En todos los momentos debemos recordar que en el mundo se encuentran unos personajes que están realizando encomiables labores altruistas, cuyos fines son tratar de cambiar tantos paradigmas. Son seres que se pierden en los laberintos de las calles y de tantas instituciones que comparten visiones y valores, que aparecen como agentes de cambio sin buscar ninguna recompensa, solo su espíritu humanista.
Veámosle en esta reflexión, mujeres u hombres, jóvenes y niños de diversas condiciones sociales, razas, convicciones, profesiones, artes u oficios, e instituciones de distintas naturalezas cuyo objetivo es llevar a la sociedad mensajes de esperanza, anunciando formas de lucha como un desafío político y social para oponer resistencia y abrir puertas a porvenires de renovación, donde el pensamiento libre y crítico despierte las conciencias democráticas.
Se tiene la creencia que el liderazgo solo está en cabeza de determinadas condiciones, que los grupos y medios son sólo ejecutores de tareas o simples operarios. Tremenda utopía, pues es de reconocer el valor agregado que representan esos desconocidos, verdaderos guerreros de la historia. El liderazgo no tiene dueño especial. Las personas del común, sin tanta prosopopeya hacen liderazgo silencioso, hacen el cambio que el país requiere, ellos se alzan incansables para orientar las actividades rompiendo reglas en el buen sentido de la expresión.
Esa masa crítica, esa generación de apoyo vive el día a día que con los rayos del sol apunta hacia horizontes de paz, en medio de las vicisitudes del mundo, de las desigualdades sociales, de las penurias de sus hogares. Dícese que ese liderazgo silencioso posee la energía aplicada a la gestión creadora que danza conjuntamente en torno al bien común.
Puede decirse que ningún proyecto será tal sin la filigrana de los que lo ponen a funcionar. La función del intercambio de energías desempeña la transformación, y el avance que va dejando atrás los desgastados procesos que hoy gobiernan impunemente.
Y es precisamente esos líderes que se levantan con el cansancio de sus sueños los que vaticinan acciones con alto espíritu de responsabilidad, donde una remuneración es esquiva ante las condiciones globalizantes de las circunstancias sociales y las crisis que alteran el sentido de la vida que sin mirar hacia atrás vislumbran horizontes de entrega al servicio de la humanidad.
Los líderes silenciosos los vemos con sus manos callosas unos, su mente profunda y diáfana, su mirada sincera, su escucha activa, de conciencia transparente, de pocas palabras algunas veces pero de un corazón grande consiguiendo lo que tantos desde sus fortalezas de poder no lo hacen, pues si logran propósitos es para satisfacer sus fines personales.
Ante los cambios sociales y las nuevas dimensiones de desarrollo hay que mirar la pirámide invertida para atender en conciencia la búsqueda de aquellos líderes ocultos que son opción de cambio, que piden nuevas oportunidades, que ofrecen soluciones. El mundo moderno exige una oleada reformista para que se dé paso a quienes tienen esa dinámica en las conciencias sociales, y logren extraer de las parábolas sociales nuevos paralelismos que reorienten el corazón social del mundo saliendo al paso a todo desafío siendo visibles por sus hazañas y el talante espiritual.
Que el respeto y su condición visionaria sean estandartes de responsabilidad y eco de sus actos, que mantengan la pulcritud interna y externa, donde la palabra y la verdad recobren el sitial perdido. Que sepan responder con claridad y sin temores, sin dejarse llevar por los espejismos del poder, que sepan hablar del ser humano y de sus derechos en defensa de la dignidad. En conclusión, que sepan marchar interpretando la esencia y las razones que dan vida y armonía apasionándose de las acciones contra todo lo que altere los principios del hombre y la naturaleza.
El líder silencioso es alguien que no persigue la competitividad y la derrota del contrario, sino que da validez a todo lo que tiene dimensión de desarrollo dentro de un contexto desigual, corriendo riesgos y no alardeando protagonismo alguno. Esos líderes aprenden a hacer política social pero solo para dar dinámica a sus horizontes, para buscar el cambio del sistema. Este es el liderazgo que da sentido y es el liderazgo de corazón hacia la verdadera política, donde sus frentes de batalla están ocultos en las penumbras de sus sueños, en las páginas que ayudan a entender el mundo, comunicándose con sus acciones humanas, con sus palabras donde la verdad es vida.
Amigo… Seguramente estos líderes los están viendo en su propio hogar, en su trabajo, en su entorno social, en toda nuestra geografía. Allí habitan avivando el fuego de la esperanza. Apoyemos a estos líderes en su gestión, en su visión de cambio para un mundo mejor, más humano que reemplace los conflictos que hoy afligen al mundo, al hombre, a la naturaleza.
Por: Mariano Sierra. Habitante rural.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.