sábado, abril 26, 2025
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Amazonía Joven le apuesta a disminuir la brecha de analfabetismo digital

En Caquetá a lo largo del río Caguán se pueden encontrar los centros poblados de Tres Esquinas y Santa Rosa, lugares aislados y de difícil acceso, donde los jóvenes que conforman la ruralidad del país han tenido que vivir la marginación educativa en herramientas tecnológicas. En una era donde tener conocimientos en tecnologías de la información y las comunicaciones se ha convertido en una necesidad del ser humano ante el cambio cultural, laboral y educativo, que actualmente afronta el país y el mundo.

El Proyecto Amazonia Joven con el apoyo financiero del Fondo Europeo para La Paz de la Unión Europea y Fundación Bolívar Davivienda, junto con sus operadores: Acción Cultural Popular – ACPO, Corpomanigua y la Diócesis de San Vicente del Caguán, hizo presencia en este y otros territorios permitiendo el acceso a internet y formación en Alfabetización Digital de Escuelas Digitales Campesinas a toda la comunidad.

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En el mes de noviembre, muchos jóvenes y adultos lograron culminar su proceso y recibieron con gran emotividad su certificación como fruto del tiempo, dedicación, esfuerzo y compromiso que realizaron consigo mismos para superar esta condición de analfabetismo digital.

Muchos recuerdan como inicialmente no les era posible ni prender un computador, ahora manejan un correo electrónico, las herramientas básicas de ofimática, usan aplicaciones para comunicarse con otras personas, navegar y continúan practicando su destreza en teclado y vocabulario técnico.

Ante ello, manifiestan profundo agradecimiento por ser la primera vez que un proyecto llega hasta estos lugares con el apoyo que necesitan. Así mismo, se reconoce la lamentable deserción de compañeros en el transcurso del curso por diversas circunstancias tales como nomadismo por el trabajo en fincas distantes, mujeres que a edad temprana deciden unirse a una pareja, familias disfuncionales, entre otros.

En este momento, el reto persiste en el sistema educativo colombiano, pues docentes y estudiantes necesitan desarrollar nuevas formas y capacidades de enseñanza-aprendizaje de forma transversal e integral a la vanguardia de las TIC´s; para que de este modo puedan acceder a un abanico de oportunidades que sigan promoviendo la construcción de paz en individuos que se encuentran en medio de un conflicto armado.

Por: Lorena Reyes Quintero. Facilitadora proyecto Amazonía Joven.

Por: Lorena Reyes Quintero. Facilitadora proyecto Amazonía Joven.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.

La ‘Profe Efi’: “Yo comparto el dolor con ellos y me sano”

Breve contexto

Tras la firma del acuerdo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, Colombia pasa por una etapa de transición y de transformaciones sociales. Según José Fernando Serrano, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Andes, estas transiciones son lentas y contradictorias:

“Aquí el punto clave es cómo amplios sectores de la sociedad colombiana sienten que así no les haya tocado (el conflicto), también los compromete y ahora la pregunta es cómo participar de estos cambios”.

¿Cómo participan los diferentes sectores de la sociedad en los procesos de reinserción?, ¿cómo lograr reconciliación entre sectores sociales que difícilmente se han reunido en un mismo lugar?, ¿cuál es el compromiso del sector educativo frente a este desafío?

Aunque probablemente sean más las preguntas que las respuestas, existen prácticas que se suman al compromiso de lograr transformaciones sociales y que responden al cómo participar de estos cambios.

Y… ¿cómo?

En el municipio de Dabeiba, en la Institución Educativa Madre Laura, sede rural Llano Grande, dos realidades –que antes difícilmente podían convivir de forma pacífica– comparten aula de clase, comunidad, maestra y proyectos. ¿Quiénes son? Jóvenes excombatientes de las FARC y jóvenes de la comunidad.

Este municipio de Antioquia fue escenario de uno de los conflictos armados más largos de Latinoamérica y, a la vez, testigo y partícipe de un proceso de paz. En Dabeiba se ubicó una de las 19 zonas veredales que hicieron parte de las acciones realizadas por el gobierno en el marco de la dejación de armas y la reincorporación de integrantes de las FARC a la vida civil.

Movida por la necesidad de integrar jóvenes excombatientes y jóvenes de la comunidad, por la oportunidad de construir encuentro a través de las diferencias culturales y por el compromiso social de transformar el miedo en trabajo conjunto y en empatía, la profe Efi (como la llaman sus estudiantes) gestó en 2017 el colectivo de comunicaciones ‘Jóvenes con futuro’.

‘Jóvenes con futuro’ integra diferentes campos como el arte, la cultura y la comunicación. Cuenta con una emisora estudiantil y un espacio de producción cinematográfica. Además, la profe Efi y sus estudiantes han pazeado (con z de paz, cuenta la maestra) por algunas regiones del país con el propósito de llevar mensajes de paz y reconciliación. Este proyecto ha desarrollado acciones sostenibles que permiten a los hijos de excombatientes no retornar a la guerra y sanar heridas.

El colectivo ha recibido capacitación de parte de algunos practicantes de Comunicación y Periodismo de diversas universidades de Antioquia. Actualmente están grabando una película llamada ‘Mis pedacitos de cielo’, una creación que recopila las historias de vida en la guerra de estudiantes de la institución, con el propósito de evitar que los jóvenes ingresen a grupos armados.

La profe Efi

Fuente: Secretaría de las Mujeres Antioquia

Leidy Efigenia Usuga Arbeláez es Licenciada en Ciencias Naturales y Química, maestra y víctima del conflicto armado. La violencia la desplazó de Dabeiba cuando perdió a su padre. Hoy, la oportunidad de construir paz desde el quehacer educativo le permite regresar. La profe Efi y sus estudiantes tienen en común las vivencias del conflicto armado:

“Yo comparto el dolor con ellos y yo me sano”.

¡Visite la página de la emisora!

Fuente: Fundación Compartir Palabra Maestra.

Políticas Públicas y desarrollo profesional de docentes y directivos rurales

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Los factores que afectan la permanencia de los maestros rurales inciden en su formación. En la formación inicial se encontró que las trayectorias de estos docentes y directivos son principalmente determinadas por las condiciones de pobreza de los ámbitos rurales, por la necesidad de evitar caer en actividades de ilegalidad y por las restricciones que impone el orden social en zonas de conflicto armado.

Por otra parte, la formación en servicio y posgradual es fuertemente determinada por las limitaciones que imponen la invisibilización de la educación rural y los escasos recursos del sector educativo para fomentar un mayor desarrollo profesional de los maestros rurales. Sin embargo, del mismo modo esta formación es influenciada por el aislamiento y el abandono en el que se encuentran las zonas rurales afectadas por el conflicto armado, que dificulta la implementación de intervenciones de política para el mejoramiento de la calidad de la educación en esos territorios.

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El mejoramiento de la calidad de la educación rural en el país demanda la dignificación de la docencia rural, desde las condiciones materiales en las que los maestros rurales se desempeñan y en las que habitan en los territorios hasta las oportunidades que encuentran para cualificar sus condiciones de vinculación a la profesión docente.

Los docentes y directivos rurales son la clave para lograr una educación real de calidad en la ruralidad colombiana que transforme los mecanismos de reproducción del conflicto armado y violencia del país y construya escenarios pacíficos de convivencia. Para que ello sea posible, se propone a la comunidad educativa, a los formuladores y responsables de la política educativa a nivel nacional, departamental y municipal, a las organizaciones no gubernamentales, a los organismos del sector solidario, a los aliados internacionales y a la población civil, tener en cuenta los siguientes elementos para comprender la relación entre educación rural, docencia, conflicto armado y paz:

Ruralidad y educación

  • La ruralidad en Colombia es un continuo que aparece desde los límites de las zonas urbanas y gradualmente empieza a ocupar los territorios. En algunos casos convive con la irrupción de lo urbano y en otros opera de una manera absoluta, configurando contextos de difícil acceso y de alta dispersión. Esta gradualidad de la ruralidad es el principal reto de las intervenciones sociales y de política pública en los territorios.
  • La configuración de la nueva ruralidad en los territorios colombianos, a finales de los años noventa y durante la primera década del siglo XXI, se ve fuertemente determinada por: la implementación de nuevos enfoques de desarrollo económico y social; la penetración de la criminalidad organizada; el desplazamiento forzado y el despojo de tierras; y la lucha por el control de territorios entre los actores armados y el Estado.
  • La ruralidad en Colombia se caracteriza por presentar altos niveles de pobreza y precariedad en la satisfacción de servicios básicos, cuyo resultado es la presencia de brechas más amplias en las oportunidades sociales y educativas que tienen las poblaciones rurales frente a las urbanas.
  • La limitada capacidad instalada y de recursos económicos de las entidades territoriales ha provocado que los procesos de descentralización y autonomía institucional que el sector educativo implementó en las últimas décadas se traduzca en un debilitamiento de los establecimientos educativos rurales. Se requieren acciones específicas para cerrar las brechas educativas entre las áreas rurales y urbanas y para mejorar las capacidades técnicas de gestión de las entidades territoriales fortaleciendo su autonomía institucional.
  • El país ha puesto en marcha la implementación de estrategias de política educativa para la educación rural desde hace varias décadas; sin embargo, estas se han enfrentado en cada momento al desafío de articular sus esfuerzos a nivel institucional para responder a las problemáticas y necesidades de las instituciones educativas, estudiantes y maestros rurales. El principal desafío es dar continuidad a esas estrategias, las cuales generalmente están supeditadas a limitación de recursos económicos y a los cambios en las prioridades de políticas de las agendas de gobierno. En este sentido, estos esfuerzos del sector educativo no trascienden hacia las transformaciones estructurales que requiere la educación rural.

Docentes y directivos rurales

  • Una tercera parte de los docentes y directivos docentes del país se desempeña en los establecimientos rurales. La gran mayoría de ellos se encuentran vinculados en propiedad, lo cual implica un alto nivel de estabilidad en la carrera.
  • La composición de los directivos rurales muestra que el 97,72% se encuentra vinculado en propiedad. En materia de género existe una mayor representación de los hombres. Por otro lado, más de la mitad de los directivos tienen título de posgrado, aunque la diferencia radica en la especificidad de los posgrados. Mientras que en el Decreto 1278 el 41% de los directivos tiene posgrados en otras áreas y un 20% tiene posgrados en educación, las dinámicas para el Decreto 2277 se invierten: el 38% cuenta con títulos de posgrado en educación, y un 27% tiene posgrados en otras áreas. Adicionalmente, se observa que el salario promedio, sin contar con el sobresueldo para los directivos docentes rurales en el Decreto 2277, es mayor que el de los directivos en el 1278. Los menores salarios los reportan los directivos etnoeducadores vinculados mediante el Decreto 804.
  • La composición de los docentes rurales indica que cerca del 70% están vinculados en propiedad. El 62% de la planta docente rural son mujeres, lo que muestra un contraste con la distribución por género de los directivos rurales. Se puede observar que el nivel de formación promedio de los docentes rurales es inferior al observado en los directivos rurales, reduciendo significativamente la presencia de maestros rurales con posgrados y aumentando el perfil de pregrado como último nivel de formación. Así, para el caso del Decreto 2277, los docentes licenciados son 37% y los directivos son 30%; para el caso del Decreto 1278, los licenciados son 51% y los directivos son 25%. Esto significa que existe una tendencia hacia una mayor proporción de directivos con nivel de posgrado como último nivel de formación. Por otra parte, al igual que en el caso de los directivos, los docentes vinculados mediante el Decreto 2277 muestran un salario promedio más elevado frente a sus pares del Decreto 1278. De la misma forma, los etnoeducadores vinculados mediante el Decreto 804 aparecen con los menores salarios.
  • En los resultados de la prueba Saber Pro se evidencia que, para cada una de las evaluaciones comparadas en su componente general, existe un mejor desempeño de los profesionales no licenciados frente a los licenciados.
  • Al describir su trabajo, los directivos rurales señalan la pobreza y la precariedad en la que se encuentran la mayor parte de las sedes educativas. Su labor se dedica a enfrentar los retos que traen consigo la insuficiencia de la infraestructura, la falta de servicios básicos como agua, luz e internet, la ausencia de materiales educativos, la escasa presencia de personal de aseo, vigilancia y administrativo, y la disminución o inexistencia del servicio de alimentación escolar. Sumado a ello, los directivos rurales deben movilizarse entre las dinámicas del conflicto armado, en las cuales deben crear canales de comunicación con los actores armados para que se permita la continuidad de la prestación de servicio educativo y garantizar el derecho a la educación en estos territorios, y para mitigar los efectos que en algunas zonas los enfrentamientos entre la fuerza pública y grupos armados dejan en las sedes educativas y en las comunidades.
  • El grado de acompañamiento que percibe el docente a su labor a nivel escolar es fundamental para su permanencia en los establecimientos educativos. La solidaridad que encuentra en sus pares, los directivos docentes y en la comunidad permite establecer estrategias para superar las dificultades que se presentan en su vida cotidiana. En ausencia de estas redes de apoyo, los maestros son más proclives a solicitar traslados en las entidades territoriales.
  • Los docentes rurales consideran que, frente a las numerosas necesidades sociales de sus contextos, la carrera docente les provee un espacio laboral para mantener buenas condiciones de vida y prevenir la reproducción de pobreza de sus familias. En este sentido, los maestros perciben que poseen mayores ingresos que otros habitantes de su territorio. Sin embargo, el estudio encontró que algunos maestros rurales ejercen otro tipo de actividades o empleos para aumentar sus ingresos. Esta situación se presenta en territorios rurales que se caracterizan por tener canales fluidos de comunicación con las cabeceras municipales y las zonas urbanas, donde los maestros pueden ejercer una diversidad de actividades económicas.
  • Frente a las dificultades que encuentran los maestros rurales en lugares dispersos y violentos, estos expresan que prefieren tomar distancia de sus familias. El resultado de ello es que muchos docentes y directivos rurales viven aislados, situación que les genera sentimientos recurrentes de soledad, depresión y frustración.

Formación inicial

  • En términos de la formación inicial de docentes, las escuelas normales desempeñan un papel fundamental en la provisión de maestros para las zonas rurales más dispersas y de difícil acceso. La formación en estas instituciones se caracteriza por ser práctica. Sin embargo, se requiere mejorar la formación disciplinar que les provee a los docentes, así como el desarrollo y la diversificación de propuestas educativas innovadoras que se relacionen con las particularidades de los contextos rurales.
  • La formación inicial a través de programas de licenciatura se percibe demasiado teórica y alejada de los contextos rurales. Según los resultados del estudio, este tipo de formación requiere la incorporación de mayores espacios depráctica para los futuros docentes y más relacionados con las dinámicas de la educación rural

Este artículo hace parte del estudio ‘Docencia rural en Colombia: educar para la paz en medio del conflicto armado’ realizado por Fundación Compartir.

“La paz sin las mujeres no es posible”, la voz que suena desde el Bajo Atrato

A orillas del río Curvaradó, cuenca del gran río Atrato y frontera departamental entre Chocó y Antioquia, se encuentra el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación – ETCR Brisas en el municipio Carmen del Darién, Chocó. Es el bajo Atrato y llegar hasta este punto indica tan solo dos caminos. Uno fluvial por el río Atrato y otro por vía terrestre desde los municipios que conforman la subregión del Urabá Antioqueño.

Hasta ese punto llegaron más de 40 mujeres en proceso de reincoporación de los grupos armados FARC-EP y EPL, junto con mujeres líderes y representantes de otros municipios del Urabá y bajo Atrato. Las líderes del ETCR las esperaban con anhelo para dar inicio al ‘Encuentro de mujeres lideresas, excombatientes y reincorporadas a la vida civil de Urabá-bajo Atrato’ que marcaba en la agenda los días 7 y 8 de diciembre.

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Las sonrisas no se hicieron esperar. Hubo reencuentros, abrazos y estrechón de manos entre aquellas que apenas se conocían, sin saber que al final todas se unirían en un mismo abrazo y con promesas de volver a encontrarse.

Este es el primer encuentro de mujeres en el ETCR, y pese a que muchas son conocidas, vecinas e incluso compañeras del mismo grupo armado, también es la primera vez que comparten sus historias abiertamente. “Aquí estamos mujeres de diferentes etnias y culturas, pero todas somos una, porque unidas somos más”, dice Fanny Escobar, líder social del movimiento Las Mujeres del Plantón quien, junto con otras mujeres del Urabá, trabaja por los derechos de aquellas que fueron víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado.

Un espacio para sanar y decir lo que no se ha dicho. Así es como ellas se refieren al encuentro en el que ellas y sus historias, son protagonistas. –Este útero representa la vida-, dice Ángela Salazar señalando la figura que han construido con flores en el centro del quiosco del ETCR. Ella, es una de las auspiciadoras de este espacio, y para muchas, ha sido guía y compañía durante los años de la guerra y ahora, en los tiempos de paz.

Foto por: Lina María Serna. Periodista – Editora.

Dentro de aquel útero de flores cada una fue plasmando sus historias, dolores y tristezas que quedaron de un pasado que no olvidan. Otras, dejaron los sueños y anhelos del presente que hoy viven con más fuerza que antes.

Una vela encendida permaneció en el centro de aquella figura que les inspiraba la firmeza que las caracteriza. Y mientras todas se fundían en un único abrazo, Ángela decía: “El fuego ilumina el camino y es guía. No importa de qué orilla venimos, esta luz nos ilumina a todas en este presente. La luz es guía en el horizonte de la reconciliación”.

Ángela, defensora de Derechos Humanos y comisionada de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, hablaba de reconciliación entre ellas, mujeres que durante la guerra fueron enemigas y rivales; y que ahora, se unían para reconciliarse entre ellas, con su pasado, con el de todas.

La familia es lo que primero sale a flote. Claro, hay quienes tuvieron la aprobación de sus familias para enlistarse en un grupo armado, y están a quienes rechazaron por su decisión. Lo cierto es que ahora el concepto de familia ha cambiado para ellas; principalmente porque desde que dejaron las armas, unas se han reencontrado con sus hijos y otras, han empezado a vivir la maternidad.

Foto por: Melissa Jaimes Ochoa, oficial de información, Misión de Verificación de la ONU.

Establecer lazos de confianza ha sido lo principal de este encuentro, pues asistir a un espacio que les permita sentirse seguras de narrar lo que han vivido, ha sido igual de importante para ellas y para las instituciones que organizaron este espacio, y que hoy por hoy, lideran proyectos sociales dentro del ETCR. Por eso, durante el encuentro, las mujeres manifestaron su agradecimiento con Acción Cultural Popular – ACPO, la Misión de Verificación de la ONU, la Agencia para la Reincorporación y la Normalización – ARN, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad y el Instituto Kroc, por fomentar el primero de muchos encuentros que vendrán.

El encuentro también fue la oportunidad para realizar el Lanzamiento oficial del proyecto MIA: Mujer mestiza, indígena y afrodescendiente, financiado por el Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea y liderado por Acción Cultural Popular – ACPO, con el apoyo de la Diócesis de San Vicente del Caguán y la Registraduría Nacional del Estado Civil; el cual se desarrollará en los tres próximos años en zonas afectadas por el conflicto armado como el sur de Caquetá y el norte del Chocó en Colombia.

La noche, al igual que el día, tuvo su propio ritual, esta vez con velas encendidas en honor al 7 de diciembre. El teatro congregó a mujeres, hombres y niños que también quisieron encender su propia vela. Y a manera de catarsis, cada uno fue tomando la luz y con ella, la palabra. Aún quedaba mucho por decir.

Foto por: Melissa Jaimes Ochoa, oficial de información, Misión de Verificación de la ONU.

Además de compartir sus historias, las protagonistas de este encuentro también alzaron su voz sobre las condiciones que hoy viven y las necesidades que tienen. Pese a que ya no viven en la insurgencia, hoy cargan con la estigmatización social y el rechazo de distintos sectores sociales. Por eso, coinciden en que quieren pasar de la clandestinidad a una libre participación. Sueñan con crear colectivos de mujer y género, como los ya conformados; con ser parte de sus respectivas Juntas de Acción Comunal; y, sobre todo, con incidir en los planes de desarrollo del país, pues están seguras de que “la paz sin las mujeres no es posible”.

Además de contar y sanar, cuidar era otro de los pilares de este encuentro. “No nos han enseñado a cuidarnos”, decía Noelia Paz, líder de la Asociación de Mujeres de la cuenca del río Jiguamiandó. Y todas coincidieron con ella, y en la importancia de tejer de redes de apoyo que les permita sacar adelante sus proyectos de vida.

El encuentro cerró al mejor estilo y cumpliendo un sueño, el de Yurysara, líder del ETCR y excombatiente de las FARC, quien quería construir un vivero para la comunidad. Hoy, Selvita es un hecho, el vivero del ETCR Brisas, el vivero de todos.

Foto por: Lina María Serna. Periodista – Editora.

En este primer encuentro asistieron cerca de 40 mujeres desde Mutatá, Dabeiba, Apartadó, Riosucio y Jiguamiandó. Pudieron haber sido más, pero el miedo y la inseguridad que enfrentan muchas de ellas, las hace vulnerables y, sobre todo, limita su participación en espacios en los que ellas son las auténticas protagonistas.

Agradecemos a las mujeres lideresas, excombatientes y reincorporadas a la vida civil de Urabá-bajo Atrato por abrirnos las puertas del ETCR Brisas; pero, sobre todo, por permitirnos conocer lo profundo de sus vidas a través de sus historias. Este artículo fue posible gracias a ellas.

Por: Lina María Serna. Periodista – Editora.

Carta del Campo: Chocó, epicentro de conflictos sociales y ambientales

NOANAMÁ, Colombia – Una mañana lluviosa de noviembre en lo más hondo de la selva de Chocó al oeste de Colombia, los combatientes rebeldes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) se repartían en un campo de fútbol fangoso en grupos de ocho para realizar su entrenamiento diario. Los rebeldes practicaban con palos en lugar de pistolas para evitar que se atascaran con el barro y llevaban pantalones de vestir en lugar de uniforme.

Desde lejos parecía un partido de béisbol, pero en realidad los combatientes entrenaban porque la guerra podría estar a punto de estallar. Otra vez.

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Un líder del frente Che Guevara que utiliza el alias de “Yerson” se sentaba cerca mientras sus compañeros acababan el entrenamiento matutino y culpaba a la élite de Colombia por el continuo conflicto. Llevaba atuendo militar y una boina con una imagen roja del Che Guevara.

Noanamá es hogar de alrededor de 800 campesinos afrodescendientes y está rodeada de una copiosa y verde selva. A pesar de su paisaje esplendoroso, es imposible no ver la contaminación: la ciudad y el río están regadas de basura y, por ello, sus habitantes ya casi no pescan.

Los habitantes locales solían pescar, cazar y talar en esa región con métodos tradicionales, pero la expansión de la coca y la fiebre del oro cambiaron sus vidas de forma irrevocable y transformaron su cultura y su dieta, además de contaminar el ambiente. Ahora plantan cultivos de coca para tener ingresos y pancoger para sustento.

El joven líder de la comunidad Noanamá, al que llaman indio, explicó en una tarde de calor sofocante cómo cada familia cultiva menos de una hectárea de coca.

“Además de la minería, ese es nuestro único ingreso”, dijo. No obstante, explicó, el precio de mercado de la coca ha caído drásticamente en el último año, en parte por un auge de la coca. Eso ha hecho que sea más difícil comprar productos básicos, que tienen que ser importados a través del río a precios elevados.

Por: Martín León. Estudiante de Escuelas Digitales Campesinas.

Así es la naciente Asociación de Mujeres excombatientes en Puerto Rico, Caquetá

“Yo ingresé voluntariamente a los 11 años, me cansé del hambre y la falta de oportunidades; en la vereda en que nací, no había escuela, ni puesto de salud, ni siquiera junta de acción comunal. Mis padres trabajaban en labores del campo, pero con lo que ganábamos no alcanzaba ni para comer”, expresa Deisy, excombatiente ahora en proceso de reincorporación.

Al preguntarle acerca de cómo ha cambiado su vida en los últimos años expresa: “Cuando ingresé, pensaba que, por ser mujer, mis responsabilidades serían diferentes, pero resultó que no; al igual que los hombres, cargábamos el armamento y la remesa, cocinábamos, marchábamos largas jornadas, participábamos de acciones armadas y relacionamiento con la población civil.

Por el amor y la dulzura de nosotras las mujeres, éramos las encargadas del mantenimiento de la carne en el monte. “Cuando se sacrificaba una novilla, nosotras la despresábamos y la salábamos. Luego hacíamos un hueco en la selva en donde enterrábamos la carne en bolsas negras y lonas, en donde se mantenía hasta por 4 semanas sin ningún tipo de refrigeración, cuando nos trasladábamos de campamentos nosotros la cargábamos y a pesar de las fuertes temperaturas durante la marcha, la carne siempre se conservaba. Cuando los hombres realizaban esta misma labor, la carne se dañaba al siguiente día de ser salada. Llámenos agüerista o no, la dulcera de la mujer se expresa en esas pequeñas cosas.

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Por años nos convertimos en una familia en donde nos cuidábamos y nos respetábamos, nunca nos preocupamos porqué a los campamentos siempre nos llegaba todo lo que necesitábamos (medicina, uniformes, artículos de aseo, comida) una de las principales frustraciones para nosotras como mujeres es la imposibilidad de tener hijos por razones del conflicto”.

En la actualidad, estas mujeres se encuentran viviendo en la zona urbana y rural del municipio de Puerto Rico, en el departamento del Caquetá. Una vez firmados los Acuerdos de Paz entre el gobierno nacional y la guerrilla de las FARC, muchas de ellas se concentraron en la zona veredal de Miravalle; en el municipio de San Vicente del Caguán. Allí muy pronto entendieron, que querían instalarse en la cabecera municipal de Puerto Rico, más cerca de sus familias y de la oportunidad de hacerle el quite a la guerra.

Actualmente estudian primaria y bachillerato a través de la metodología maestro itinerante, en su gran mayoría ya tienen hijos y otras más planean ser madres prontamente y, aunque les ha costado acostumbrarse al caos de las motos y el estrepitoso ruido de las discotecas del pueblo, ellas han encontrado vínculos importantes en este municipio.

Uno de estos con el proyecto MIA, financiado por el Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea y liderado por Acción Cultural Popular – ACPO, con el apoyo de la Diócesis de San Vicente del Caguán y la Registraduría Nacional del Estado Civil; el cual se desarrollará en los tres próximos años en zonas afectadas por el conflicto armado como el sur de Caquetá y el norte del Chocó en Colombia.

Desde allí, 18 mujeres se propusieron constituirse legalmente como Asociación de Mujeres, así como elaborar un proyecto productivo colectivo que les genere ingresos, pero sobretodo, que les permita permanecer unidas y trabajando en equipo, como lo hicieron por años, sin los afanes de la guerra y teniendo los elementos suficientes para educar una generación que le aporte a la paz.

Por: Oscar Mauricio Santiago. Facilitador proyecto MIA en Caquetá.

Por: Oscar Mauricio Santiago. Facilitador proyecto MIA en Caquetá.
Editor: 
Lina María Serna. Periodista – Editora.

Un año de la Declaración de los Derechos de los campesinos

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Mientras celebramos hoy el primer aniversario desde la adopción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de lxs campesinxs y otras personas que trabajan en las zonas rurales (UNDROP) aprobada en diciembre de año pasado, como La Vía Campesina hacemos un llamado a los gobiernos, movimientos sociales, aliadxs y activistas para intensificar esfuerzos a nivel mundial para garantizar que los estados miembros de la ONU se comprometan a implementar este importante instrumento en los territorios.

Como LVC hemos reafirmado los derechos de lxs campesinxs como una de las prioridades políticas de nuestra agenda 2020, es importante  popularizar esta declaración, construir y compartir conocimientos y experiencias entre nuestras organizaciones miembros sobre cómo usarla a favor de nuestras luchas.

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Durante el año, junto con nuestrxs aliadxs, hemos hecho un fuerte trabajo de presión e incidencia dentro de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Comité Mundial para la Alimentación Seguridad (CFS), así como en nuestras regiones y países, para crear un impulso internacional que favorezca y promueva la implementación de los Derechos de lxs Campesinxs.

Además, La Vía Campesina cree firmemente que vincular los contenidos de UNDROP en el marco de la Década de Agricultura Familiar de las Naciones Unidas (lanzada este año por la FAO) mejorará los esfuerzos para erradicar la pobreza, la inseguridad alimentaria y la desnutrición a través de métodos agroecológicos de producción de alimentos sanos para todxs. ¡No solo para comunidades rurales!

Es así, que mientras celebramos este primer aniversario de la adopción de UNDROP,  La Vía Campesina continúa impulsando transformaciones sociales. Pues la UNDROP abre oportunidades para abordar la desigualdad y la discriminación que afecta desproporcionadamente a la población rural en todo el mundo.

Para el movimiento campesino global, la lucha por la promoción y protección de los derechos campesinos está a medio ganar, este es un proceso construido colectivamente. Por lo que es crucial ahora de la voluntad política de nuestros gobernantes, y saber qué  camino  tomarán los estados miembros de la ONU, para que el contenido de esta Declaración se convierta en una realidad vivida para millones de familias campesinas.  Lo importante es que la Declaración de la ONU se implemente en todo su contenido y espíritu en todos los países del mundo.

Foto por: Periódico El Campesino.

¡Seguimos comprometidos con esta lucha!

#DerechosCampesinosYA

Fuente: La Vía Campesina.

Avanza la construcción de paz en Colombia liderada por mujeres

Las mujeres tradicionalmente invisibilizadas, tanto en el drama de la guerra como en la búsqueda de la paz, han sido un fenómeno social poco estudiado por la academia y atendido por el Estado, decía Luz Marina Londoño, investigadora del INER – Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia, en 2003. Sin embargo, hoy la historia es diferente, en el contexto de implementación del acuerdo de paz en el que nos encontramos, las mujeres tienen la posibilidad de ser protagonistas de la construcción de paz en sus territorios.

La incidencia de la lucha armada en el ser mujer en un contexto de combatiente hace una diferencia contracultural y se convierte en la antítesis del modelo patriarcal que caracteriza el ser mujer con la dulzura, delicadeza, fragilidad e inocencia. No obstante, -seguía afirmando Luz Marina Londoño- ¨la reconfiguración de identidades, espacios y prácticas de las mujeres, ocurrida durante los últimos 50 años, parece haber subvertido el ámbito de los imaginarios sociales sobre el ser mujer.

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Una de las manifestaciones visibles de ello es la proliferación de imágenes femeninas guerreras en los grandes medios de comunicación. Este auge de figura de mujeres guerreras pareciera tener un referente en la vida real en la creciente participación de las mujeres como combatientes en las guerras modernas y posmodernas¨ (Londoño 2003).

Según datos del mismo INER, se estimaba que más del 40% de combatientes de las Farc cuando estaban en armas, eran mujeres. Obteniendo un porcentaje también importante de integrantes en el ELN y el EPL.

La instrumentalización para la guerra de diversas formas, en las mujeres colombianas, principalmente campesinas, ha sido evidente en la historia pasada de nuestro país, así mismo, hoy también las mujeres tienen la coyuntura para incidir en la nueva historia del país, aportando de manera activa en la construcción de paz en los territorios, especialmente en los rurales.

Si miramos el caso de las mujeres rurales en el mundo, según la FAO, representan más del 40 por ciento en mano de obra en la producción agrícola del mundo. En algunas zonas de África y Asia alcanzan a ser el 60 por ciento. Algo muy incidente si se considera que, en los países en desarrollo de África y la región de Asia y el Pacífico, las mujeres suelen trabajar entre 12-13 horas más que los hombres por semana.

Otro dato que llama mucho la atención es que, según la FAO, si las agricultoras tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres, el número de personas hambrientas en el mundo podría reducirse hasta en 150 millones, gracias a los aumentos de productividad.

Un proceso de reincoporación para mujeres

En Colombia no todo está perdido para las mujeres, el país cuenta con el Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, que posee originalidades únicas en enfoques y componentes que dan garantía y reconocen impactos diferenciales del conflicto armado en la vida de las personas. Si lo comparamos con otros acuerdos de paz que se han firmado en el mundo, nuestro Acuerdo Final es una de las concertaciones pacificas entre dos enemigos políticos más flamantes e integrales que se conozcan hasta el momento en el mundo.

Uno de los aspectos diferenciales más importantes del Acuerdo Final, se encuentra en la Estrategia Integral de Reincorporación para las Mujeres, en la que se contempla las diferentes perspectivas que se dan en el proceso de reincorporación para una mujer y al mismo tiempo, propone generar contenidos contextualizados que puedan servir de guía para organizaciones, agencias, instituciones, personas, entre otras, que están interesados en la reincorporación de las mujeres.

Las perspectivas de la estrategia que se vislumbran hasta el momento, contemplan tres componentes. En primer lugar, busca identificar rotundamente las necesidades e intereses de las mujeres, después pone la lupa en la participación política en espacios públicos y en los asuntos que lo permiten y obstaculizan; por último, traza una ruta para la transversalización del enfoque de género en las iniciativas productivas de economía solidaria que emprendan las mujeres.

Avances importantes para lograr equidad de género en nuestras relaciones públicas y sociales como sociedad.

Proyectos como apuesta por la paz desde las mujeres

El proyecto Mujer Mestiza, Indígena y Afrodescendiente, MIA, es una apuesta por construir ciudadanía rural a través del empoderamiento de las mujeres en los asuntos públicos que afectan su territorio y el fortalecimiento de iniciativas productivas que garanticen seguridad alimentaria y autonomía política.

Esta iniciativa es financiada por el Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea y Acción Cultural Popular – ACPO busca desarrollarla en los tres próximos años en zonas afectadas por el conflicto armado como el sur de Caquetá y el norte del Chocó en Colombia con el apoyo de la Diócesis de San Vicente del Caguán y la Registraduría Nacional del Estado Civil.

De este proceso se benefician 26 mujeres excombatientes en proceso de reincorporación que habitan el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación – ETCR Silver Vidal Mora, y 60 mujeres y hombres que habitan los corregimientos aledaños.

Por: Juan Esteban Moreno. Facilitador de ACPO proyecto MIA en Chocó.
Editor: 
Lina María Serna. Periodista – Editora.

Un botiquín herbal que lucha ante el fin del conflicto

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Luego de sufrir un bombardeo en las estribaciones del Parque Nacional Natural Serranía del Chibiriquete, que cobró la vida de cinco combatientes y dejó otros más gravemente heridos; las fuerzas militares iniciaron un desembarco en la zona, a fin de dar captura a la mayor cantidad de guerrilleros. Ante el cerco de las Fuerzas Militares, Euclides, comandante del frente tercero, ordenó a sus hombres improvisar camillas a fin de evacuar a los heridos selva adentro. Ante la cercanía de la Tropa a su ubicación, ordenó a un grupo de guerrilleros entre los que estaban el viejo Emiro, tomar dirección al oeste, buscando alguna vivienda de civiles que se encargaran de la curación de los heridos.

Tras días de marcha encontraron un poblado en lo más profundo de la selva a la orilla de la parte alta del río Apaporis, habitado por indígenas Tupí quienes lo llamaban “Protector de la Selva” a quienes entregaron sus compañeros heridos, para reincorporarse nuevamente con sus compañeros de frente que marchaban en dirección al suroeste.

Pasados tres meses desde el bombardeo, y una vez roto el cerco de la Fuerza Pública, marcharon nuevamente al oeste en busca de sus compañeros heridos.  Durante este tiempo, los guerrilleros heridos estuvieron bajo el cuidado del médico tradicional en la comunidad, al que todos llamaban “Taita” quien logró reponer de las fuertes heridas, a través de plantas medicinales e infusiones, que preparaba él mismo.

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Una vez informada esta situación a los comandantes del Bloque Sur, tomaron la decisión de enviar algunos guerrilleros con vocación de enfermeros a vivir de manera permanente en los asentamientos indígenas Tikuna, Huitoto y Tupi, que habitan desde hace siglos la Amazonia Colombiana.

Tiberio o Jaguar, como lo conoce la gente de la región, es un guerrillero de 69 años, de los cuales 52 estuvo en las filas de las FARC, hasta la firma del acuerdo de paz. Hizo parte de ese grupo de combatientes en el que se le asigno la tarea de aprender medicina tradicional. Él particularmente convivió por 10 largos años con los indígenas Tikuna, de los que aprendió lo que más adelante aliviaría y curaría las heridas y enfermedades de los guerrilleros en esta zona del país:

“Allí aprendí primero a reconocer las plantas, así como sembrarlas y cuidarlas y respetarlas. Luego aprendí el uso de cada planta, y apoyaba al Taita en la preparación de remedios para combatir dolores menstruales, infecciones, malaria, picaduras de serpientes, heridas en la piel, entre otras. Al retornar a las filas guerrilleras, inicié a tratar los compañeros con plantas medicinales. Albahaca Negra, Pronto Aliento, Caléndula, Mambe, fueron mis compañeras inseparables en mi botiquín de guerra, además de ser naturales, se podían conseguir sin ningún costo en la selva Amazónica Colombiana, protegidas por los espíritus de la tierra”.

Una vez suscrito el acuerdo paz, Jaguar se concentró con sus antiguos compañeros en la Zona Veredal ubicada en el municipio de San Vicente del Caguán, desde donde se ha vinculado a diferentes programas de cooperación internacional, con el fin de implementar huertas medicinales en su nuevo hogar y trabajando con las comunidades aledañas; a fin de promover la siembra y el uso de esta valiosa medicina que lucha por sobrevivir al fin del conflicto, que ahora intenta curar todos los males con la medicina que él llama “Artificial”.

Por: Oscar Mauricio Santiago. Facilitador proyecto MIA en Caquetá.
Editor: 
Lina María Serna. Periodista – Editora.

La misión médica que llegó hasta El Pájaro en La Guajira

A 803 km de Medellín y 40 de Riohacha, se encuentra El Pájaro, corregimiento de Manaure, La Guajira, un lugar rodeado por un mar azul, cientos de kilómetros de arena, una pequeña iglesia, un colegio y un solo centro de salud en su cabecera urbana para atender más de 30 rancherías y 6000 habitantes aproximadamente.

Durante el fin de semana anterior esta misión fue instalada en la Institución Educativa San Rafael del Pájaro, que se convirtió en un centro de salud improvisado, pues los responsables del centro de salud no estaban prestando su servicio. – ¿Será casualidad o es la misma corrupción que impera en casi todo el territorio de nuestro país? -, nos preguntamos como visitantes. ¿Qué le pasa a un habitante del corregimiento o de alguna de sus rancherías si sufre un evento de urgencia durante el fin de semana? Queda la pregunta abierta a nuestros lectores.

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Dejando atrás la incertidumbre, las cosas continúan, porque esa es precisamente la misión que cumple la Superbrigada de Salud cuando llega a estas zonas apartadas, siempre convirtiendo lugares inhóspitos en sitios de atención humanitaria; esta vez para realizar más de 300 consultas médicas de la mano de tres profesionales de la medicina y la odontología, Carlos García, Tatiana Muriel y José Restrepo, quienes en poco tiempo fueron objeto de besos y abrazos por parte de la comunidad.

También fueron atendidos 853 niños en el programa Docente Líder, Sonrisas Brillantes de la compañía Colgate Palmolive, que entregó a esta fundación los kits dentales para su realización, bajo la supervisión de odontólogos y docentes lideres expertos en atención comunitaria.

En esta misión se resaltan las labores de la voluntaria Nidia Gómez Toro, rectora de un colegio de Antioquia; Gladys Amparo Velásquez, coordinadora de Misión Guajira en el terreno, y sus dos hijos Jorge Andrés y Juan Manuel Jaramillo; este último, titán que transportó vía terrestre en camión la carga desde Medellín hasta El Pájaro. Estas personas quienes, como mamás y papás reales, mostraron una entrega y dedicación admirable con los niños Wayuú en técnicas de cepillado y actividades lúdicas.

 La Universidad de Utha Norte América y su equipo odontológico de 2 odontólogas y 3 estudiantes, con un fin más investigativo que asistencial, participó en la Superbrigada, la comunidad Wayuú espera que esto trascienda en el tiempo con resultados significativos para más de 600 niños que quedan a la espera de atención.

Balance de la Superbrigada en La Guajira

Por: Miguel Ángel Arango. Facilitador de Acpo en Antioquia.

Después de dos días intensos de atención en salud, la Superbrigada termina su trabajo y retorna a Medellín. En terreno continua el equipo docente de Misión Guajira Humanitaria, quienes con gran dedicación recorren cada ranchería, cada escuelita, donde no llega más que el susurro divino del aire puro y natural, acompañado de arena y sal que suavemente toca la piel de cada niño Wayuú.

La deshidratación escondida en la población, la misma que los atrapa lentamente, nadie la percibe mejor que aquel docente voluntario, que, sin ser asistencialista, llega para jugar con ellos, reír con ellos, dormir con ellos, comer con ellos y hasta llorar con ellos, al ver que el premio de cada actividad es el regalo más preciado por un niño Wayuú y no crean que es un carro o una muñeca, queda a su imaginación qué es lo que más disfruta un niño en el desierto.

Los docentes y voluntarios estaban bajo el inclemente sol y brisa de las rancherías, aunque para los Wayuú era perfecto, “y eso que llegaron en buen tiempo profe, no hace calor ni brisa”, decían los niños al ver sudar como cabras a los “Arijunas” como llaman ellos al hombre blanco.

Sin importar mucho el clima se realizaron muchas actividades pedagógicas, los indígenas más viejos recordaron con cariño a la Radio Sutatenza al entregarles las cartillas “cómo criar ovejas y cabras”, lúdicas, de autocuidado y gastronómicas. Con libros, cartillas, juguetes, útiles escolares, útiles de aseo y comida donados por entidades y personas que vale la pena resaltar en este artículo como: Las Instituciones educativas del Núcleo 923 de Robledo en Medellín, que a pesar de sus falencias siempre aportan, al colegio Colombo American School de la ciudad de Bogotá, a una familia bogotana, a una profesora bogotana que prefiere guardar su identidad y a Acción Cultural Popular – ACPO también en Bogotá.

Con todo lo anterior, los niños, docentes y padres de familia participaron en talleres de: pintura, lectura, matemáticas con una fantástica maestra de esas que ya casi no existen, Amparo Gil, quien se dedicó a la enseñanza de sumas y restas con la más primitiva herramienta, pero esencial para aprender, el abaco; y quien dijo “estos niños gozan de una inteligencia privilegiada que ni los de Medellín”.

Dentro de la misión participó un agente que para todos era un extraño, pero que aportó cosas importantísimas a la misma, ya que, para la nutrición, la educación y la calidad de vida se necesita agua potable en las escuelas. Es así como el Señor Miguel Yunda en cabeza de la compañía de exploración de agua Sumipetrol, brindó capacitación a los líderes y junto con el ingeniero de proyectos Juan Carlos Rodríguez van a estructurar el proyecto para la construcción de tres pozos autosostenibles para el suministro del líquido en las escuelas de las rancherías más necesitadas de El Pájaro.

De esta manera manifiesta María Eugenia Velásquez, gestora y Directora general de Misión Guajira, quien en esta ocasión no pudo viajar por estar enfrentando un delicado estado de salud, “Gracias a todos por su valioso aporte, pero en especial gracias a esa hermosa comunidad Wayuú que cada año nos permite compartir con ellos la generosidad de muchos antes antioqueños, hoy con felicidad digo, de muchos Colombianos que ya están entendiendo cual era mi intención al crear Misión Guajira Humanitaria gracias, en la Misión Guajira 2020 nos vemos de nuevo”.

Sea esta la ocasión para que reciba la Directora Velásquez, en nombre del periódico El Campesino, un deseo de recuperación pronta para que continúe con tan significativa labor en el territorio colombiano.

La Misión Guajira termina para el equipo en general con la claridad que, los sueños sí se vuelven realidad, aunque no siempre de la manera que esperamos, pero que al final siempre hay alguien especial que nos ayude a entenderlo y a lograrlo.

El reconocimiento y la visibilidad están bien, de hecho, más que bien, pero lo que en realidad importa, es hacer lo que se pueda poco o mucho para hacer de Colombia un lugar mejor y ser fiel a uno mismo, en el proceso.

Por: Miguel Ángel Arango. Facilitador de Acpo en Antioquia

Por: Miguel Ángel Arango. Facilitador de Acpo en Antioquia
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.

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