más le visitaba y escuchaba y quien más actividades y homenajes ha hecho con y por Jesús, se reconoce “fan de el Jesús, por eso tal vez lo siento como un popstar, un rocker y hasta punkero: una celebrity del pensar distinto”.

Amparo Marroquín desea que “los recuerdos hermosos nos arropen” frente a su pérdida. Y reafirma que “el campo de la comunicación se ha fortalecido y complejizado con la mirada de Jesús, pero, sobre todo, con el regalo de su forma de dialogar con muchos otros. Nuestro maestro ha sido, para toda una generación, no el lugar de llegada sino el punto de partida para leer a otros y leernos en la complejidad que vivimos”.

El periodista, escritor y docente Germán Rey mezcla en sus palabras al académico y al amigo cuando asegura que “hizo de las ideas un camino, de las preguntas un modo de comprensión y de la dignidad humana un desafío irrenunciable”.

La investigadora Marita Mata le recuerda como ese amigo que le acompañó en dolores y amores y que le regaló su familia y sus colegas, “un tipazo que supo leer América Latina en clave de comunicación y cultura” y del que siempre tendrá presente esa afirmación martinbarberiana de que “las palabras había que hacerlas como los hijos… a medias”. 

Para el profesor Jorge Iván Bonilla, era una persona “con una capacidad elocuente para moverse en los lugares del ´entre`. De ahí su pensamiento de frontera, su mirada lateral y la atmósfera contaminada, pero a la vez nutritiva, en la que habitaban sus ideas, tan provocadoras y nada complacientes”.

Por su parte, la profesora Nora Mazziotti le consideraba “una de las personas más importantes” en su vida. Como maestro, “porque su obra (me) abrió caminos, incorporó preguntas, hizo visibles temas, relaciones y miradas que hasta ese momento no eran tenidas en cuenta”; como amigo, porque fue “cómplice, cariñoso, apasionado y leal hasta la médula”.

El poeta

En su producción poética se juntan el amor por Elvira y por Colombia, donde descubrió el mundo bebiendo en el Magdalena, velando el sueño al Cauca y clavando su tienda en la sabana bogotana con su compañera y socia, tan presente en su poesía como en su vida.

En el poema El guerrero y el árbol, escrito hace más de medio siglo, adelantaba la realidad colombiana de hoy:

“Un pueblo nuevo

que ya quiere reconquistar su nombre y que le sobra

dignidad y coraje para enfrentarse al odio y la mentira

durante tantos años amasada.

Ha desamordazado las palabras y los colores,

anda buscando a gritos su verdad sepultada

bajo siglos de barro y está desenterrando

sus raíces para encontrar su voz.

Y ya la tiene,

más viva que ninguna en el planeta,

forjada en fuego antiguo, insobornable,

cruda como la luz que la alimenta”.

El Jesús está con todos nosotros, con los de antes y con los de después, que seguirán leyéndolo como un referente de la comunicación y la cultura. Como un buen ser humano, de palabra y de acción “La palabra explicita la conciencia que viene de la acción y hecha pregunta horada el espesor macizo de la situación, rompe el embrujo de la pasividad frente a la opresión”. Un pensador de la comunicación desde la cultura que hacía uso de “palabras generadoras” (Freire) para “instaurar el espacio de la comunicación”. Algo para lo que decía que hacían falta solamente tres cosas: pensar con la propia cabeza, tener qué decir y ganarse la escucha. En eso era todo un maestro, un escuchador mestizo.

*Esta nota periodística no representa la postura de Acción Cultural Popular – ACPO organización dueña de la marca registrada Periódico El Campesino y elcampesino.co. Con ello, tampoco compromete a la organización ni al periódico en los análisis realizados, las cifras retomadas, los entrevistados que aparecen, entre otros. 

Por: Ignacio «Iñaki» Chaves – Consejo Editorial El Campesino.

 

 

 

4,474SeguidoresSeguir
787SuscriptoresSuscribirte