jueves, diciembre 19, 2024
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Elecciones 25 de Octubre, ¿y para qué?

Colombia atraviesa la coyuntura de las elecciones de autoridades territoriales que se desarrollan en todo el territorio nacional el 25 de octubre. La contienda no trae nada diferentes a las demás contiendas de años pasados, incluso de décadas pasadas y no ha de sorprender a ninguno las alhajas que las adornan y lucen cada cuatro años. A nadie sorprende, lo que verdaderamente asombra es lo indignante, descarada, solapada, hipócrita que se ha vuelto las personas, la misma sociedad. Son horas de periodismo dedicado a destapar las ollas podridas pero son miles de fogones que están dispuestos a cocinarlas y miles las manos que quieren echar leña al fuego.

Por: Helbert Leal
Facilitador  de las EDC de Almeida y Tenza, Boyacá

Einstein, el científico alemán de origen judío, en su juventud era un prominente funcionario administrativo e indicaba a través de unas de sus máximas: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Para nosotros menos prominentes en  empleos comunes y corrientes la adaptación de su máxima a nuestra realidad es algo así como: “Deje de hurgarse la nariz que se la va a totiar”. Es algo que evidentemente tiende a extrapolarse de la lógica y anidarse en la  psiquis humana, el comportamiento destructivo se convierta en repetitivo y cotidiano incluso que puede llegar a ser adictivo pueda solo ser explicado desde la comprensión de la futilidad humana.

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Colombia atraviesa la coyuntura de las elecciones de autoridades territoriales que se desarrollan en todo el territorio nacional el 25 de octubre. La contienda no trae nada diferentes a las demás contiendas de años pasados, incluso de décadas pasadas y no ha de sorprender a ninguno las alhajas que las adornan y lucen cada cuatro años, insisto a nadie le sorprende la trashumancia humana, ni la compra de votos, ni la participación indebida de funcionarios públicos en política, los delitos electorales o ningún crimen o vericueto que se ve comúnmente en todos los pueblos de Colombia. A nadie sorprende, lo que verdaderamente asombra es lo indignante, descarada, solapada, hipócrita que se ha vuelto las personas, la misma sociedad. Son horas de periodismo dedicado a destapar las ollas podridas pero son miles de fogones que están dispuestos a cocinarlas y miles las manos que quieren echar leña al fuego. No voy a culpar ni a la política ni a los políticos, esos pobres no tienen la culpa, la culpa es de esa monigote de miasmas, el arrume de carroñeros que venden el alma, que terminan decidiendo quien gobierna por un mercado y 20 mil pesos, esos que son la mayoría aplastante.

 

Para qué las políticas públicas, para qué insistir en leyes justas, para qué la lucha por la igualdad y los derechos, para qué esos intentos escritos de combatir las necesidades de la comunidad, para qué luchar por esa gente que vive en la miseria y que padece la desgracia, para qué luchar por esos que se quejan si son los mismos que se venden, para qué ser necios e insistir en ello, si al rato llega el hombre de las tejas de zinc y los tanques de reserva, el que le perpetúa el problema pero le afloja la carga, el que viene con el bulto de cemento con un millar de huecos, el que no se quemó el coco buscando soluciones para la comunidad, el que no estudio para poder brindar alternativas y caminos hacia al progreso. El hombre de las tejas, el cemento, los tanques, los baldes, las picas y el billete dobladito ya viene y todo lo cambia y todo lo transforma en ese desolado país gris y horrible en el que se convierte cada día Colombia. El país se fue a pique y eso lo saben todos, desde el guerrillo hasta el magistrado, solo es cuestión de tiempo para que la falda caiga y deje ver las miserias que nos abundan, somos el problema y los políticos no son sino la clara manifestación de nuestros deseos y anhelos de nuestra apatía y terquedad, allá en las altas cúpulas de los edificios blancos coronados en cruz donde no llega el olor podrido de las calles lo saben, allá en los palacios gubernamentales lo saben, la justicia se ha rendido y la anarquía gobierna, solo queda el inevitable paso a teñir de rojo las otras dos franjas de la bandera.

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