Esta es la historia de Lucía, a quien llamaremos así con el fin de cuidar su integridad, oriunda del municipio de Teorama, Norte de Santander, 54 años, tres hijos y un esposo que le arrebató la guerra. En medio de un diálogo con café tostado hecho a mano, decidió relatar uno de los sucesos más dolorosos de su vida.
“Ese horroroso día mi esposo salió desde muy tempranito a trabajar en la huerta, sembraba piña, recuerdo que estaba feliz porque por fin tendríamos una cosecha buena, el mal tiempo y el pésimo estado de las vías nos habían perjudicado”.
Sin embargo, esta vez habíamos hecho cuentas y si todo salía como lo habíamos planeado podríamos pagar nuestras deudas, y comprar la muñeca de trapo que mi hija le había pedido al niño Dios. Pero bien decía mi difunta madre, no se pueden contar los pollos antes de tener los huevos.
Mientras recordaba la historia una lágrima rodó por su mejilla, sabía que habíamos tocado un tema que removía sus sentimientos por lo que insistí en parar el relato. Ella continuó casi de inmediato, evitando mi comentario e ignorándolo por completo, era valiente, eso era seguro.
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“Ese mismo día recibimos la visita de unos hombres con armas que nos despojaron de nuestro hogar, nos arrebataron todo lo que materialmente teníamos, no pudimos llevarnos nada. Mis hijos eran muy pequeños y caminaron a mi lado en medio del ruido de los fusiles que silenciaron el llanto de una familia.
Tuve que despedirme de mis hermosas plantas que regaba todos los días y a cambio ellas me regalaban paz, tuve que dejar en el olvido el sonido de los pájaros todas las mañanas y de mis animalitos. Hasta el día de hoy me pregunto ¿Les habrán dado de comer dos veces al día como solía hacerlo yo? ¿Mis sembrados de hortalizas se habrán marchitado?”.
El tejido se convirtió en un ejercicio de memoria y perdón para Lucía, empezando por la construcción de una colcha de todos los colores, formas y tamaños. “He creado una nueva historia, la he forjado con todo lo bueno que hay en mí, he trabajado sin descanso para borrar todo rastro de aquellos recuerdos sombríos”.
Entre mochilas, bufandas y trajes aprendió a dejar el pasado atrás y construir un futuro que le permita a sus hijos tener mejores oportunidades. Han pasado más de 20 años desde aquel doloroso suceso, y su llanto le permite purificar el alma y sanar las heridas que le ha dejado la guerra.
Lucía, es una de las participantes del proyecto Alfabetización Digital para la Gestión Comunitaria del Agua, el cual es financiado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación – COSUDE. Este proyecto está enfocado en fortalecer en líderes y lideresas rurales el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación – TIC, para que puedan usarlas en pro de su territorio.
Por: Jackelin Arroyo Rincón. Facilitadora educativa del proyecto Alfabetización digital para la gestión comunitaria/COSUDE.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.