Nueva defensora de la vida

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Abortó en tres ocasiones seguidas, trabajó de abortista y ahora es mujer provida.

 

Aborto 1

 

Por Miguel Ángel Sandoval López

 

Patricia Sandoval es una hispana californiana, que después de vivir la separación de sus padres con apenas doce años, asume las labores de la casa y hace las veces de mamá frente a su padre y hermanos; aunque al mismo tiempo, empieza a vivir una libertad mal manejada que en menos de año y medio, la hace abortar tres veces.

mujer llora abortoEn el tercer aborto, Patricia se siente confrontada por la actitud del novio que llora inconsolablemente por la decisión tomada; no obstante, termina su relación con él y después de un tiempo, le sale una propuesta laboral en empresa abortista, el cual acepta y recibe los diferentes encargos: incentivar a las jóvenes a abortar, evitar que no fallarán a las citas y recordarles a través de su experiencia, que el bebe en camino no era más que una bolsa de células y nada más.

Cuenta Patricia, que en cierta ocasión le correspondió levantar las partes de un bebé con tres meses de gestación, sus brazos, piernas, cabeza, y demás; es en este momento cuando reconoce que el niño en el vientre es un ser humano y no una vuelta de células. Con la llegada de otras clientas y en especial la de una mujer embarazada de gemelos, entra en shock y abandona la clínica donde nunca más volvió a ir.

Después de esta experiencia la joven empieza a vivir el conflicto postaborto que no vivió los primeros años que dio muerte a sus hijos en el vientre. Cayó en depresión y sintió que nadie estaba con ella, incluso perdió amigos, familia, carrera, y demás. Entró en el sin sentido de la vida, la culpabilidad y el ensimismamiento. Las drogas se convirtieron en la salida a todo este tipo de inconvenientes, pero al mismo tiempo un vicio que agravaba el problema y la llevaba al borde del abismo.

Una tarde mientras lloraba en un parque y resquebrajada pedía perdón a Dios por sus actos errados, una joven se le acercó y le dijo que mientras la veía por la ventana, el Señor le mando a decir que él “la amaba y estaba con ella hasta el fin de los tiempos”. La levantó de la calle y la llevó a la casa.

El proceso de sanación fue progreso. Se acercó al sacramento de la confesión y recibió la absolución de sus pecados gracias a la misericordia de Dios, según lo afirma Patricia. Después de un largo camino de conversión, de sentir el perdón de sus hijos y el amparo de la virgen María en su vida, se convirtió en una defensora de la vida, hasta el punto de brindar su testimonio en gran parte de centro y Norteamérica, siendo instrumento de salvación para muchas mujeres que pasan el drama que ella vivió.

Patricia es el claro ejemplo de la difícil situación que dejan las secuelas del aborto, en las dimensiones espirituales y psicológicas de las personas que acceden a este tipo de decisión. No podemos seguir negando la voz de la conciencia.

 

 

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