martes, mayo 14, 2024
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Bosques de Vida, la apuesta que revitaliza la armonía ambiental en Arauca

Este proyecto busca que comunidades marcadas por la guerra hoy hablen de paz y medio ambiente. Con su apuesta de restauración y conservación de 987 hectáreas, unen a campesinos de Tame en torno a la protección de la riqueza ambiental del territorio.

De acuerdo con el Centro Nacional  de Memoria Histórica, el municipio de Tame, Arauca es un territorio que se estableció como punto de entrada y expansión del paramilitarismo desde 1998. Lo que contribuyó a la permanencia del conflicto con grupos como el ELN por disputa de la tierra y los recursos naturales. 

Pese a que su historia está marcada por la guerra, las comunidades luchan por sanar las heridas causadas y entablar relaciones de armonía con el medio ambiente. Así lo demuestra el proyecto Bosques de Vida, una apuesta de restauración y conservación comunitaria desarrollada en diversas veredas de esta zona araucana.

Cabe mencionar que esta iniciativa es liderada por La Palmita Centro de Investigación junto a la Asociación Comunitaria, con recursos del posconflicto provenientes del programa Colombia Sostenible y el Fondo Colombia en Paz.

Humbelina Vigott y Hayder Blanquiset son dos campesinos pertenecientes a la Asociación Vivero Comunitario Morichales de Vida – El Mapoy, la cual nació en 2019  ante la tala por ganadería y agricultura, como epicentro del proyecto. “Somos 13 familias que cada día nos empeñamos en mejorar más y aportar muchísimo al medio ambiente y a la economía”, agrega Humbelina.

Entre sus acciones el vivero realiza recolección de semillas para germinación, rescate de plántulas para siembra, llenado de bolsas, preparación de sustratos y siembra de plántulas. Cabe mencionar que cuentan con un grupo de obreros que antes de ir a campo reciben una charla sobre cómo es el manejo, la siembra y cómo reciclar. 

Foto por: La Palmita

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Bosques de Vida beneficia a finqueros y finqueras que también quieren aportar a la protección ambiental, tal es el caso de Esther Macea quien dice que su ingreso “fue una bendición de Dios, porque yo había luchado con Corporinoquia y la alcaldía para conservar mi caño que pasa por la finca, ya que soy piscicultora”.

Además, comenta que “la idea es volver la finca  turística, mejorar muchas cosas que tengo que mejorar y gracias a la ayuda de La Palmita sé que lo voy  lograr. Yo daba fe de lo que ellos hacen con mucha transparencia, legalidad y experiencia, porque nos dirigen y todos los profesionales están muy bien capacitados”.

Creer en la construcción de paz desde el cuidado ambiental

A partir de un trabajo en equipo y con acompañamiento técnico el proyecto ha sensibilizado a cientos de personas, y aunque fue un trabajo difícil convencer a los vecinos para que creyeran en la iniciativa, según comentan los entrevistados, ahora les sorprende ver ese espíritu en las comunidades.

Foto por: La Palmita

Para Hayder, quien realiza labores de monitoreo a las plantas sembradas, “es algo bonito que surge y nos inspira a seguir trabajando,  porque nuestros hijos van a vivir y surgir en este planeta y esperamos que esto sea un cambio para ellos”, comenta con voz esperanzadora.

“Es como que uno se trae una vida y hay que darle crecimiento, tener la planta es como un hijo, verlo crecer, tenerlo limpio, en buenas condiciones, por eso me gusto mucho lo del monitoreo”, responde ante la pregunta de cuál ha sido la capacitación que más le ha interesado.

Por su parte, la señora Esther se quedó con el aprendizaje de conservación y restauración porque se vinculan  las familias para estos procesos. “Entonces esa unión familiar, el amor por el campo y por conservar la naturaleza es una de las cosas que más llamó mi atención, nuevamente estamos reviviendo ese amor por la naturaleza” afirma.

El proyecto Bosques de Vida se convierte en un espacio transformador para un pueblo que sólo habló de guerra, ahora su discurso se encamina hacia el rescate de especies nativas, la revitalización de los bosques y el fortalecimiento del tejido social. Un ejemplo de resiliencia que hoy aporta no solo a Arauca sino a todo el país. 

 

Por: Karina Porras Niño. Periodista – Editora. 

 

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