La utilización de elementos químicos como el fungicida genera tanto daños en el medio ambiente como en la salud de las personas.
Por: José David Castro Pino
Coordinador EDC Valle del Cauca
Las fumigaciones han sido objeto de debate debido a las implicaciones que esto conlleva, específicamente la utilización de fungicidas. Se ha comprobado que afecta considerablemente la salud de las personas, de los animales y genera también un desequilibrio ambiental e incluso económico.
La idea que pretenden instalar los gobiernos de Colombia y de Estados Unidos es que el uso del glifosato empleado en las fumigaciones de las plantas de coca y amapola no causan ningún daño y, por el contrario, lo defienden, mencionando que este es utilizado en la producción de café, arroz, algodón, maíz, sorgo, cebada y fríjol de soya, así como para el control de maleza en el cultivo de árboles frutales, plátano, banano y palma africana. Se dice también que en algunas regiones del país se utiliza el glifosato como agente madurador en la producción de la caña de azúcar. Inclusive, los cultivadores de coca y amapola lo emplean ampliamente en el control de maleza.
Sin embargo, científicos, organizaciones no gubernamentales y movimientos campesinos denuncian que el fungicida glifosato, así como los otros compuestos que se utilizan para las aspersiones, tienen graves efectos en la salud de las personas y no sólo erradica los cultivos ilícitos, sino que afectan otras siembras y contaminan los afluentes de agua. En síntesis erradican la vida.
Según el gobierno norteamericano su toxicidad es menor que la que puede producir la sal común, la aspirina, la cafeína, la nicotina o la vitamina A. Afirmación que generó múltiples reacciones entre quienes se oponen al uso de glifosato. Por su parte, médicos del hospital de La Hormiga, en el departamento del Putumayo, comentaron a un diario local que “se presentaron decenas de casos de irritación de ojos y de enfermedades de la piel y de las vías respiratorias mientras se aplicaban 85.000 galones de glifosato sobre más de 30.000 hectáreas de cocales en este departamento».
Por último, es importante tener en cuenta, según los expertos, que las aspersiones con glifosato han logrado erradicar grandes cantidades de hectáreas de sembrados de coca y amapola en Colombia, pero las siembras se reproducen a una mayor velocidad, haciendo infructuosos los esfuerzos del gobierno por controlar estos sembrados.