El periódico apuntaba fundamentalmente al reconocimiento del campesino y al fortalecimiento del papel de la Iglesia Católica a través de la obra del fundador de Radio Sutatenza, monseñor José Joaquín Salcedo. En la primera edición se plasmó con claridad que las finalidades del medio apuntaban a:
- Contribuir a la revalorización de la vida rural, por parte de los campesinos en primer término, y de las otras clases sociales, con un concepto cristiano del trabajo del campo.
- Servir de complemento a la obra en que está empeñada la Iglesia con la organización de las Escuelas Radiales.
En consecuencia con la intención que emanaba el semanario, su uso contribuía a la formación de los conocimientos básicos del campesino, puesto que la adquisición del diario podía fortalecer el aprendizaje de la lectura; y la posibilidad de que el campesino se relacionara con el mundo a través de este medio de comunicación. El Campesino era un mediador entre la clase excluida en forma tradicional de las decisiones y las clases dirigentes del país.
Desde sus primeras ediciones, recogió temas de interés para el campesinado reivindicando el uso racional de la tierra, al derecho de una vida digna, la búsqueda del bien común y la defensa de la vida social, del desarrollo de la parroquia rural y del progreso. La pretensión del periódico era «transformar al hombre, valorar todas sus posibilidades individuales colectivas; reestructurar la sociedad en Cristo», considerada como «la amplia empresa que acomete este semanario en un mundo donde los hombres se asfixian de egoísmos».
La vinculación directa de El Campesino con las Escuelas Radiofónicas garantizó en buena medida la adquisición del mismo, lo cual puede explicar que el tiraje anual aumentó de manera considerable año tras año. Lo que empezó en 1958 con una circulación de 29.800 periódicos, alcanzó en 1963 un total de 80.563 periódicos semanales.