El magíster en Ingeniería – Recursos Hidráulicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), Jhonn Fredy Aguilar Ariza, diseñó un prototipo desalinizador de agua que sería una alternativa para abastecer del recurso hídrico a familias y comunidades asentadas cerca al mar o con acceso a pozos para el almacenamiento de lluvia.
El desalinizador tiene una estructura similar a la de un panel solar y sus medidas son alrededor de 1,20 metros de ancho por 2,50 a 3,0 metros de alto, con una inclinación de 45°. El sistema funcionaría así: se llena un balde con agua de mar, que es direccionada por una manguera al interior del panel para que las fibras sintéticas de color negro que constituyen la estructura, se humedezcan. Con los rayos del sol, el agua impregnada se evapora y choca contra la cubierta, haciendo que el vapor se convierta en gotas de agua libres de sal y se deslice a un recipiente vacío colocado en la parte inferior.
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Durante las pruebas realizadas por 20 días con la comunidad Wayuu de la población Parenskat, ubicados en la zona rural de Manaure, La Guajira, se evidenció que el prototipo tuvo un rendimiento promedio de entre 7 y 8 litros de agua diarios en condiciones normales, ya que en los días más soleados se podían recoger entre 13,5 y 15 litros.
Debido a que en las familias de estas comunidades el ingreso económico es bajo, y en algunos casos proviene exclusivamente de la venta de artesanías o trabajo informal en la región, el uso de materiales fáciles de adquirir se volvió algo primordial para que en un futuro los habitantes puedan replicar el sistema solo con asesoría técnica, sin que esto represente un esfuerzo exagerado en su economía.
“Parte de los materiales que se consideraron en el proyecto estuvieron en función de los recursos de la comunidad, pues parte de la iniciativa también consiste en que ellos puedan replicar el prototipo, ya que la mayoría de las familias compran botellones de 20 litros de agua o deben esperar a las tanquetas con agua, algo que ocurre de forma muy esporádica y que les cuesta cerca de 2 millones de pesos al año”, comentó Aguilar.
Por ende, el equipo tuvo un costo final cercano a los 850.000 pesos, con una durabilidad esperada de hasta cinco años; inclusive, una vez la comunidad tenga clara la función de cada material, puede disminuir los costos de fabricación con elementos similares y más económicos. El prototipo se le dejó a una familia para su uso y monitoreo en los meses siguientes, junto con una guía de instrucciones sobre los materiales necesarios y pasos de ensamblaje.
Por otro lado, una vez terminó el proyecto, Aguilar formó un equipo de trabajo con investigadores de la UNAL y de la Universidad Central para mejorar el prototipo y presentar la propuesta al concurso internacional “Innovate for Impact: Siemens Design Challenge”, en la categoría de “Clean Water” (agua segura). Como resultado, ganaron el primer lugar y obtuvieron recursos económicos para continuar con la promoción de más sistemas de desalinización.
“Esperamos que en los primeros meses de este año podamos volver a la comunidad, no solo para compartirles sobre el concurso, del cual fueron parte fundamental, sino también para hacerlos partícipes de talleres prácticos y presenciales para que fortalezcan sus conocimientos sobre la construcción de los sistemas de desalinización” afirmó Aguilar.
Por: Isabella Durán Mejía. Periodista.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.