Una obra social en un pequeño corregimiento del Municipio de Nuquí en Chocó, que nació con el corazón.
Por: Miguel Ángel Arango Cifuentes
Facilitador de las EDC de Nuquí, Chocó
Hace más de diez años nació una fundación llamada Casa Chocolate, pero no por aquella bebida del despertar de la mayoría de los colombianos, sino por su significado de amor social por este departamento: “Casa Chocó Late”. Así late el corazón de su fundadora, Animaría Buritica, bogotana de nacimiento pero chocoana de corazón.
Por las cosas del destino y de personas que se enamoraron de ese nombre, la fundación cambio por Casa Colibrí y se desplazó al corregimiento de Arusí, también dentro del Municipio de Nuquí. El trabajo de Casa Colibrí está destinado principalmente a los niños y nativos de la tercera edad y especialmente a los más necesitados y enfermos de este caserío. La sorpresa que se llevaron los líderes de las Escuelas Digitales Campesinas cuando fueron invitados a compartir un fin de semana con todos los miembros de casa Colibrí para compartir su obra social. Ciento cincuenta niños perfectamente organizados en una empresa de reciclaje de carácter social que pasa de casa en casa enseñándole a los adultos y jóvenes como separar residuos desde la fuente de su producción y los plásticos para hacer artesanías. Su sueño en un futuro es aprender a construir habitaciones y separar el material biológico para la producción de abono orgánico.
Tienen otras líneas de trabajo, como las obras de teatro en la que se mezclan adultos mayores y niños con parlamentos que tocan el corazón del turista de tal manera que todos quieren conocer la obra Social de Casa Colibrí y a su fundadora Ana María. Cada paso es algo que asombra, al entrar a la casa encontramos todo rodeado de senderos y figuras alegóricas a la conservación y protección de las especies más amenazadas; en esta casa se respira naturaleza y amor por el medio ambiente, con animales miembros activos y protectores de la misma casa.
Esta mujer, “desplazada” de la selva de cemento, manifiesta que su decisión es netamente social y de ganas de aportar a una comunidad muy vulnerable. Así dan fe las personas que a diario la visitan para revisar la toma de sus Medicamentos o para transportar a sus habitantes al hospital de Nuquí para darles un paseo, porque algunos, según los médicos, ya no tienen remedio.
De esta manera esta admirable mujer ya se ganó el amor de la región y el apoyo para que cada día se geste una nueva idea o un nuevo horizonte, capaz de darles un sentido social que los mantenga con ganas de vivir y sentirse útiles para la sociedad.
Si Colombia tuviera el 30% de sus habitantes con el sentido social y el amor para la comunidad de Casa Colibrí este país sería un paraíso, por esto y muchas cosas más los líderes de las Escuelas Digitales Campesinas de Nuquí felicitan y exhortan a Ana María y a todos los miembros de casa Colibrí para que sigan con esta bella obra social y tengan la certeza de que si en un futuro las Escuelas Digitales Campesinas llegan a Arusí seremos no solo vecinos sino también grandes aliados.