Un niño o niña que experimenta lo que está en relación constante con diversos lenguajes ya sean creativos, estéticos, expresivos, lúdicos, comunicativos, tiene una mayor posibilidad de construir un pensamiento complejo, divergente y sistemático.
Por: Carlos Arturo Leiva Perilla, facilitador EDC- Boyacá
Los niños y niñas tienen una innata necesidad de exploración para apropiarse del mundo, y de manera orgánica el deseo expresivo, estético y simbólico que los habita. Hoy los docentes madres comunitarias y en general quien tenga que ver con primera infancia, niños de 0 a 6 años, es necesario que adquieran el compromiso de contribuir a potenciar la conciencia orgánica, las pulsaciones y los deseos fundamentales para el desarrollo humano.
Un niño o niña que experimenta lo que está en relación constante con diversos lenguajes ya sean creativos, estéticos, expresivos, lúdicos, comunicativos, tiene una mayor posibilidad de construir un pensamiento complejo, divergente y sistemático. A través del cuerpo sentimos vemos escuchamos con nuestro cuerpo físico y simbólico. Abrimos los ojos para ver, paramos nuestros movimientos para escuchar, extendemos las manos para tocar y cerramos los ojos para disfrutar del contacto con otros, para disfrutar de un abrazo o un beso, pero este simple gesto de cerrar los ojos parece el portal de apertura de otros rangos sensibles.
El niño y la niña desde el vientre materno nos informan de su existir, de su deseo de establecer contacto y relacionarse, aparecer se constituye en la ratificación de una existencia corpórea , que no necesita comunicar nada por fuera de sí misma, de igual manera, el adulto que aparece ante el niño o la niña los interpela con su presencia, con su temperatura, con su ser, aún sin contacto físico u oral explicito, la presencia del adulto puede ser señal de seguridad o miedo, de confianza o inhibición.
Trabajar desde un enfoque integral del cuerpo es a la vez trabajar desde su potencial creativo y tiene un profundo sentido de fuerza liberadora.
