La baja autoestima como producto de toda esta pobreza mencionada nos lleva a destruir el tejido social que hace parte de una plataforma del ser humano.
Por Hermana Misionera de la Consolata Blanca Rubiela Orozco Gómez*
Pobreza, una palabra tan conocida en nuestro mundo y experimentada por tantos seres humanos. Según estadísticas de la ONU y el banco mundial, en el 2015 1000 millones de personas según el comunicado de la directora global del programa de las naciones unidad para el desarrollo Helen Chark y el director del MB 1000 millones de personas viven la pobreza absoluta en el mundo; aquí estamos hablando de pobreza material, o sea la carencia de lo mínimo que necesita un ser humano para vivir; esta pobreza nos trae otras pobrezas: las imposibilidades del acceso mínimo de todos como es la educación, salud, vivienda esto solo para anunciar algunos aspectos porque todas estas carencias nos llevan a una exclusión total y por lo tanto a una experiencia de baja auto estima que como consecuencia brota la violencia de lo profundo del ser.
La baja autoestima como producto de toda esta pobreza mencionada nos lleva a destruir el tejido social que hace parte de una plataforma del ser humano. Según las estadísticas del 2015 podemos constatar que la situación de pobreza está aumentando en una forma alarmante convirtiéndonos en sociedades cada vez más pobres y porque no decir sociedades de mendigos.