Hablamos con Martina Schmidt, una economista de la Universidad de Bremen Alemania que hace seis años decidió cultivar café orgánico en las montañas de Pijao, Quindío. Conozca su historia.
Por Daiana González
El Campesino: ¿Qué dificultades ha encontrado en todo este proceso?
Martina Schmidt: La verdad es que encontré bastantes dificultades en este proceso, empezando por el trabajo duro. Como yo nunca antes trabaje en el campo, nunca viví en la montaña. Cada paso es duro, ya la caminata es dura y el trabajo con machete también. Lo otro es el clima, hay mucha lluvia. Las otras dificultades son que la casa en donde vivo es muy vieja ya entonces hay que hacer muchos arreglos. También la peladora está rota, la Elda, ósea el techo, también ese está roto, entra el agua, el fogón de leña también cuesta mucho tiempo, uno no puede hacer muchas cosas; si cocina pues cocina, y ahí no hay más, entonces es bastante difícil.
E.C.: ¿Y sí es rentable plantar café?
M.S.: Mi opinión es que no es rentable cultivar café: café normal o café orgánico, no importa, porque al final todo cuesta ¿no? Rentable no es, pero igual es atractivo porque te pagan de una vez. Eso sí es bueno porque yo no tengo que buscar a quién vender ni nada, mientras que si sigo mi idea de venderlo ya procesado pues ahí si me toca invertir más tiempo y más trabajo también, como para buscar quién me compra.
E.C.: ¿Qué nos puede hablar de su vida académica? ¿Qué hizo luego de estudiar economía en Bremen?
M.S.: Después de la carrera escribí una tesis, el tema es: límites del crecimiento de la economía y sostenibilidad y me pareció muy bacano el pensamiento de la sostenibilidad, de pensar en las otras generaciones, pensar en el planeta, pero en la teoría. Económicamente hablando la teoría de la economía no es fácil, igual la teoría es una cosa pero la práctica es otra, escribir un libro muy bacano pero entonces ¿cómo llegar a ese punto a ayudar realmente al planeta? Entonces empecé a pensar: ¿A dónde me puedo ir para trabajar en eso? Empecé, como todo el mundo, pensando en África. Pero ahí no salió nada y yo dije: bueno pero en dónde me voy. Y una amiga me llamó un día y me dijo: Venga, hay un proyecto de reforestación en Colombia ¿Quiere participar? Y ese fue mi primer acercamiento a Colombia.
E.C.: ¿Qué piensa de Colombia?
M.S.: Colombia es un destino increíble, el mundo tiene que conocer esto. Colombia tiene cosas que, creo que en otro lado no se encuentran. Me fascina, a parte del medio ambiente y la naturaleza, la gente. Entonces yo he tenido acá unos encuentros muy especiales, son historias increíbles que, cuando le cuento a mis amigos dicen: ¿En serio? Creo que este es el país donde nació la alegría. Hay tantos problemas que al final no son problema, y ese arte de vivir es la razón de todo.