Tradicionalmente, para los indígenas nasa los cerros son un espacio simbólico y sagrado, en ellos se encuentra el mundo espiritual en el que los cuerpos vivos y de memoria interactúan. Sin embargo, la llegada de la pequeña y mediana minería aurífera ha provocado la creación de “territorialidades disidentes”.
La antropóloga Catalina Caro Galvis, magíster en geografía de la Universidad Nacional, explica que “ hace referencia a otras formas de apropiación de los territorios en donde las familias indígenas mineras empezaron a acumular rentas por esta actividad y derechos de propiedad de bienes naturales y del subsuelo, en territorios colectivos que le pertenecen a toda la comunidad”.
Esta es una de las razones por las que la minería se ha convertido en el eje de tensiones que responden a distintos intereses, entre los cuales están los de las grandes trasnacionales mineras y las cuadrillas de minería no formal, pero también el de familias de las comunidades indígenas que empezaron a hacer minería informal de oro.
“Las comunidades indígenas empezaron a tener conflictos comunitarios por el beneficio de la explotación, lo que generó un cambio de vocación económica del territorio, que era agrícola y se volvió minero”, indica la magíster.
Así mismo, con respecto al daño ambiental, ríos como el Bamburiaco y el Páez se han visto afectados por la actividad minera en las veredas altas del cerro Munchique.
Las comunidades indígenas y las afrodescendientes denunciaron en su momento los cambios en el agua, lo que propició ejercicios de control ambiental y territorial de las guardias indígenas, también la producción de mandatos y reglamentos ambientales que regularon de cierto modo la explotación minera.
Abandonando prácticas culturales
Para su investigación, la antropóloga Caro entrevistó a 30 personas entre mineros indígenas, familias, autoridades de los resguardos, integrantes de la Asociación de Cabildos Indígenas, mujeres y jóvenes.
De igual manera, realizó una escuela con jóvenes, que es una forma de construir el conocimiento de manera colectiva; en esta se realizaron recorridos a los socavones y se construyeron estrategias para difundir las implicaciones de la minería en el territorio y en la población joven.
Así, identificó transformaciones culturales importantes, como por ejemplo el papel de los the’walas (médicos tradicionales) que tienen encomendada la protección territorial.
“Las familias mineras tienen sus propios médicos tradicionales que garantizan su práctica extractiva, lo que ha propiciado conflictos simbólicos entre los the’walas, que protegían la naturaleza, y quienes trabajaban con las familias mineras y buscaban lucro”, asegura la investigadora.
Por: Unimedios.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.