Has escuchado la célebre y reconocida frase “¿Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer?”, pues bien, te quiero hablar de alguien muy especial que hasta hoy ha pasado desapercibida y poco reconocida.
Gracias a los delicados cuidados y protección con los que “ella” acompaña y protege nuestro café, a cada rincón del mundo donde quiera que se sirva una taza de buen “tinto colombiano” o cualquiera de sus preparaciones; ella es capaz de garantizar que su aroma y sabor lleguen intactos a Nueva York o Tokio, por ejemplo; ella ha acompañado por décadas cada conquista de nuestro preciado grano.
Ella es… “La cabuya” una poderosa fibra natural, de la que además Colombia es su mayor productor a nivel mundial actualmente.
Tuve la oportunidad de conocerla el pasado mes de diciembre en Guarne, Antioquia, pueblo que celebra las fiestas en su honor y en el que aun late gran parte de su historia. Cuenta con un museo que lleva su nombre y algunos artesanos que, por puro amor y pasión, siguen luchando para que el consumismo de las fibras sintéticas, no termine con esta hermosa relación.
Es un buen momento para reflexionar sobre como la globalización ha traído consigo un pluralismo cultural, que, sumado a nuestra falta de identidad, se ha convertido en un detonante para nuestra cultura nativa colombiana; fácilmente pagamos por bolsos y accesorios de “marca” hasta 500 dólares americanos, porque nos parece más cool que llevar una jíquera o cualquier pieza elaborada por las manos ancestrales de nuestras tejedoras y artesanas de oficio agónico.
Será la magia del océano verde de bosque nativo guarneño, donde ella creció, la que me hace soñar con una Colombia más justa y equitativa, que valora y honra sus raíces, prefiriendo primero lo suyo, lo propio, lo que brota de su tierra cargada de astucia indígena, verraquera arriera y tesón mestizo.
Ven y conoce a ¡LA NOVIA DEL CAFÉ!
Por: Arturo Aucique Torres. Reportero Rural en Guarne, Antioquia.
En la mañana del lunes 12 de agosto arribaron a Cartagena del Chairá, Caquetá, cinco camiones provenientes del mismo departamento y del Huila, transportando diferentes árboles frutales, forrajeros y maderables. Todo este material vegetal fue trasladado a dos botes para ser distribuido en Puerto Guayabo, Puerto Camacho y La Chipa, zona alta del Río Caguán.
El destino final de las plantas eran los hogares de las cien familias que participan en las Fincas Integrales Familiares Amazónicas – FIFAS, dentro del proyecto Amazonía Joven. Luego de dos días de constante trabajo en el traslado de la carga a los botes, a las seis de la mañana del día miércoles 14 de agosto, las dos embarcaciones empezaron a subir por el Río Caguán, y pasadas tres horas, el primer bote se detuvo en Puerto Guayabo para realizar la primera entrega, mientras tanto, el segundo continuó su transcurso hacia La Chipa.
Napoleón Lamilla, ingeniero agropecuario de CorpoManigua, una de las organizaciones implementadoras del proyecto, comenta que “el propósito de estas entregas es darle a cada una de las familias 1376 plantas, entre ellas árboles frutales, maderables y forrajeros que contribuyan a la reforestación del bosque tropical, evitar la extensión de la ganadería y garantizar la seguridad alimentaria desde cultivos de pancoger y de comercialización”.
¡La gran llegada!
Foto por: Fernando Losada. El Campesino.
Con entusiasmo los campesinos recibieron los botes y de manera inmediata se organizaron para realizar la descarga del material vegetal, fue entonces, cuando se distribuyeron en una larga cadena y trasladaron las plantas al punto gestionado. Este lugar de descargue debía atender a las necesidades de los integrantes que venían por río y carretera, y así, facilitar el transporte de las plantas a los hogares. En tan solo seis horas los árboles se encontraban clasificados y listos para ser entregados.
A las seis y media de la tarde una lluvia fuerte se desplegó por los territorios y solo se pudo realizar la entrega a las familias de las fincas más alejadas, quienes en camioneta y canoa se llevaron los primeros mandarinos, chontaduros, cacaos, cachimbos, naranjos, limoneros, carbonos y guanábanos.
“Todo el proceso de descargue fue un trabajo en común por los integrantes de Amazonía Joven que vienen de todas las veredas de por aquí y gracias a Dios todo salió bien. Con este material vamos a ayudar a cuidar el medio ambiente desde los bosques, y también, nos ayuda a la sostenibilidad de nuestras familias “, cuenta Henry Agudelo, participante de la vereda Los Lirios de Cartagena del Chairá.
El día jueves 15 de agosto a primera hora ya estaban los campesinos listos para recibir su material y ayudarse mutuamente a cargar la camioneta contratada y las canoas a la orilla del río en La Chipa, lugar principal de encuentro que recibió 51 familias; las 49 restantes recibieron su material vegetal en Puerto Guayabo y Puerto Camacho. De esta manera, al finalizar el día todo el material vegetal fue distribuido; en la lejanía del río se divisaban las canoas que resaltaban por el protagonismo del color verde de los árboles en cada una de ellas.
Trabajo en equipo para proteger los bosques y garantizar la seguridad alimentaria
Antes de entregar el material vegetal, CorpoManigua y las comunidades veredales conectadas por el Río Caguán trabajaron juntos para seleccionar los espacios adecuados que garantizarán la siembra exitosa de las especies arbóreas; en el mismo sentido, estos espacios deben facilitar el acceso para la recolección de los futuros frutos y aportar a la expansión de los bosques en las fincas participantes.
Así mismo, los integrantes han recibido espacios de formación para entender la importancia de los bosques, buenas prácticas para la plantación de las diferentes especies de árboles y la oportunidad que brindan los árboles para el sustento familiar. Gracias a los espacios formativos, los integrantes ya tenían en sus fincas los hoyos listos para la plantación y estaban en menguante, es decir, el tiempo indicado para la siembra de especies frutales y forrajeras, y próximos a la luna creciente para la siembra de especies maderables.
El material fue clasificado con el propósito que todas las familias llevaran a su hogar la misma cantidad de árboles, por esto, para realizar la entrega se firmaron actas de compromiso de siembra y cuidado de cada árbol. También, se hacía entrega de un acuerdo ambiental, en el cual se establecía la responsabilidad de preservar los bosques que se encuentran dentro de su propiedad.
“Este es un proyecto muy bueno, muy hermoso, porque nos ha enseñado a mejorar nuestras fincas y las praderas con árboles, de verdad es una ayuda muy especial. Estoy muy contenta y agradecida con Amazonía Joven porque se beneficia mi esposo, mi sobrino y mis nietos que son los titulares en el proyecto”, cuenta doña Mercedes de Rumique de la vereda Miraflores Alto.
Foto por: Fernando Losada. El Campesino.
Reforzando los pulmones de Colombia
El 75% de los árboles se encuentran plantados, el restante se dejará durante quince días más, bajo polisombras para que alcancen su tamaño ideal y poderlos sembrar en el punto final. Por otro lado, en lo corrido del año llegará nuevo material de especies frutales y maderables distintas a la primera entrega y cumplir la meta de los 1376 árboles para las 100 familias que integran Amazonía Joven en la zona alta del Río Caguán.
Cada paso del proyecto Amazonía Joven ha sido gracias al financiamiento del Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea, el apoyo de la Fundación Bolívar Davivienda y su ejecución por CorpoManigua, la Diócesis de San Vicente del Caguán y Acción Cultural Popular – ACPO.
La entrega también contó con el apoyo de la Asociación de Productores de Cacao – Acamafrut, quien aportó con especies frutales y maderables para los territorios vinculados al proyecto.
Foto por: Fernando Losada. El Campesino.
El Fondo Europeo para la paz que apoya este proyecto, fue creado en diciembre de 2016 y es un mecanismo de la cooperación al desarrollo de la Unión Europea. Este fondo tiene entre sus objetivos principales apoyar a Colombia en el desarrollo integral de las zonas afectadas por el conflicto y apoyar la reincorporación social y económica de los excombatientes en el marco de la implementación del Acuerdo de Paz. El Fondo cuenta 120 millones de euros (más de 345 mil millones de pesos) para apoyar el progreso de proyectos de paz y reconciliación comunitaria en 51 municipios de Colombia.
El 20 de agosto de 2018, una niña sueca llamó la atención del mundo sobre el cambio climático al sentarse frente al Parlamento sueco con una pancarta que decía ”Skolstrejk för klimatet” (huelga escolar por el clima).
Greta Thunberg nació en Suecia el 3 de enero de 2003. Eso es lo impactante, que es una adolescente de un país desarrollado, que podría, y seguramente sea así, tenerlo todo desde el punto de vista material, la que ha conseguido lo que cientos de científicos vienen denunciado desde hace años con sus análisis y predicciones: poner el foco de atención de la sociedad civil mundial sobre el peligro del cambio climático.
Pero ella sabe que hay algo que no puede tener sin las acciones conjuntas y decididas de quienes le critican y quienes la respaldan, no tiene un futuro. Ni ella ni nadie. No es un asunto de intereses personales, en un tema de alcance planetario que afecta a toda la humanidad. El planeta se acaba.
Rebelde, inquieta, poco sociable debido al síndrome de Asperger que padece, y que ella considera un regalo, me recuerda en parte a aquella Pipi Calzaslargas, el personaje creado por la escritora sueca Astrid Lindgren en 1945.
Greta es una pipi del siglo XXI, una niña que desde su silencio no se calla y que, como la joven sueca pecosa de trenzas y medias largas, no se pliega a lo establecido, que cree en los ideales, aunque sus mayores, sobre todo los políticos, hagan todo lo posible para que no existan, y a la que muchos sectores quieren enmudecer. Greta, al contrario que Pipi, no vive en la fantasía sino en la cruda realidad de un mundo que está en una crisis climática terminal.
Hace un año que Thunberg dio inicio a la “huelga escolar por el clima”, una propuesta novedosa entre tantas acciones para luchar contra el cambio climático que la mayor parte de las veces se han mostrado inútiles. Greta ha institucionalizado “los viernes, huelga”, y no precisamente al sol sino no asistiendo a clase.
Lleva desde entonces protestando frente al Parlamento sueco en contra del cambio climático con una iniciativa denominada “Friday´s for future”. Campaña que tuvo su punto más álgido el 15 de marzo de 2019, con una nueva oleada de huelgas de estudiantes en más de 1.000 ciudades de 89 países en un viernes histórico por el clima.
Sus propuestas son una manera de desobediencia civil, en línea con lo que planteó en su día H.D. Thoreau, y que después han seguido muchos otros movimientos y personas desde Gandhi a Luther King pasando por Nelson Mandela. Para Greta, nuestra casa está ardiendo, y no es solamente el hogar de esta niña, su hermana y su madre y padre, es la casa de toda la humanidad. Es el planeta el que está ardiendo, hasta el Ártico está en llamas (tal como avisa Naciones Unidas en sus noticias).
No la utilicen como figura para echar balones fuera en tema del clima, ella no es más que una joven preocupada por el mundo, el suyo y el de los demás. No la usen como ejemplo si no entienden todo lo que hay detrás de su protesta. No la pongan de parapeto para seguir destruyendo el planeta mientras hablan de esperanza.
Ella es solamente Greta y ha recogido y hecho visible lo que científicos, organizaciones y algunos políticos comprometidos llevan años anunciando: la Tierra se muere y el tiempo se acaba. Y todo ello es culpa de la acción humana.
El libro No One is Too Small to Make a Difference (Nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia), recoge once discursos de esta joven que, con un lenguaje claro y directo, sacan a la luz las miserias del mundo respecto a la crisis del cambio climático. Precisamente por no reconocer que es eso: una crisis. Ella solamente quiere una cosa: que entremos en pánico. Sí, como cuando se produce un incendio. Ya que cree que solamente ese miedo nos haría actuar como la situación exige.
En estos últimos doce meses ha estado frente a instituciones y políticos de todo el mundo. Sus consecuentes palabras se han oído en el Consejo Económico y Social de la Unión Europea, en el Foro de Davos, en la reunión del COP24, en el Parlamento británico o en las charlas TED (Technology, Entertainment, Design) en Estocolmo.
Ella quiere que la gente común actúe para limpiar el desastre que han hecho los políticos, que “han malgastado décadas con su negación e inactividad”.
En su calendario tiene una de las convocatorias previsiblemente más masivas de la historia: la huelga por el clima del próximo mes de septiembre. Una invitación a que paremos toda actividad para gritar a favor del clima y en contra de ese cambio que nos lleva al desastre. Será una huelga mundial por el planeta en la semana del 20 al 27 de septiembre de este año.
Greta quiere que tomemos conciencia de que lo que tenemos delante no es una noticia más alimentada de hechos y cifras, sino una crisis en toda regla que amerita tratarla como tal, con medidas drásticas y urgentes.
Cambiemos el mundo, hagamos huelga por el clima, pero no nos quedemos ahí. No es suficiente, hay que seguir luchando contra la injusticia social y la desigualdad que nos mata.
Por: Ignacio «Iñaki» Chaves – Consejo Editorial El Campesino.
Se cumple un año más para reconocer el valor profundo de Acción Cultural Popular – ACPO. Más allá de los desafíos y obstáculos que ha debido enfrentar en su proceso histórico, hoy más que nunca los habitantes rurales son y serán los testigos de esta historia de vida forjada en hechos reales de formación y capacitación para mejorar la calidad de sus vidas en el campo colombiano desde hace más de 70 años.
En estos años, el objetivo misional de la organización, el cual impulsó a Monseñor Salcedo a fundar Acción Cultural Popular, se ha cumplido a través de la generación de espacios y estrategias necesarias que van acordes al tiempo actual y que a su vez van dirigidas al campesinado colombiano, manteniendo vivo el espíritu y razón de ser de ACPO.
Por eso ahora se puede decir que los habitantes rurales han mejorado su calidad de vida, tanto aquellos que desde los inicios fueron parte de esta gran obra con las Escuelas Radiofónicas, como los que ahora siguen siendo y viviendo un proceso con las nuevas tecnologías que el mundo nos ofrece a través de Escuelas Digitales Campesinas – EDC, es decir, la convergencia de las manos que cultivan a las manos que digitan.
Cumplir años es también un tiempo de agradecimiento y de recuerdo. Por un lado la infinita gratitud a Monseñor Salcedo por hacer posible la creación y consolidación de Acción Cultural Popular, sobreponiéndose a todas las dificultades que encontró en el camino, y por el otro, la imborrable memoria auténtica de ACPO para la historia de Colombia y el mundo.
Este logro se debe al conjunto de esfuerzos de todos los miembros que hicieron y hacen parte de esta bonita labor, y por supuesto de nuestros campesinos colombianos, porque en ellos se personifican los caminos recorridos y las huellas de la gestión de Acción Cultural Popular a través de los años.
Los campesinos son la base del quehacer
Los campesinos son los que han contribuido al crecimiento de esta organización, a través de un trabajo conjunto, han ido difundiendo los diversos programas que Acción Cultural Popular ofrece, y por ende, han logrado articular esfuerzos y compartir aprendizajes con la comunidad en general.
Los habitantes rurales se han convertido en protagonistas de esta memorable historia, sus palabras y deseos han generado propuestas acordes a sus necesidades y han caminado de nuestra mano para mejorar cada día más la gestión de ACPO. De manera que, son ellos los que nos impulsan diariamente a recorrer aquellos caminos de educación y formación como la mejor alternativa para ser mejor persona y aportar más cosas al desarrollo del país. Ellos son nuestra energía, causa y razón de ser de estos 72 años.
El 23 de agosto de 1947, el padre José Joaquín Salcedo Guarín llegaba a Sutatenza y en los campos boyacenses se iniciaba un capítulo que partiría en dos la historia de la Colombia rural. Imaginemos que esta revolución cultural no hubiese ocurrido.
Imaginemos una Colombia rural sin Monseñor Salcedo, sin el Quijote visionario, sin sus ideas y pasión por la educación campesina, sin el Padre Sabogal, si sus “viejos queridos,” sin Radio Sutatenza, sin el periódico El Campesino, sin la Biblioteca Campesina, sin los Institutos Campesinos.
Sutatenza no sería reconocida a nivel mundial como la cuna del más trascendental experimento de pedagogía popular, miles de personas no podrían hoy llevar con orgullo el título de Auxiliar Inmediato, Líder o Dirigente Campesino. La EFI sería una sigla vacía de sentido y no la cristalización de un sueño.
El siglo XXI tampoco hubiese conocido a las Escuelas Digitales Campesinas, al Programa de Desarrollo Socioecónomico, al periódico Digital elcampesino.co ni a su Red de Reporteros Rurales. El Encuentro Intergeneracional de Líderes Campesinos y el Festival Campo y Cocina serían fechas vacías en el calendario. Los colombianos no hubieran podido hacer el «MilAgro» por el campo colombiano.
Sin ACPO, sin sus servicios culturales, en lugar de mas de un millón de horas de emisión de programas culturales solo tendríamos silencio; y en vez de 7 millones de cartillas, 5 millones de libros y 76 millones de ejemplares del periódico El Campesino, tendríamos páginas en blanco.
Sin ACPO, sin sus ideas del desarrollo como tarea popular, más de 4 millones de campesinos permanecerían en las tinieblas de la ignorancia, condenados a una vida sin esperanzas, a una vida de repeticiones. El campo seguiría aislado y el campesino ignorante. Sin duda, incluso peor sería hoy la suerte de la mujer rural.
Sin ACPO, sin su impacto arrollador, otro hubiese sido el destino de las Reformas Agrarias, de la Acción Comunal, de las Cooperativas y hasta de la Universidad Abierta y a Distancia. 24 países del mundo no hubiesen podido emular este sistema de educación popular.
La memoria es a veces cruel e injusta con el pasado reciente, pero no debemos olvidar que ACPO emprendió la obra más poderosa de educación popular y sembró así la idea de la grandeza del campesino para triunfar mediante el esfuerzo individual y colectivo.
ACPO marcó el origen de la transformación de la vida rural en Colombia y, aunque aún queda mucho por hacer, también es mucho, muchísimo, lo que se ha logrado.
La guadua es un tipo de bambú que constituye una de las especies más importantes de América siendo una planta endémica de este continente. Se caracteriza por su rápido crecimiento, llegando incluso a alcanzar los 30 metros en menos de 4 años, además su resistencia y versatilidad la han convertido en una alternativa muy prometedora para reemplazar el plástico y hacer frente al cambio climático.
En Colombia, esta imponente planta se desarrolla de manera óptima en la Región Andina comprendiendo departamentos como Quindío, Antioquia y Risaralda, y gracias a las condiciones de los suelos y las temperaturas que van de los 17° C a los 26° C la guadua se regenera sin necesidad de que intervenga el hombre en su cultivo.
Este tipo de bambú destaca entre los demás por ser un regulador natural del caudal hídrico, ya que absorbe agua cuando hay exceso de ella y la libera poco a poco en temporadas donde el ecosistema la necesita, característica que previene la erosión del terreno. Además, la guadua cumple con funciones tan indispensables como la fijación del CO2, solo que en su caso llega a absorber más contaminación que algunos árboles.
Respecto a sus usos, la guadua ha sido utilizada por décadas para la construcción de viviendas y otros espacios de habitar ya que es de gran resistencia. Así mismo, gracias a su versatilidad y ante la necesidad de encontrar materiales biodegradables para disminuir la contaminación del mundo, se han empezado a elaborar muebles, utensilios de cocina, embalajes, desechables ecológicos, textiles, entre otras herramientas utilizadas cotidianamente por los seres humanos.
Teniendo en cuenta lo anterior, es importante reconocer que este tipo de plantas son una excelente alternativa para reemplazar el plástico y apostarle a la construcción de una sociedad basada en la responsabilidad ambiental, que promueve y trabaja por establecer nuevas formas de productividad apostándole al desarrollo sostenible.
En Valledupar, capital del departamento de Cesar se está trabajando por fortalecer en las comunidades los conocimientos sobre la gran biodiversidad que alberga esta zona del país. Esto, con el objetivo de que a partir de un trabajo mancomunado se mitigue el tráfico ilegal de fauna silvestre, pues según la Policía de Ambiente Departamental actualmente se han capturado más de 138 personas por realizar esta actividad que afecta la vida de los ejemplares y la estabilidad de sus ecosistemas.
Los colegios Leonidas Acuña, Milciades Cantillo y La Esperanza, participaron en el primer Concurso de Esculturas de Especies Silvestres en Material Reciclable, un evento organizado por la Policía Ambiental que junto con la Corporación Autónoma Regional del Cesar- Corpocesar, pretenden promover en el departamento la conciencia sobre el el hábito del reciclaje.
Con botellas, tapas, cartón, llantas y otros residuos sólidos, los estudiantes dieron vida a especies como Guacamayas, tortugas hicoteas, camaleones, iguanas, serpientes y marías mulatas. Animales representativos de la región que hacen parte fundamental del ecosistema y que hoy se encuentran en situación de amenaza. Razón por la que además de construirlos y mostrarlos al público, los jóvenes investigaron sobre las situaciones de cada especie.
“El ejemplar que hoy exponemos, como pueden apreciar es un ave fea, pero ese fue nuestro objetivo porque es un ave que tiene una enfermedad llamada picaje, la cual se da cuando el ave se encuentra encerrada, su jaula está sucia, tiene mala alimentación o estrés debido al el ruido; estos son problemas del ser humano debido a su ignorancia”. Afirmó Sergio Barandica, estudiante de la Institución Educativa La Esperanza.
Línea Amarilla es una estrategia comunitaria de las juntas de acción comunal del Magdalena Medio, específicamente de las comunidades que limitan con la serranía de San Lucas. Este proyecto nació en la década de los noventa con el objetivo de proteger este ecosistema y la biodiversidad que en él habita, estableciendo un límite entre las áreas de colonización campesina y aquellas destinadas a la conservación.
Con pintura amarilla las comunidades en un trabajo mancomunado pintaron una serie de árboles trazando una línea para indicar dicho límite. Esta estratégia contó en sus inicios con el apoyo de las FARC y el ELN como actores clave que acompañaron la propuesta de conservación ambiental y así mismo respaldaron las restricciones de uso establecidas. Evitando así, que se realicen en la zona actividades de deforestación, expansión ganadera, caza, entre otras.
Teniendo en cuenta la relevancia de este tipo de accionar comunitario, Vivian Julieth Calvo Pérez, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional, realizó una investigación para analizar cómo el campesinado de la Zona de Reserva Campesina – ZRC de este territorio ha desarrollado prácticas y procesos ambientales para contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de la población y su entorno.
El estudio evidenció que la Línea Amarilla representa un proceso de organización con una figura de ordenamiento ambiental que no solo está favoreciendo a la conservación de la serranía y a la recuperación de los ecosistemas que la conforman, sino que aporta al fortalecimiento del tejido social.
Uno de los resultados que más se destaca es la identificación de un alto número de especies endémicas con diversidad de de aves, mamíferos, escarabajos y mariposas. Manifestación del éxito de esta estrategia comunitaria y ejemplo de los importantes logros que se pueden alcanzar cuando se trabaja desde el arraigo por el territorio y en pro de la sostenibilidad.
El Amazonas es el bosque húmedo más extenso del planeta, en sus místicas e imponentes tierras habitan más de un millón de especies animales y vegetales y se estima que hay miles de ejemplares que aún son desconocidos por la ciencia. Con 3.500 tipos de árboles se le considera como los pulmones del mundo, pues es capaz de producir más del 20% del oxígeno que necesita la tierra.
Sus enormes selvas, que se extienden por Bolivia, Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, Surinam y Venezuela, representan un territorio ancestral para los pueblos indígenas que allí conviven y un ecosistema indispensable para la continuidad de la vida humana. Lamentablemente, a partir del accionar inconsciente del hombre este tesoro natural se encuentra en amenaza, y aunque en cada país se enfrentan diversas problemáticas en torno al Amazonas la situación más preocupante radica en Brasil.
Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales – Inpe las imágenes satelitales analizadas por la entidad detectaron en la Amazonía Brasileña más de 72.800 focos de incendios entre enero y agosto de este año, aumentando un 83% respecto al año anterior cuando se registraban 39.194. Dichas cifras se han manifestado desde hace más de dos semanas con un incendio de gran magnitud que ha venido arrasando con miles de hectáreas de bosque y a su paso, con las especies que lo habitan.
¿Por qué están arrasando con la selva amazónica de Brasil ?
Brasil cuenta con la mayor cabaña ganadera comercial y es el principal exportador de carne del mundo, además de compartir con China el liderazgo en la exportación de cuero curtido. Esta es una de las principales causas de que las cifras de deforestación en Brasil sigan aumentando, pues con el objetivo de alcanzar una posición de dominio en el mercado global de productos agropecuarios, Jair Bolsonaro, actual presidente del país, ha impulsado y apoyado la intervención de empresas mineras y agroindustriales en el Amazonas.
En relación con los incendios de los últimos días, el gobierno no ha tomado medidas urgentes ni pertinentes ya que en cierta medida, la desaparición de la selva deja espacios libres para la ganadería a gran escala, principal interés del actual presidente. Pues a partir de un análisis realizado por Greenpeace el 80% de las áreas deforestadas ya sea con maquinaria o por incendios están siendo actualmente ocupadas por fincas ganaderas.
Ante la gravedad de la situación, se espera que se enciendan las alarmas por el Amazonas y los organismos internacionales competentes tomen medidas e intervengan para garantizar la vida de los pueblos originarios, la lucha contra el cambio climático, la seguridad alimentaria y la protección de la biodiversidad del mundo.
Los Nasa son un pueblo indígena que habita los inmensos y verdes paisajes de Tierradentro, una zona natural ubicada en el departamento del Cauca que comprende hasta cierto punto tierras huilenses y que se considera uno de los tesoros arqueológicos de Colombia. Entre las principales características de los Nasa se encuentra el fuerte arraigo por el territorio, que durante años los ha mantenido en una lucha por la defensa de sus prácticas y cosmovisiones ancestrales.
Para ellos, la música representa un medio de comunicación y reconocimiento que fue heredado por los mayores para hacer frente a las diversas situaciones de la vida. Es por esto, y en honor al espíritu del viento que según sus creencias viaja por el universo y va chocando con las montañas produciendo mágicos sonidos y convocando a la danza; que desde el 2011 se celebra el Dialogo de Flautas y Tambores de los Andes, uno de los encuentros culturales de ritmos tradicionales más representativos del país.
Este importante evento convoca a las comunidades indígenas de todo el suroccidente colombiano y a los amantes de los ritmos propios para celebrar al son de flautas y tambores artesanales el ritual del viento. Que con cantos y melodías interpretados por niños, adultos y mayores invitan a la reflexión, la conexión y la curación de sí mismos y de la Madre Tierra.
El Diálogo de Flautas y Tambores tendrá lugar del 22 al 25 de agosto del presente año en el resguardo indígena Tumbichucue, territorio ancestral ubicado a una hora y media del municipio de Inzá. Encuentro en el que se realizarán cuidos a los espíritus del viento y a los mayores músicos de la región por hacer posible la conexión con el pasado y rescatar todos los saberes que permiten la vivencia del presente y la construcción del futuro.