Una advocación mariana querida por millones de católicos en todo el mundo.
Por Nicolás Galeano
La devoción a la Santísima Virgen María ha sido desde siempre un gran pilar de la fe de todo católico. Existen varias advocaciones referidas a la Virgen María, las cuales son atribuidas a sus apariciones o a diversas gracias y milagros que la Madre de Dios ha manifestado a lo largo de la vida de fe de cada creyente.
En Colombia sobresalen especialmente dos grandes advocaciones, las cuales son celebradas con mucho amor y devoción: Nuestra Señora de Chiquinquirá, Patrona y Reina de Colombia y Nuestra Señora del Carmen, esta última es de gran importancia para los transportadores, comerciantes y fuerzas armadas ya que la tienen como su patrona y protectora. En la celebración de su día, 16 de Julio, suelen celebrarse solemnes eucaristías en su honor, procesiones acompañadas por los medios de transporte, bendición de los vehículos y múltiples consagraciones pidiendo su favor y auxilio.
Veamos ahora como nació esta devoción a la Virgen del Carmen y por qué hoy en día es tan especial para todos los católicos.
El nombre de esta advocación mariana es atribuida al monte Carmelo, donde numerosos profetas rindieron culto a Dios, los principales fueron Elías y su discípulo Eliseo, pero existían también diferentes personas que se retiraban en las cuevas de la montaña para seguir con una vida eremítica. Esta forma de oración, de penitencia y de austeridad fue continuada siglos más tarde, en los siglos III y IV, por hombres cristianos que siguieron el modelo de Jesucristo y que de alguna forma tuvieron al mismo Elías como patrón, situándose en el valle llamado Wadi-es-Siah.
A mediados del siglo XII, un grupo de devotos de Tierra Santa procedentes de Occidente, decidieron instalarse en el mismo valle que sus antecesores y escogieron como patrona a la Virgen María. Allí construyeron la primera iglesia dedicada a Santa María del Monte Carmelo. Desde su monasterio no quisieron crear una nueva forma de culto mariano, ni tampoco, el título de la advocación respondía a una imagen en especial.
Quisieron vivir bajo los aspectos marianos que salían reflejados en los textos evangélicos: maternidad divina, virginidad, inmaculada concepción y anunciación. Estos devotos que decidieron vivir en comunidad bajo la oración y la pobreza, fueron la cuna de la Orden de los Carmelitas y su devoción a la Virgen permitió que naciera una nueva advocación: Nuestra Señora del Carmen.