El Sol es una estrella vulgar, ni grande ni pequeña, ni caliente ni fría, ni joven ni vieja. Se calcula que su edad es de 5.000 millones de años y que seguirá brillando con la misma intensidad otros tantos.
Por Yenoval Daniel Cruz Alfonso*
El Sol contiene más del 99 por ciento de toda la materia del Sistema Solar. Ejerce una fuerte atracción gravitatoria sobre los planetas y los hace girar a su alrededor.
Las estrellas como el Sol, son los únicos cuerpos del Universo que emiten luz. El Sol es también nuestra principal fuente de energía, que se manifiesta sobre todo, en forma de luz y calor.
El Sol (todo el Sistema Solar) gira alrededor del centro de la Vía Láctea, nuestra galaxia. Da una vuelta cada 200 millones de años. En nuestros tiempos se mueve hacia la constelación de Hércules a 19 Km/s.
Cuando el sol alcance la edad de 11.000 millones de años habrá agotado todo el hidrógeno que está utilizando como combustible, y empezará a consumir helio en sus reacciones nucleares.
Entonces el sol pasará de ser una estrella normal a convertirse en una gigante roja. El volumen del Sol crecerá hasta las proximidades del actual planeta Mercurio, todos los planetas hasta Marte serán atraídos y englobados en la masa del Sol.
Nuevas transformaciones convertirán al Sol en una estrella pulsátil, y después en una enana blanca, en la que toda su masa se concentrará en un tamaño similar al de nuestra Tierra. Los planetas más lejanos se contraerán o se extinguirán, alterándose toda la mecánica de nuestro sistema solar y posiblemente influyendo en el de las estrellas próximas.
Pero, mientras tanto, ahí está, y es el centro de nuestra casa. El Sistema Solar, inmenso según nuestra escala, es, sin embargo, una parte muy pequeña del Universo.
Actualmente el Sol se estudia desde satélites, como el Observatorio Heliosférico y Solar (SOHO), dotados de instrumentos que permiten apreciar aspectos que, hasta ahora, no se habían podido estudiar.
Además de la observación con telescopios convencionales, se utilizan: el coronógrafo, que analiza la corona solar, el telescopio ultravioleta extremo, capaz de detectar el campo magnético, y los radiotelescopios, que detectan diversos tipos de radiación que resultan imperceptibles para el ojo humano.
¿Cómo se formó? ¿De qué está hecho? ¿Cómo funciona? Son muchas de las preguntas que a través de los años se han estado tratando de explicar y que tanto hoy como en un futuro gracias a la ayuda de la tecnología lograremos resolver.