El homenaje más merecido y justo al ser que nos dio la vida.
Por: José Ignacio Rodríguez*
El día domingo 10 del presente mes de mayo, en muchas regiones, ciudades y pueblos del país, se celebra el Día de la Madre. Se trata del más justo reconocimiento al ser que sirvió de puente entre el Creador y la criatura para transmitirnos el don precioso de la vida; para conectarnos y hacernos partícipes de esa fuente eterna de la vida. Esto es lo que le da un enorme significado a la celebración del Día de la Madre, pues todos hemos salido del vientre de una mujer que arriesgo su vida para hacernos partícipes de esa fuente inagotable de vida y poder ser lo que ahora somos. En este país de celebraciones en que se dedican días a todo y con cualquier pretexto, ¿Cómo no dedicar, de todos los días que tiene el año, al menos uno que sea el día de la madre?
Es absurdo y preocupante que una celebración como esta, Día de la Madre, tan íntima; tan del hogar; tan familiar, se haya comercializado tanto, que sean los comerciantes los que esperan con más anhelo que nosotros esta celebración. Somos todos nosotros los que debemos celebrar con amor y agradecimiento sincero el Día de la Madre. Y es que el Día de la Madre se convirtió para el comercio, en el plato más suculento para engordar sus arcas.
Pero hay algo peor: el Día de la Madre se ha convertido en los últimos años, en el más violento de todo el año. Según los reportes de las autoridades, el año pasado solo en el Valle de Aburrá, murieron violentamente 17 personas en la celebración del Día de la Madre. ¡Por favor!: ¿Hacia dónde va esta pobre sociedad?
“El Día de la Madre es una celebración con sabor de eternidad. Fiesta en que las palabras callan lo que dicen y dicen lo que callan”. Pbro. Hernando Uribe C. OCD. El Colombiano, mayo 8 del 2015.