POR: Jose David Casto – Facilitador Escuelas Digitales Campesinas Valle y Cauca
La semana santa ha sido tradicionalmente un espacio de tiempo para reflexionar sobre las buenas y malas conductas que desarrollan los seres humanos a lo largo de su historia; no se trata de llegar a la perfección en una semana, si no de transformar la realidad inmediata por medio de acciones positivas encaminadas a no hacerle el mal a otro ser humano, si no a fortalecer los lazos de hermandad entre los mismos.
A medida que han evolucionado las sociedades y sus tradiciones culturales, el comercio y la economía se han encargado de maquillar toda celebración cultural y espiritual; es decir, que el sector empresarial ha modificado los significados sobre la semana santa, y la ha encasillado como una semana de diversión, viajes, recreación o la gran semana del festivo como es ofrecida en sus paquetes turísticos de playa, brisa y mar. Sin embargo, esto no quiere decir que conocer otros lugares donde se celebra la tradición de la semana santa sea malo ya que cada territorio tiene unas costumbres culturales y religiosas para recibir esta semana de reflexión como un hermosos regalo de alabanza a Dios y rescatar las valiosas enseñanzas que Jesucristo dejo para la humanidad.
Cada ser humano es libre de acuerdo a la constitución política de 1991 de tener un credo religioso o político de acuerdo con cual se identifique, no se trata de juzgar si es bueno o malo disfrutar de la semana santa en un playa blanca o en una iglesia o en casa con la familia, se trata de que la semana mayor permita que hombres y mujeres sin distinción de etnia, edad, credo u orientación sexual, fortalezcan su fe y amor a Dios por medio de acciones humildes donde valores como el amor, respeto, lealtad y honestidad guíen el camino de cada sujeto hacia la paz, ya está inicia en cada persona se expresa y fortalece en los hogares y a su vez conlleva a formar mejores ciudadanos.