El Divino Niño se ha establecido como una de las figuras más representativas y queridas de Colombia desde mediados del siglo XX.
Por Camilo Andrés Torres González
Una de las devociones más queridas y representativas de los colombianos es el Divino Niño Jesús. Su santuario es visitado por miles de feligreses y su devoción ha traspasado fronteras.
La estatua original del Divino Niño fue hecha en 1935 por el artesano Blas Brando, del almacén El Vaticano, en el centro de Bogotá. No sobrepasa los 60 centímetros de alto. Tiene una devoción de aproximadamente 150.000 personas repartidas en 28 misas del domingo, en el santuario del 20 de Julio. Esta imagen fue una creación entre este artesano y el padre salesiano Juan del Rizzo, quien empleaba la imagen del Divino Niño Jesús de Praga, pero la comunidad de las Carmelitas le prohibió emplear esta devoción pues era exclusividad suya.
Lo primero que hizo el sacerdote fue fotografiar la estatua e imprimir muchas estampas para la propagación de la devoción, luego la gente atraída por la belleza y sencillez de la imagen empezó a acudir a la Iglesia y, según cuenta la tradición, empezaron a suceder muchos milagros. Esto generó que la devoción tomara fuerza, y pasara de ser solamente una figura religiosa para ser un icono de Colombia. El Divino Niño se ha establecido como una de las figuras más representativas y queridas de Colombia; su túnica humilde lo hace cercano a la gente sencilla y pobre, en cambio el Niño Jesús de Praga no hubiese tenido una acogida tan significativa.
El Divino Niño es un referente de toda la nación colombiana. Es frecuente ver la imagen del Divino Niño en buses, carreteras o viviendas. El Divino Niño en sí mismo un icono de Colombia, tanto como, por ejemplo, el sombrero vueltiao. En nuestro país han cambiado muchas cosas, pero al parecer por el momento el Niño Jesús seguirá impreso en los corazones de los creyentes de esta patria.
