El pasado viernes en una reunión informal de estudiantes del municipio de Nuquí, se escuchó un relato de un estudiante, “La educación es una leyenda”, esta afirmación dejo sorprendidos a más de 30 personas que estaban escuchando lo que compartían los jóvenes bajo la sombra de un marañón al frente del colegio.
A petición del mismo estudiante, de quien obviamos su nombre ya se imaginarán porque, compartimos el relato que hace unos días se contó en Nuquí:
Eran las 10:30 a.m. del viernes 2 de junio cuando se empezaron a escuchar voces y gritos al frente del colegio, y ante esta situación las personas que se encontraban en la sede de elcampesino.co y las Escuelas Digitales Campesinas de Nuquí, decidieron salir a comprobar si era otra marcha, otro paro u otro muerto, como es tan normal por estos días.
Sin embargo, para sorpresa de todos, era un estudiante de la institución educativa de Nuquí, quien con un tono bastante fuerte compartía con sus compañeros el cansancio que sentía por no asistir al colegio.
Después de muchos chistes y anécdotas dijo: “esperen, esperen, esto si es en serio, les voy a contar algo que dijo mi papá esta mañana, cuando estábamos hablando de cuándo sería el regreso al colegio, que estaba cansado de verme tendiendo camas y lavando platos como las mujeres, cosa machista pero así lo dijo. Mi papá le dijo a mi mamá: mija al paso que vamos la educación en Nuquí se va a convertir en una leyenda, como se convirtió el paraíso que era Nuquí, que ya es una leyenda y por ahí va la educación.
Mi papá me miraba y me decía: mijo en Nuquí teníamos una educación muy buena, era un profesor por salón pero eran maestros y maestras comprometidos con la educación, no solo en el colegio, ellos llegaban a nuestras casas nos conocían y realmente se preocupaban por nosotros y especialmente por lo que aprendíamos, lo miraban a uno con cara de hijo.
Aprendimos mucho, tenemos buena letra y sabemos de números muy bien, y vea ahora, los maestros ni saben el nombre de sus estudiantes. Es muy claro, mire sus letras mijo, parecen arañas y ni sabe leer bien.
Cada vez que hay un paro parece fiesta, en nuestra época nos entristecíamos por no ir al colegio, ahora, no sienten mayor cosa por el colegio. Me acuerdo por ahí en 1963 que me causaba mucho temor ver a mis compañeros cuando tenían que partir a buscar como terminar su bachillerato en Bahía Solano o en Quibdó, lloraban, no por tener que partir de Nuquí, sino por abandonar su colegio donde vivíamos, teníamos nuestros hermanos, nuestras matas, hasta nuestras gallinas y nos mandaban de Bogotá cartillas para aprender a sembrar todo.
Era muy bueno y abundante, la educación crecía, y ni hablar cuando llegaba algún muchacho graduado del colegio carrasquilla o de la normal de Quibdó, eso era grande, grande no, grandísimo, los maestros se sentían orgullosos de sus hijos estudiantes.
Ahora, hummm, viven de paro en paro sin resultados, vea los últimos en el ICFES, y pueda que tengan razón porque el verdadero maestro debería ganar más que el Presidente de la República, pero ojo, el verdadero es el que quiere sus pelaos, el que se preocupa por aprender para enseñar de verdad y lo comprueba.
En Nuquí, creo que de esos solo nos queda uno o dos máximo, los otros aprenden solo para que les suban el sueldo no para transmitir, lo que yo quiero mijo es que usted vea cómo se va, yo no tengo como darle mucho, pero si se queda estudiando aquí quedará como su papá, pescando toda la vida porque yo no tengo como darle más de esa leyenda que llaman educación”.
Este es el verdadero sentimiento frente a la educación de nuestros campesinos, a los ojos de cualquier lector podrían aparecer coincidencias entre muchas regiones de Colombia, no solo en Chocó la educación está a punto de convertirse en una leyenda vista en las manos del maestro.
Tenemos que tratar de rescatarlos para que no llegue el día que se diga: ¡mijo! en alguna época existía una persona que se llamaba profesor o maestro, pero ellos se acabaron, hoy es una leyenda, ese aparato que te enseña a sumar, leer y escribir hoy, en otra época tenia pies y manos como tú, y nos quería tanto como un papá a un hijo, pero se extinguieron por la inoperancia de los gobiernos y la perdida de sentimientos de ellos a sus estudiantes.
Autor: Miguel Ángel Arango, Facilitador EDC, Chocó.
Editor: Katherine Vargas Gaitán, Periodista Editora. @KatheVargasg