«Iuvenescit Ecclesia» es la nueva Carta de la Iglesia Católica. El Papa Francisco ha ordenado a la Congregación de la Doctrina de la Fe su publicación el pasado miércoles 14 de junio de 2016.
Por Camilo Andrés Torres
La Iglesia rejuvenece (Iuvenescit Ecclesia) por el poder del Evangelio, y el Espíritu continuamente la renueva, edificándola y guiándola “con diversos dones jerárquicos y carismáticos”, lo anterior es un extracto de la Carta que ha publicado la Congregación para la Doctrina de la Fe. La Carta está dirigida a todos los fieles, en especial a los Obispos de la Iglesia Católica, y trata sobre la relación entre los dones jerárquicos y carismáticos para la vida y misión de la Iglesia.
El santo padre Francisco tiene una preocupación ante el reto de la evangelización en el mundo actual, la cual plasma en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium; recuerda que “si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida”. Sin duda alguna esta es la preocupación que debe tener todo cristiano bautizado, es la llamada a ser Iglesia en salida, es decir misionera.
Es tarea indispensable de la nueva evangelización reconocer y apreciar los muchos carismas que pueden despertar y alimentar la vida de fe del Pueblo de Dios. La carta Iuvenescit Ecclesia tiene como centro la palabra “Carisma”, la cual es a su vez empleada en las Cartas de San Pablo y tiene el significado general de “don generoso”, y en el Nuevo Testamento sólo se utiliza en referencia a los dones divinos. Los dones son distribuidos libremente por el Espíritu Santo, para que a su vez sean compartidos con los hermanos, formando así la gran Familia de Dios, es decir, su Iglesia.
En la Carta Iuvenescit Ecclesia se habla de estos carismas “tanto los extraordinarios como los más comunes y difundidos, deben ser recibidos con gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia”, a través de su riqueza y variedad, el Pueblo de Dios puede vivir en plenitud la misión evangelizadora y discernir los signos de los tiempos. Los dones carismáticos, de hecho, mueven a los fieles a responder libremente al llamado del amor, la Carta Iuvenescit Ecclesia presenta como el llamado de Dios es constante, ama infinitamente a la humanidad, es por ello, que con la asistencia del Espíritu Santo reparte generosamente los carismas adecuados para constituir un auténtico testimonio del Evangelio para todos los hombres.