El insólito individuo tiene 8 meses y su peso es de 8.4 kilogramos. Desde el primer momento en que ingresó al Parque de la Conservación el pasado 23 de diciembre, y después de que el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Corantioquia y la Universidad CES acompañarán su proceso de recuperación, ha recibido atención veterinaria para facilitar su bienestar.
El cuidado ha sido posible gracias al acompañamiento brindado por el equipo de Clínica y Biodiversidad del Parque, que a través de pruebas de control y seguimiento han evidenciado la resolución de la dificultad respiratoria que presentaba en los primeros meses, así como una correcta curva de crecimiento y ganancia de peso.
Adicionalmente, se ha estimulado para que desarrolle sus propias habilidades, entre ellas la caza, que en estado silvestre aprendería de su madre. En marzo pasado la felina albina fue sometida a una evaluación oftalmológica y de electrorretinografía bajo sedación, donde se evidenció que no tenía actividad eléctrica en la retina, por lo que se confirmó una ceguera total.
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Es así como se adecúo un hábitat acorde a sus necesidades, dotado de iluminación media ya que por su condición padece fotosensibilidad, además, debido a su deficiencia visual tiene mobiliario a baja altura y cuerpos de agua de poca profundidad.
Cabe mencionar que, en el monitoreo se ha evidenciado que desde los cinco meses de edad superó el peso de un yaguarundi y actualmente se acerca al peso de una hembra de ocelote adulto. Por lo que es necesario esperar a que culmine el periodo de crecimiento y desarrollo de todos los caracteres diagnósticos, para confirmar qué tipo de felino silvestre es.
Por: Corantioquia.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.