Por: Hernando Toro Rivas
Año 1962. Era, entonces, menor de edad. Al pie de la Iglesia Católica, en el marco principal del parque del municipio de Andes, funcionaba Acción Cultural Popular, (ACPO). Allí hice las primeras armas en la redacción de comunicaciones y boletines de prensa con destino al periódico El Campesino de gran aceptación en sus fulgores de la actividad desplegada por Monseñor José Joaquín Salcedo Guarín al fundar las escuelas radiofónicas en Sutatenza. Me surtía de la savia del saber con las cartillas instructivas para entender el mundo que nos rodeaba.
Nuestra Iglesia Católica fue nutrida en el acompañamiento que se hiciera en favor de las clases más marginadas como lo fueron los campesinos abandonados a la buena de Dios en los campos de las ciudades y los pueblos que venían azotados de la violencia que con furor en esos años se libraba de manera irrazonable por la militancia sectaria de los partidos tradicionales.
La iglesia católica, en la que me sostengo ya en estos pasos finales de la existencia, no logró ser doblegada por la insensatez, pues que con la alfabetización y orientación cristiana asegurada al pueblo campesino, hubo ese despertar de una cultura que los fue sacando del oscurantismo en que se vivía.
Año 2015. A 50 años de recuerdos resumidos, se suman los tres de la creación de ASOACPO al reunir selecto grupo de líderes y dirigentes pertenecientes todos a la Iglesia Católica que retomaran el legado que fuera desechado 25 años atrás y que renace en el espíritu de lucha para recoger la siembra del pasado con las Escuelas Digitales Campesinas, fiel imitación y moderna en los avances de la tecnología, de las escuelas radiofónicas. Un nuevo despertar con entusiasmo evocador, si a la tumba de Monseñor sus ecos resuenan. ¡¡Aleluya!!…