Gámeza y Mongua son dos municipios ubicados en el departamento de Boyacá, de acuerdo con la proyección poblacional del Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, en estos territorios habitan más de 4.900 personas. Y su sustento económico depende principalmente de actividades agropecuarias, entre las que destaca el cultivo de papa.
Con el propósito de contribuir al desarrollo sostenible de estos municipios, en el año 2015 la Fundación Suiza de Cooperación al Desarrollo – SWISSAID creó Montañas Vivas. Un proyecto que a través de estrategias de participación colectiva, le apuesta a la recuperación y el correcto aprovechamiento de los ecosistemas de las cuencas Leonera y Saza.
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“Buscamos un desarrollo integral del territorio para los campesinos, con una apuesta participativa de hombres y mujeres del campo. El propósito fundamental es mejorar sus condiciones de vida, incluyendo lo productivo, lo económico, lo ambiental y lo social”, afirma con convicción Rubén García, coordinador general de Montañas Vivas.
Para alcanzar este objetivo, SWSSAID ha conformado un equipo técnico que asesora y capacita a campesinos de 5 organizaciones comunitarias que son: la Asociación Campesina Comunidad en Acción – ACCA, la Asociación Campesina Manos Unidas, la Asociación de Mujeres Campesinas Proactivas, la Asociación Huerto Alto Andino, y la Asociación Integral Campesina de Tunjuelo, Dintá y San Ignacio.
Quienes adquieren conocimientos y herramientas en torno a temas como identificación de problemáticas sociales, económicas y ambientales; planeación territorial y agroecología. Según explicó García, esto ha permitido que las comunidades se apropien de su territorio dando fruto a una unidad de planeación colectiva.
La cual ha generado cambios significativos entre los que resaltan la implementación de cultivos orgánicos, huertas e invernaderos para la recuperación de especies y semillas ancestrales. Además de corredores biológicos hechos de cerca viva para la protección de las cuencas hídricas.
Esta gran apuesta ha logrado recuperar 18 tipos de semillas ancestrales de papa chava, cubios, nabos, ibias, trigo negro, trigo rojo, arveja criolla y lentejas criollas. Estas son utilizadas para el autoabastecimiento y la comercialización local, fortaleciendo así la seguridad alimentaria y la generación de ingresos de más de 300 familias.
De igual manera, en 5 viveros construidos por la comunidad se han cultivado plántulas de especies como el arrayán, el raque, el mortiño y el quedo. Con las que han realizado más de 10.000 metros de cerca viva, ampliando de esta manera la cobertura vegetal de 160 fuentes de agua.
Montañas Vivas se ha propuesto exaltar el papel de las mujeres dentro de las comunidades según comenta García. “Fortalecemos la participación de las mujeres para que sean reconocidas como actoras fundamentales en la conservación del territorio y la producción de alimentos para la familia. Ocupan un lugar muy importante y se desarrollan procesos de formación y empoderamiento con ellas en los aspectos técnicos, productivos, sociales y políticos”.
Este proyecto se convierte en un ejemplo claro de que el crecimiento territorial está estrechamente ligado al trabajo colectivo, y que la inclusión de las comunidades en los planes de desarrollo es necesaria para generar transformaciones positivas que no sólo benefician el entorno, sino que mejoran la calidad de vida de sus habitantes.
Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.