El agro en Colombia, una realidad devastadora

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En las últimas semanas se dio a conocer los primeros resultados del tercer Censo Nacional Agropecuario en el país, el cual fue desarrollado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE,

Por: Jose David Castro
Facilitador  E.D.C Valle del Cauca  y Cauca

En las últimas semanas se dio a conocer los primeros resultados del tercer Censo Nacional Agropecuario en el país, el cual fue desarrollado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, este Censo no se realizaba hace 45 años, y con el transcurso del tiempo, se reflejan algunos logros y varios fracasos en materia del  agro colombiano.

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En esa medida, haciendo un análisis a priori de este censo, se puede evidenciar que el 69,9 % de los campesinos tiene menos de 5 hectáreas y ocupan solo el 5 % del área censada, mientras que terrenos de más de 500 hectáreas están en manos del 0,4 de los propietarios y representa el 41,1 % de las 113 millones hectáreas censadas. Para el área rural hay 7 millones de hectáreas que están destinadas para el cultivo. El campo tiene una baja capitalización, pues el 83,3 % no tiene maquinaria para realizar su actividad. En materia de créditos el 89 % de los habitantes del sector rural nunca ha solicitado un crédito. En la medición de la pobreza multidimensional esta se encuentra en un 44,7 %, reflejando que los campesinos son los que menos oportunidades tienen en la sociedad.

Sumado a lo anterior, la agricultura colombiana en un 83% es básica, sin maquinaria, ni insumos, el 80% de la tierra se usa para la ganadería y entre el 16 % y el 20 % solo para la siembra, lo más llamativo del caso es que los fertilizantes utilizados para esta siembra son en su mayoría importados, y es que no ha habido planificación ni regulación sobre los productos importados, que hoy en día tienen inundando el mercado colombiano, las importaciones han logrado desplazar y minimizar los productos agropecuarios nacionales, generando un aumento en las importaciones de estos productos alimenticios, y disminuyendo la exportación y la comercialización de los productos nacionales en un 40%.

En esa misma línea, es evidente que el agro en Colombia pasa por muy mal momento, inicialmente porque de las 22 millones de hectáreas cultivables que existen en el país, solo se utilizan 7,1 millones. Adicionalmente, el sobrecosto en la utilización de fertilizantes es tan elevado que al compararse con países como Brasil o Chile, la cantidad utilizada por Colombia es un claro ejemplo de ineficiencia productiva, mientras que en los países mencionados donde se utilizan aproximadamente 200 kilos por hectáreas, en Colombia se usa 784 kilos por la misma cantidad de tierra.

En esa medida, la postergación y menosprecio al sector agrícola ha estado presente desde siempre, no solamente en Colombia, sino también en América Latina, pues desde la época de la industrialización y la llegada del modelo económico neoliberal, como modelo y como  vía estándar para lograr el desarrollo económico, Colombia ha optado por seguir en esta vía que propone el aprovechamiento de recursos internos por medio de tecnología extranjera, y la agricultura quedó configurada como un actor más y un proveedor más para la industria. De igual forma la actividad pecuaria no ha sido considerada estratégica para el desarrollo.

Si trascendemos a ámbitos sociales, en el campo aún existe el analfabetismo en compañía de altos índices de pobreza, la misma causante del desplazamiento de grandes grupos de campesinos a la ciudad, en busca de oportunidades que el campo no les ha brindado.

Para ir concluyendo,  de los compromisos del gobierno con los diferentes sectores agrarios, se puede decir que se ha cumplido mínimamente con un 50 % de los acuerdos, puesto que el control del contrabando, la regulación de las importaciones, la disminución en el precio de los fertilizantes, la condonación y refinanciación de deudas y créditos, aún no se han materializado, si bien es bandera del gobierno decir que ya cumplieron con 108 acuerdos, lo cierto es que no llevan ni la mitad.

Por último, hasta que el gobierno no realice una política pública agraria en donde involucre a los pequeños y medianos campesinos, será imposible tener cifras exactas, sin manipulación, de lo que realmente pasa en el campo, pues Misión Rural y el Censo Nacional Agropecuario toman datos de las agremiaciones y de los empresarios que tienen tierras, dejando por fuera a los pequeños y medianos campesinos, que son los que tienen dificultades a la hora de trabajar la tierra.

La cuestión es que el agro debe manifestarse. En materia de recursos es lo único que le queda a Colombia además del recurso humano.

Una buena alternativa es fomentar y motivar  a los jóvenes a que se inclinen por carreras como ingeniería agrícola, agronomía, etc. puesto que Colombia necesita personas preparadas en el campo,  que estén dispuestos a sacar a este país no solo de los pésimos índices macroeconómicos, sino también de devastadores índices sociales. Colombia necesita del campo y el campo necesita de Colombia.

2 Comentarios

  1. Somos muchos los profesionales dispuestos a dar todo por el campo colombiano, pero cada vez son menos los que se deciden por esta linea profesional. Nosotros sacrificamos nuestras vidas, viajando lejos de nuestras familias, hacia una realidad belica como la que vive nuestro país en el campo, todo porque aún creemos en esto. Y a pesar de todo nuestros salarios son menores que los de muchos otros profesionales. Como pretenden que el agro en Colombia tenga futuro si la investigación es nula, los salarios básicos y tanto campesinos como profesionales continuamos trabajando con las uñas sin las tecnologías apropiadas y acordes a nuestra realidad.

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