jueves, mayo 22, 2025
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Cassel, la camiseta hecha con algodón de la Sierra Nevada

La marca de ropa Punto Blanco compró tres cosechas de algodón nativo orgánico que empezó a ser producido en 2020 en la Sierra Nevada de Santa Marta. Gracias a este material, se hizo posible la producción de la camiseta Cassel, una prenda que parte de la colección Nativa lanzada el pasado 11 de febrero por la tienda.

A partir de esta camiseta y su materia prima: algodón nativo orgánico, la Sierra Nevada de Santa Marta fue la inspiración de la colección, por ser una zona con diversidad natural y cultural. Cabe resaltar que la empresa de ropa empezó a trabajar con materiales más sostenibles en 2020 y esta es la primera vez que utiliza como insumo un material proveniente de la agricultura familiar colombiana.

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Cassel es fruto de la alianza entre el proyecto de cooperación internacional +Algodón Colombia y la Fundación Prosierra, que trabajan conjuntamente para el rescate de la fibra ancestral en el país. La primera cosecha de este tipo de algodón, se produjo en 2020 en una estación experimental de la fundación con apoyo del proyecto.

En esta etapa,  +Algodón Colombia apoyó en el transporte y desmote del algodón de la primera temporada, y continuará apoyando la segunda, cuya cosecha saldrá en los primeros meses de 2021. Durante el primer desmonte, se produjeron 725 kg de semillas que fueron llevadas a las oficinas de la Fundación ProSierra.

Una parte se distribuyó a familias agricultoras de la Sierra Nevada de Santa Marta para la siembra e intercambio de semillas, entre ellas, comunidades indígenas como los Arhuacos, Wiwa y Kogui. Para la segunda temporada se amplió el área cultivada y se espera obtener aproximadamente 3 toneladas de algodón nativo orgánico este año.

Es importante mencionar que el proyecto +Algodón Colombia, se lleva a cabo de forma conjunta por la Agencia Brasileña de Cooperación del Ministerio de Relaciones Exteriores (ABC/MRE), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia (MADR).

Por: Isabella Durán Mejía. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Carta del campo: “La oportunidad de dar a conocer nuestra historia”

“Soy Jenny Paola Quitian, tengo 32 años de edad, nací en un corregimiento pequeño llamado Bambú cerca a San José del Guaviare. Era un pueblo pequeño y muy tranquilo, vivía con mis padres y mi hermano en una finca cocalera. Mi padre era un hombre muy tomador de licor, cuando se emborrachaba llegaba a casa y golpeaba a mi madre sin ningún remordimiento, acto que se repetía casi todos los días.

Un día mi madre tomó el valor, luego del cansancio de su relación y decidió separarse, un evento muy duro para mi, pues siempre quise mucho a mi papá, yo tomé una mala decisión y me convertí en una niña rebelde con mi mamá, que solo se esforzaba por mi bienestar. 

Yo solo peleaba y llamaba la atención, fue tanto así, que mi mamá me envió a vivir con mi abuela, madre de mi padre. En casa de mi abuela empezó un duro castigo, mi abuela era una mujer malvada, me hacía dormir en unas lonas con una sola cobijita. Mi alimentación era solo agua de panela, sin pan, ni galletas como comían los otros. Recuerdo que compraba jabón Rosita para lavar su ropa y a mi me ponía a lavar con jabón puro, también, usaba soflan y a mi me daba el agua sucia que quedaba al final. Así viví por un año con ella, de forma fuerte; no toleré los malos tratos y volví a vivir con mi madre. 

Para ese momento, mi mamá ya tenía una pareja nueva, era un hombre que trabajaba con la guerrilla de las FARC. El destino y las condiciones del territorio donde no se podía decidir lo habían conducido por ese camino, era un señor trabajador, noble, muy buena gente. Un día mi mamá, su marido y mi hermano salieron de trabajar de una finca donde hacían oficios varios y en el camino se encontraron con grupos paramilitares, ellos los detuvieron y sin ninguna compasión, asesinaron a mi madre, a su esposo y a mi hermano. Ellos decían a la gente que cualquiera que estuviera untado de la guerrilla pasarían por lo mismo para no dejar contaminado el mundo. 

Cuando me dieron la noticia casi muero del dolor, solo era una niña de once años de edad que se había quedado prácticamente sola. Mi hermano mayor, también hijo de mi madre, me tuvo en su casa y me cuidaba a diario, pero allí solo viví un año. Una tarde pasaron hombres y mujeres con armamento, yo me fuí con ellos sin importarme nada. Había perdido a lo más valioso de mi vida y que en cierto momento no valoraba como merecía, mi madre. 

Así fue como ingresé a ese grupo donde duré diez años. Un día nuestro propio jefe nos tendió una trampa y murieron tres compañeros y capturaron cinco, entre esos estaba yo. Nos condujeron a la cárcel de Rivera, Huila, donde duré tres meses y luego fui trasladada a Neiva. Me condenaron a seis años de prisión y duré cuatro años en esa prisión, después me llevaron a la ciudad de Bogotá. 

Para el 2015, nos hicieron varias visitas y nos hablaban del indulto  cosa que ya no creíamos de a mucho, pero el tiempo pasó y  un día me visitó un hombre y me dijo que quería que lo perdonara y yo no entendía nada, nunca lo había visto en mi vida. Él me dijo que era uno de los hombres que había asesinado a mi madre, mi hermano y mi padrastro, yo me llené de rabia y odio, un dolor insoportable, pues tenía en frente al hombre que se robó mi alegría, me dejó sola en este mundo y entristeció mi vida.  

Este hombre me dijo donde estaba mi madre y mi padrastro enterrado, pero a mi hermano nunca lo mencionó. Entregaron los restos de ellos, pero de mi hermano aún no sé nada. Luego salí de prisión y me convertí en una mujer libre, nos trasladaron a un hotel en la mitad de Bogotá; allí nos dieron todo lo que necesitábamos, mientras preparaban a la sociedad para el recibimientos de integrantes de las FARC en su nueva vida civil.

Lamentablemente aún no se ha conseguido, sigue un estigma muy fuerte, nos nos dan la oportunidad de dar conocer nuestras historias y circunstancias. Cuando estábamos iniciando el proceso de reincorporación conocí a un compañero y me enamoré perdidamente de él, nuevamente tuve grandes esperanzas y unas de ellas son mis dos hijos”.

Una mujer emprendedora que quiere salir adelante

Jenny Paola Quitian, ahora se encuentra viviendo en San Vicente del Caguán, Caquetá, donde conoció por una amiga el Proyecto MIA – Mujer Mestiza, Indígena y Afrodescendiente, en el que participa activamente. Se trata de un proyecto enfocado en apoyar a la mujer rural y reincorporada en Caquetá y Chocó a través de educación y apoyo a emprendimientos rurales. Jenny es guerrera en su alma, nunca se rinde,  pelea contra las adversidades,  lucha por sus sueños,  avanza con firmeza,  no se deja vencer por los golpes y  no se doblega ante la dureza de la vida, retirando las barreras y las imposiciones de una sociedad que ha conseguido enfermar parte de la identidad femenina.

Se siente muy feliz por tener la oportunidad de formarse y contar con el apoyo del proyecto en cada actividad. Ella tomó parte de su tiempo para contarme este pequeño fragmento de su vida y reflexionar sobre la misma, a veces es bueno escuchar entre mujeres y apoyarnos, me concedió también su permiso para compartir su historia con Colombia y que puedan conocer las circunstancias de esta comunidad. Compartir estas historias permiten desahogar un poco el cuerpo sobre los eventos del pasado.

Quiero resaltar, en mi rol como facilitadora educativa, que es una mujer muy dedicada, actualmente, realiza el curso “Mi Proyecto de Vida en el Campo” de las Escuelas Digitales Campesinas – EDC, y recalca su disposición en continuar aprendiendo junto a este proyecto que llega al Caquetá gracias al Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea y es implementado por Acción Cultural Popular – ACPO, Diócesis de San Vicente del Caguán y la Registraduría Nacional del Estado Civil. Tiene muchas expectativas y espera que el proyecto la ayude a progresar. 

Por: Diana Marcela Marín. Facilitadora del proyecto MIA en Caquetá. 

Editor: Karina Porras Niño – Periodista – Editora. 

Continúan inscripciones de “Alianzas Productivas para la Vida 2021”

El próximo 26 de febrero del presente año, se cierra la fase II de la convocatoria de “Alianzas Productivas para la Vida 2021”. Este programa le apuesta a mejorar la comercialización de los productores agropecuarios y a apoyar la asociatividad. Para este año cuenta con $88.400 millones disponibles para invertir.

«Con el fin de fortalecer las capacidades productivas y la generación de ingresos de más de 17.680 productores, estamos motivando a los productores y a las secretarías departamentales para que postulen sus proyectos de asociatividad y de esta manera los campesinos se conviertan en empresarios del campo, facilitando el mejoramiento de su producción y el acceso a aliados comerciales permanentes», comentó el ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Rodolfo Zea Navarro.

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Esta convocatoria abrió sus inscripciones el pasado 24 de octubre de 2020 y su fecha de cierre era el 23 de diciembre del mismo año, sin embargo, con el objetivo de facilitar y fomentar una mayor participación, su plazo se extendió hasta 26 de febrero. En su segunda fase, el programa busca apoyar 442 alianzas en todo el país y cuenta con un enfoque especial para el acceso de mujeres y jóvenes rurales con el objetivo de promover su permanencia en el campo.

Cabe resaltar que el programa “Alianzas Productivas para la Vida” vincula a pequeños productores rurales con los mercados nacionales a través de un esquema de agronegocio con un aliado comercial formal.

¿Cómo inscribirse?

  • Ingresar a la página principal del Ministerio de Agricultura: minagricultura.gov.co.
  • Dar click en Alianzas productivas para la Vida: Fase II.
  • Leer detenidamente los términos de aclaración.
  • Descargar el documento llamado ficha perfil.
  • Leer detenidamente el documento, imprimir y diligenciar completo.
  • Anexar los documentos que se indican en la ficha perfil y entregarlos en la Secretaría de Agricultura departamental o municipal que corresponda a su lugar de residencia o en el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

Nota: Tenga en cuenta que si el proceso de inscripción no es claro para usted, puede solicitar ayuda en cualquier Secretaría de Agricultura.

Por: Isabella Durán Mejía. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Donación de tabletas para fortalecer bibliotecas rurales del país

El pasado 12 de febrero, el Gobierno de Emiratos Árabes Unidos donó al Ministerio de Cultura y a la Biblioteca Nacional de Colombia, 150 tabletas que serán entregadas a comunidades rurales del país como parte de la dotación tecnológica del Programa Nacional de Bibliotecas Itinerantes (PNBI).

La jornada se realizó en la Biblioteca Nacional de Colombia y contó con la participación del ministro de Cultura, Felipe Buitrago; el embajador de Emiratos Árabes Unidos en Colombia, Salem Rashed Alowais; el viceministro de Fomento Regional y Patrimonio, José Ignacio Argote y el embajador de Colombia en Emiratos Árabes Unidos, Jaime Alejandro Amín Hernández.

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La entrega de las tabletas a las comunidades, hace parte de la estrategia de Mincultura para fortalecer el Plan Nacional de Lectura, Escritura y Oralidad “Leer es mi cuento”. Este programa tiene como objetivo movilizar procesos comunitarios en las zonas rurales a través de la producción de contenidos propios que reconozcan la diversidad cultural y el acceso a la información.

Por esta razón, los dispositivos electrónicos permitirán recopilar material en audio y/o video de los saberes y prácticas que hacen parte de la cotidianidad y las tradiciones culturales de los territorios. Asimismo, facilitarán el acceso gratuito y sin internet a más de 640 contenidos digitales recopilados en una plataforma.  

Diana Patricia Restrepo, directora de la Biblioteca Nacional de Colombia, que es la entidad encargada de liderar el PNBI, comentó que esta iniciativa posibilita que las comunidades rurales hagan parte de procesos inclusivos que conlleven a la apropiación de sus territorios a través de la lectura.

Cabe resaltar que las 150 tabletas donadas, serán distribuidas en todas las regiones del país a través de las Bibliotecas Rurales Itinerantes que se encuentran inscritas en el Programa Nacional de Bibliotecas Itinerantes.

Por: Isabella Durán Mejía. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Programa “Manos que Alimentan” entregó insumos productivos en Buenaventura

En el marco del programa “Manos que Alimentan”, el pasado jueves 11 de febrero se llevó a cabo la entrega de insumos agrícolas y avícolas en Buenaventura, Valle del Cauca a 30 hogares del consejo comunitario de Cabeceras, 117 de los resguardos indígenas de Santa Rosa de Guayacán y de Unión Agua Clara. El objetivo de esta jornada es que las familias suplan sus necesidades de  autoconsumo y mejoren sus ingresos económicos.

Este programa de seguridad alimentaria e intervención directa “Manos que Alimentan”, es desarrollado por la entidad gubernamental Prosperidad Social. Se encarga de acompañar a 7.884 hogares en 35 municipios de 10 departamentos. Además, abarca 67 resguardos indígenas y 5 consejos comunitarios afrocolombianos.

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Durante la jornada de entrega, los beneficiarios recibieron diez pollas ponedoras, tres bultos de concentrado de 40 kilogramos cada uno, malla de cerramiento de 30 metros, dos comederos, dos bebederos avícolas y tres unidades de plántulas frutales, de acuerdo con la concertación previa realizada con la comunidad, dando respuesta a sus necesidades.

Además de esta entrega, hoy 16 de febrero 167 hogares del resguardo indígena Nasa Kite Kiwe de Timbío, Cauca recibieron los mismos insumos. Asimismo, mañana 17 de febrero, los recibirán 150 hogares del resguardo Inga de Aponte de Tablón de Gomez, Nariño.

“El proyecto está pensado para ser implementado en el marco de la pandemia por COVID-19. Estos insumos contribuirán a garantizar la seguridad alimentaria de los hogares participantes, cubrir parte de las necesidades de proteína, promover la ingesta de vitaminas y minerales a través de los frutos de los árboles y promover prácticas para una vida saludable”, explicó Juan Manuel Erazo, director de Inclusión Productiva, que es una división de Prosperidad Social.

Una vez se realiza la entrega, se desarrolla una inducción sobre el manejo y cuidado de los animales e insumos. Además, se lleva a cabo un proceso de asistencia técnica en el área agrícola y avícola, con el objetivo de que la implementación y la producción se inicien en las dos o tres semanas siguientes.

Por: Isabella Durán Mejía. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Se instalan guarderías de coral en Providencia para rehabilitar arrecifes

En el marco de la operación Cangrejo Negro, que es la estrategia de restauración de los ecosistemas afectados en Providencia tras el paso del huracán Iota, el pasado miércoles 10 de febrero, inició la construcción de las guarderías de coral en el Parque Nacional Natural Old Providence McBeam.

En estas guarderías se pondrán los fragmentos de coral rescatados, así como los nuevos que se encuentren para cultivar 3.000 colonias, que permanecerán bajo monitoreo durante su crecimiento. Una vez hayan alcanzado el tamaño adecuado, serán trasplantadas, sembradas y monitoreadas en las parcelas de restauración del parque, con el objetivo de  rehabilitar aproximadamente 5.000 metros cuadrados de arrecife en el territorio.

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La instalación de las guarderías de coral (una colgante de cuerda y una tipo mesa), estuvo a cargo de las familias vinculadas al programa de pago por servicios ambientales en la restauración de ecosistemas marinos y costeros. Además, contó con la supervisión técnica y cientifica de Parques Nacionales y Corales de Paz, y se desarrolló con el apoyo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

La guardería flotante de cuerda tiene veinte metros de largo por tres metros de ancho y tiene una capacidad máxima para alojar 2.500 fragmentos de coral. Allí, se cultivarán tres especies de coral divididas del género Acropora, las cuales se encuentran en amenaza de extinción en la región Caribe. Respecto a la guardería tipo mesa, se colocarán 500 fragmentos de coral de especies masivas.

El trabajo de instalación continuará hasta el martes 16 de febrero, fecha en la que se espera que las guarderías queden fijadas y se inicie el cultivo y mantenimiento de los fragmentos de coral, para más adelante trasplantar las colonias al medio natural.

Por: Isabella Durán Mejía. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Marisol Nipicay, mujer indígena se forma digitalmente

Marisol Nipicay Domicó, es una bella mujer indígena de la comunidad Boca de Paya en Panamá; un pueblo ancestral rico en cultura, donde su economía se basa en la pesca y la agricultura. Sus tejidos son reconocidos por sus bellos colores, tienen una amplia gama de alimentos que combinan el sabor dulce y salado; son una población resiliente y trabajadora. 

Sin embargo, pasan por las mismas circunstancias que las poblaciones indígenas en Colombia, donde las necesidades básicas no son suplidas y el auge del conflicto armado también sigue marcando su historia. Precisamente desde este contexto donde van y vienen decisiones, Marisol llega a Colombia siendo parte de las FARC. Lleva doce años en el país, una tierra que quiere mucho; sin embargo, dice “amo y recuerdo mi tierra natal”. En el día de hoy hace parte del grupo de mujeres reincorporadas que apuestan a la construcción de paz y su forma de hacerlo es estudiando. 

“Soy una muchacha que me gusta estar sonriendo, me gusta aprender cada día de quienes me rodean y también yo poder enseñar algo; el compartir con mi comunidad me hace sentir una mujer contenta. No contamos con muchos recursos, pero estamos unidos”, dice Marisol. 

Ella es madre de un niño que cada día la hace luchar por sus sueños, cultiva plátano y yuca en la comunidad de Santa María en Carmen del Darién, Chocó. Para cultivar lo hacen desde los alrededores de su casa, pues no cuentan con tierra propia para producir sus alimentos. También es una mujer estudiosa que a la fecha ya se encuentra realizando el cuarto ciclo formativo de las Escuelas Digitales Campesinas – EDC, de Acción Cultural Popular – ACPO a través del proyecto Mujer Mestiza, Indígena y Afrodescendiente – MIA, del Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea.  

Madres, amigas y compañeras de clases

En las EDC comparte con mujeres rurales y en proceso de reincorporación; compañeras que se han convertido en sus amigas y que se motivan a diario para seguir preparándose. Tanto su hijo, como hijos e hijas de sus compañeras, se convierten en otro motor de ánimo, pues ellos acompañan a sus madres mientras avanzan en los componentes de los cursos. 

“El proyecto MIA es muy importante para todas nosotras porque nos da la oportunidad de aprender sobre las  riquezas de nuestra tierra. Las clases se acomodan a nuestros horarios pues trabajamos y estamos pendiente de nuestros hijos en el día a día. El profe Juanes es muy paciente con nosotras, entonces aprender así es muy bonito. Necesitamos que sigan llegando más proyectos así como MIA que permitan unir más a las comunidades”. 

Herramientas tecnológicas útiles para trámites y formaciones 

MIA ha aportado recursos tecnológicos para garantizar un proceso formativo de calidad a través de las EDC como acceso a equipos de cómputo e Internet. De esta manera, cada semana las mujeres de las comunidades de Caquetá y Chocó avanzan en el desarrollo de sus unidades para recibir sus certificaciones e inscribirse en nuevos ciclos educativos. 

Marisol comenta que ha utilizado muchas herramientas del Internet que antes no conocía y tiene más claro que su uso no es solo  entretenimiento. “Primero que todo,  yo nunca antes había manejado un correo, cómo se organizaba y los trámites que podemos hacer a través de ellos. Gracias al proyecto MIA también me enseñaron a usar los programas que tiene el computador y que en el Internet podemos estudiar y seguir preparándonos en la distancia”

Para ella la educación es esencial, pero también sabe que es una necesidad en su actual departamento, pues muchos niños y jóvenes no cuentan con las herramientas e infraestructuras básicas para recibir sus clases. 

“La educación es esencial para todos los colombianos, porque adquirimos más conocimientos para poder salir adelante. También para poder participar en otros espacios, pues a veces las personas no participan porque sus mentes los limitan, la educación permite ver el mundo. Al aprender nosotros, podemos enseñar a nuestros hijos, porque la educación comienza desde la casa. También se necesitan oportunidades y recursos para que más personas estudien”.

Tierra de gente amable y dispuesta, tierra ajena y de olvidos

“Nosotros no contamos con una tierra propia, estamos en tierra ajena, estamos hasta el día que nos digan que tenemos que irnos. Tenemos casitas de madera, pero por el tiempo la madera se ha podrido y en cualquier momento se nos puede caer encima, entonces, necesitamos de una vivienda digna y propia con espacios para compartir entre familias como un parque”. 

Para el proyecto MIA es una meta apoyar el crecimiento de las mujeres rurales y en procesos de reincorporación. Por esto apuesta a la educación y al apoyo de pequeños emprendimientos, los cuales tienen potencial para ser generadores de empleo y desarrollo para sus territorios, generando sus propias oportunidades. Hoy estas comunidades son estigmatizadas en el país, porque se desconoce la labor que han adelantado con sus propios esfuerzos en el lugar que habitan. 

Es así como este proyecto, implementado por Acción Cultural Popular, La Diócesis de San Vicente del Caguán y La Registraduría Nacional del Estado Civil, seguirán trabajando junto a estas poblaciones para crecer colectivamente y visibilizar con hechos la ardua labor que realizan las comunidades de excombatientes por ser agentes sociales que aportan al cambio. Del mismo modo, poder contar historias de dedicación para estudiar como es el caso de Marisol Nipicay Domicó. 

 

Por: Daimer Fernando Losada Bermeo. Comunicador social del proyecto MIA en Caquetá y Chocó. 

Altas expectativas en la floricultura para 2021

El 14 de febrero en el mundo no solo se celebra San Valentín, sino que también se reconoce la importancia de la labor que desempeñan las trabajadoras y trabajadores de flores a través de su Día internacional. Detrás del crecimiento económico del sector se encuentran cerca de 140.000 personas que sacan la producción adelante.

Esta fecha surge desde el año 2001 como una estrategia nacional e internacional promovida por las organizaciones sociales y sindicatos de Colombia. Su objetivo es que no solo se reconozca la labor de los floricultores, sino que también la dignifiquen los países productores y consumidores del producto. Esta iniciativa se ha adoptado en Ecuador, Austria, Inglaterra y la ciudad de Oakland en Estados Unidos.

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En Colombia, el 2020 representó un año difícil para las trabajadoras y trabajadores de flores, ya que la pandemia llegó justo en el semestre en el que mayor demanda de producto hay. Inclusive, cuando los mercados internacionales cerraron, se destruyeron muchos cultivos.

Por esta razón, mantienen las esperanzas altas frente a San Valentín ya que es la primera fecha con la que se abre la temporada de ventas. Según Augusto Solano, presidente de la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores), de los 5.500 millones de tallos que produce el país al año, se pueden comercializar aproximadamente 700 millones en esta fecha, representando cerca del 15% de la demanda anual en el sector.

Las siguientes fechas importantes son el 8 de marzo que es el Día de la Mujer y en el mismo mes se celebra el Día de la Madre en Inglaterra. Después llega Semana Santa, la Pascua, el Día de Sant Jordi en España, y finaliza el periodo el Día de la Madre en mayo.

Cabe resaltar que para cumplir con los protocolos que garantizan la seguridad de los trabajadores y trabajadoras de toda la cadena productiva del sector, se realizaron muchos ajustes presupuestales  invirtiendo en adecuaciones a las instalaciones de trabajo, elementos de bioseguridad y transporte.

Por consiguiente, los floricultores tienen altas expectativas para las fechas  venideras, esperando mantener las cifras alcanzadas en noviembre del 2020. Cuando exportaron 228.326 toneladas de producto, que aunque representa una baja del 5% con respecto al 2019, dada la situación es un buen comportamiento.

Aunque el futuro es incierto y según Augusto Solano “con la pandemia no se puede planear”, el 2020 le dejó un gran aprendizaje a los floricultores en cuanto a la expansión a mercados digitales. Un ejemplo de esto, son los eventos de promoción realizados a finales del año pasado en Tokio (Japón), Pekín (China) y Seúl (Corea), que se organizaron a larga distancia y salieron adelante con la ayuda de las embajadas, Procolombia y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

Por: Isabella Durán Mejía. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

Carta del campo: Mujeres que cambian su destino

“Soy Liliana Bustos, nací en Puerto Lozada, corregimiento de San Vicente del Caguán; hija de padres campesinos y eso me llena de mucho orgullo. Mi crianza fue en San Vicente del Caguán, Caquetá, al lado de mis abuelitos maternos. A mis nueve años de edad, mi familia se traslada a Neiva, Huila y en esta ciudad tuve que trabajar en casas de familia para contribuir a mis abuelos. A los 12 mi familia decide retornar a San Vicente, allí conseguí trabajo en heladerías y en tiendas de calzado para seguir apoyando mi hogar. 

Cuando iba a cumplir quince años conocí al que se convirtió en mi marido y tuvimos una hija. Lamentablemente, la economía decayó para nosotros, no logramos conseguir empleo, no había oportunidades y fue cuando mi esposo decidió trabajar con la guerrilla; recuerdo que en ese tiempo nos fuimos involucrando más y más con las FARC. 

Cuando terminó la zona de despeje duramos un año más en San Vicente y las tragedias continuaron, pues nos tocó salirnos de nuestro pueblo porque los paramilitares nos tenían bajo amenaza.  El taxi de mi marido lo dejó a cargo de su hermano, pero fue asesinado al ser confundido con él. A los quince días de su muerte, a mi cuñada se le dio la tarea de ingresar un artefacto explosivo pero antes de entrar al lugar indicado esta estalló. 

Después de tantas cosas sucedidas nos tocó irnos desterrados de San Vicente del Caguán porque el comentario era que iban a acabar con todos nosotros, y entonces, mi esposo se metió más en el cuento de la guerrilla. Desde un operativo nos quisimos salir y olvidarnos de todo ya que nos dejaron botados a nuestra suerte buscamos a mi familia y allí duramos un año alejados de todo yo trabajaba vendiendo tamales, y más tranquilamente, con muchas necesidades, pero serena de dejar de hacer tareas para las FARC, pero también con el temor de que en algún momento nos encontraran.

Hasta después de un año cuando el día menos pensado  llegaron dos hombres vestidos de civiles a la puerta de nuestra casa y llamaron a mi esposo diciéndole que iban de parte del Paisa. Que nos solicitaba presentarnos ese mismo día en su presencia y no teníamos otra opción a pesar de no querer continuar, que debíamos presentarnos. Desde ese mismo día nos volvimos nuevamente sus trabajadores ya que confiaban demasiado en mi marido nos pusieron a su disposición   y andábamos de arriba para abajo, con ellos duramos 2 años en ese son siendo milicianos.

Siendo la encargada de recibir todo lo que ellos me ordenaron, hasta que un día me tocó salir a la ciudad de Florencia hacer unas diligencias y en un retén militar fui detenida y conducida a la cárcel de Florencia, Caquetá donde duré un año, de ahí me trasladaron a Neiva  donde era mi proceso”.

Una mujer enfocada  en el presente

Para Liliana una sola decisión la sometió al hecho de no poder tomar elecciones durante un tiempo, por temor a perder su vida o la de su familia. En la actualidad, ella es participante del proyecto Mujer Mestiza, Indígena y Afrodescendiente – MIA. Se siente muy feliz por tener la oportunidad de formarse y contar con el apoyo del proyecto en cada actividad. Ella tomó parte de su tiempo para contarme este pequeño fragmento de su vida y reflexionar sobre la misma. Compartir estas historias permiten desahogar un poco el cuerpo sobre las circunstancias del pasado.

Quiero resaltar que es una mujer muy dedicada, actualmente realiza el curso “Mi Proyecto de Vida en el Campo” de las Escuelas Digitales Campesinas – EDC,  y recalca su disposición en continuar aprendiendo junto a este proyecto que llega al Caquetá gracias al Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea,  implementado por Acción Cultural Popular – ACPO, Diócesis de San Vicente del Caguán y la Registraduría Nacional del Estado Civil. 

 

Por: Diana Marín. Facilitadora del proyecto MIA.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora. 

Día Mundial de la Radio, conmemoración a un medio que prevalece

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El 13 de febrero del 2012 se festejó por primera vez el Día Mundial de la Radio, una fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura – UNESCO  y adoptada oficialmente por la Asamblea General de las Naciones Unidas – ONU. Su objetivo es resaltar la importancia del papel que cumple este medio de comunicación en la promoción de la democracia y la participación ciudadana.

En Colombia las primeras ondas radiofónicas se generaron en 1929 cuando se fundó la emisora HJN, administrada y operada por el Estado a través del Ministerio de Educación. Su programación consistía en una serie de boletines noticiosos, que se alternaban de vez en cuando con música clásica.    

Pero fue hasta 1947 con el nacimiento de Radio Sutatenza, que este novedoso artefacto se convirtió en una herramienta para conectar a los campesinos alrededor de una amplia variedad de conocimientos. Este proyecto de Acción Cultural Popular – ACPO, articuló la radiodifusión con el  modelo pedagógico de Educación Fundamental Integral para compartir con los habitantes rurales la alfabetización; llegando a formar a 25.000 campesinos en cuatro décadas.

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Panorama actual de la radio en Colombia

Pese a los grandes cambios que han llegado de la mano de las nuevas tecnologías y la digitalización, la radio continúa latente. Su carisma y dinamismo siguen creando en los oyentes una sensación de compañía que no podría compararse con otros medios de comunicación. De acuerdo a la UNESCO este canal informativo alcanza al 95% de la población mundial.

Según el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones – MinTic , en el país hay un total de 1.578 emisoras de las cuales 626 son comunitarias. Una cifra que no es muy alentadora en cuanto a participación de las comunidades, pues de 32 departamentos 26 están catalogados como zonas de silencio.

Es decir que en aquellos territorios no hay radios comunitarias o no cuentan con información y  contenido propio para difundir. Estos datos hacen parte de “Cartografías de la información” el resultado de una ardua investigación realizada por la Fundación para la Libertad de Prensa – FLIP.

Cabe recalcar que muchas de las dificultades para generar radio comunitaria radican en la falta de presupuesto y la violencia. Dos aspectos que históricamente han afectado de forma directa a las zonas rurales del país, zonas en las que por la distancia y el bajo costo siguen prefiriendo este medio de comunicación. 

Acción Cultural Popular le sigue apostando a la radio 

ACPO reconoce la importancia de la radio como escenario para el fortalecimiento del tejido social, por eso continúa trabajando para promover el derecho a la información, la  participación y  la educación. Esto, a través de  proyectos como Amazonía Joven desarrollado en Caquetá y MIA en Chocó, con los que busca empoderar a jóvenes y mujeres rurales para que se apropien de las emisoras comunitarias  y puedan entonar sus voces para contar su territorio.

 

Por: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

 

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