El exceso de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera producidas por las actividades humanas es una de las principales razones de la actual crisis climática que enfrenta el mundo. En los últimos años la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha lanzado una alerta sobre la importancia de esta problemática y la necesidad de tomar acciones que transformen las prácticas de producción y consumo en los sectores que más emiten gases de efecto invernadero.
Con la aspiración de contribuir al objetivo de la Cumbre del Clima de París, que consiste en limitar a un máximo de 2 grados la subida de la temperatura a finales de siglo; en Islandia se aperturó desde hace 4 años una central energética que mediante una innovadora tecnología captura el dióxido de carbono emitido y lo transforma en un mineral sólido evitando así que salga a la atmósfera. Actualmente, han logrado extraer más de 600 toneladas anuales del gas contaminante.
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La central eléctrica creada en este país europeo fue nombrada CarbFix2, y es el resultado del proyecto Reykjavik Energy, que busca generar energías renovables y amigables con el medio ambiente. Inició hace una década, fue financiado por la Unión Europea a través del programa Horizonte 2020 y es la primera planta de energía en su tipo.
Este proceso de limpieza del aire es posible gracias a un filtro patentado por la compañía suiza Climeworks, que acelera sensiblemente la mineralización natural. “Hemos probado que podemos convertir de forma permanente el gas de efecto invernadero en roca imitando los procesos naturales, pero de forma que suceda en menos de dos años”, asegura Edda Sif Aradóttir, responsable del proyecto en Reykjavik Energy.
Así funciona esta innovadora limpieza
En primer lugar, unos módulos tecnológicos desarrollados en la central capturan el dióxido de carbono y el sulfuro de hidrógeno del propio ambiente. Luego, estos son diluidos en agua y enviados a más de 700 metros de profundidad donde gracias a las rocas basálticas del lugar, se produce una reacción que hace que los gases se transformen en un mineral sólido para finalmente ser almacenados permanentemente.
Este tipo de iniciativas representan una alternativa que ayudaría a disminuir la crisis climática, sin embargo, proyectos como estos enfrentan diferentes retos para su expansión entre ellos su viabilidad económica. Pues, extraer una tonelada de CO2 cuesta alrededor de 600 dólares, así lo aseguró Christoph Gebald, fundador de Climeworks.
Ante este desafío, los desarrolladores de esta iniciativa son optimistas, “el potencial de escalar nuestra tecnología en combinación con el almacenamiento de CO2 es enorme; no solo en Islandia, sino en multitud de lugares con formaciones rocosas semejantes”; considera Christoph Gebald. La empresa apuesta por seguir trabajando con un objetivo claro: facilitar la captura del 1% de las emisiones globales en 2025.
Cabe mencionar que países como Colombia, Estados Unidos y Japón han manifestado su interés en adoptar este tipo de tecnologías que contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático.
Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona – Periodista.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.