La obra “Andá, Subí, Ve” es una pieza teatral inspirada en las ceremonias fúnebres afrocolombianas que, a través de cantos a capella, aluden a la muerte y a los santos. Esta propuesta artística dialoga con el contexto político de los territorios y con las dinámicas del conflicto armado. Le puede interesar: Chocaguán: la fábrica de chocolate que sueña con volver a nacer

La obra, que recrea el rito fúnebre que se realiza a los mayores en el Pacífico, no cae entre lo representativo y el estereotipo con el que suelen abordarse temas tradicionales, sino recurre a la naturalidad de sus actores y la adaptación de los espacios. Jessica Garcés, máster en Teatro y Artes Vivas de la Universidad Nacional, directora y actriz de la obra, le contó al periódico El Campesino los detalles que dan origen a la propuesta teatral.

¿Cómo surgió la idea de crear “Andá, Subí, Ve”?

El Petronio Álvarez tiene toda una programación alterna a los conciertos y en ese entonces había una muestra sobre alabaos y cantos del Pacífico. Hasta ese punto yo sabía que existían, pero yo no era de ir mucho a los velorios, porque no me gustaba afrontar la idea de la muerte.

La sensación de estar en ese lugar con todo el mundo cantando, ver a mi mamá, mis tías, como en otra cosa, porque no tenía ni idea, no me sabía ni una sola canción, fue como el primer impulso. Fue acercarme a eso que sentía que había perdido y que era muy valioso, era una necesidad, porque había sentido una despedida de una forma completamente diferente, entonces dije: “no es tan mala, no es tan triste”.

Cerca de 8 años dura la investigación, una vez recopilada la información, ¿cómo estructuró la obra?

Saqué una lista de todos los elementos de la ceremonia fúnebre que se conectan con las artes escénicas y con las artes vivas. Ahí empecé toda una búsqueda para pensar cada elemento como un lenguaje poético, que estuviera directamente conectado con lo que significa la ceremonia fúnebre, pero también lo que es su materialidad. Empecé a hacer un diálogo entre lo que había recolectado en toda la investigación y entre todo lo que había aprendido en cuanto a artes escénica y vivas, la ceremonia hace esto, si lo hago desde la escena, cómo traduzco esto en tiempo, luz, en el sonido, y ahí se fueron uniendo los materiales.

¿Por qué titularla “Andá, Subí, Ve”?

Llegó un momento en el que me pidieron el nombre de la obra para que Centro de Memoria, Paz y Reconciliación imprimiera la programación, yo no había pensado en nombre, empecé a enloquecer. Hice cabeza y por allá me acordé, en mi casa al difunto le dicen finado, y estaban en mi casa hablando de finados y la mesa del comedor era de vidrio y se partió a la mitad, y mi abuela dijo “¡ay! No, nos toca callarnos ¡Ay Dios mío! Andá, subí, ve, parémonos de aquí”. Me acordé tal cual de la escena y dije “ese es el nombre”.

¿Quiénes hacen parte de la obra y cómo participaron en la construcción de la misma?

Parte importante del trabajo es que el equipo que se conformó, no eran sólo actores, también si éramos solo actores, íbamos a caer en el artificio. En cambio, si apelábamos a la naturalidad de cada uno y en esa medida mediar un poco las técnicas de actuación y dramaturgia, para que no quedara una cosa tan impuesta, pues nos iba a ayudar un poco más a que el público entrara con nosotros en esa dinámica. Entonces todo el tiempo se estaba mediando entre la tradición y lo que yo tenía en mente (…) creamos un alabao para la obra, Aurora (cantaora) creó otro que habla de la violencia y cantamos uno tradicional, que es el que cierra la obra.

¿Cómo fue su encuentro con la tradición?

Para mí fue muy bello, porque yo nací en Cali y entonces me desconecto de un montón de cosas, sabía muchas por anécdotas de mi familia, pero no las conocía y además hay un duelo muy fuerte por intentar mantener la tradición aún en las ciudades. Para mí fue muy necesario desvirtuar la muerte y poderlo conectar de una manera con las artes.

Cada generación es diferente, ¿cree que la obra responde al llamado que hace la cultura afrocolombiana para rescatar la tradición?                                  

Siento que hay una necesidad de estar activo en el medio, los espacios y no perder los recursos y opciones. Para que una matrona siga justificando su trabajo, quizá necesita una investigación que lo sustente, porque lastimosamente esos son los sistemas ahora. La responsabilidad de las nuevas generaciones es no dejar morir y si encuentra desde su espacio la estrategia para hablar de lo que somos, sustentar una idea y tiene sentido, lo vamos a lograr.

¿Qué tipo de apoyos se necesita para que una obra como esta tenga más espacios?

Un acompañamiento a las personas que conservan la tradición, no descalificar el conocimiento y la tradición que puedan tener algunas personas por títulos académicos. Después apoyos económicos, espacios, y eso se consiguen, porque hay muchos (…) y de ahí para allá, lo demás surge más fácil porque somos una comunidad muy unida y agradecida

Más que lo económico es un acompañamiento real, un reconocimiento: las voces son importantes y que lo académico no lo enmarca todo, hay otras formas de enseñanza, de aprendizaje y de tradición. Casi todas nuestras tradiciones son orales y es una lástima que la gente pueda poner en duda algo que una matrona diga.

¿Cómo ha sido la respuesta de los asistentes a la obra?

La gente agradece el hecho de estar en la obra, de poder habitarla y no de sentarse a mirar, sino haber estado con nosotros en caliente, porque sentí que la temática la entendieron, porque la vivieron. También, agradecen mucho la puesta en escena, el espacio, haberla vivido, cantarla y transitarla.

¿Qué futuro viene para el proyecto?

Idartes – Instituto Distrital de las Artes, siempre gustó del tema, entonces dependiendo de cómo salieran las primeras funciones, me dijeron que sería muy interesante seguir moviéndolo, porque ellos tienen el espacio para poblaciones y etnias, y ellos realizan todos los eventos de afrocolombianidad en la ciudad. Inicialmente vamos a estar conectados con las actividades de Idartes desde el próximo año.    

Por: Andrés Neira. Periodista
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.

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