Luego de sufrir un bombardeo en las estribaciones del Parque Nacional Natural Serranía del Chibiriquete, que cobró la vida de cinco combatientes y dejó otros más gravemente heridos; las fuerzas militares iniciaron un desembarco en la zona, a fin de dar captura a la mayor cantidad de guerrilleros. Ante el cerco de las Fuerzas Militares, Euclides, comandante del frente tercero, ordenó a sus hombres improvisar camillas a fin de evacuar a los heridos selva adentro. Ante la cercanía de la Tropa a su ubicación, ordenó a un grupo de guerrilleros entre los que estaban el viejo Emiro, tomar dirección al oeste, buscando alguna vivienda de civiles que se encargaran de la curación de los heridos.
Tras días de marcha encontraron un poblado en lo más profundo de la selva a la orilla de la parte alta del río Apaporis, habitado por indígenas Tupí quienes lo llamaban “Protector de la Selva” a quienes entregaron sus compañeros heridos, para reincorporarse nuevamente con sus compañeros de frente que marchaban en dirección al suroeste.
Pasados tres meses desde el bombardeo, y una vez roto el cerco de la Fuerza Pública, marcharon nuevamente al oeste en busca de sus compañeros heridos. Durante este tiempo, los guerrilleros heridos estuvieron bajo el cuidado del médico tradicional en la comunidad, al que todos llamaban “Taita” quien logró reponer de las fuertes heridas, a través de plantas medicinales e infusiones, que preparaba él mismo.
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Una vez informada esta situación a los comandantes del Bloque Sur, tomaron la decisión de enviar algunos guerrilleros con vocación de enfermeros a vivir de manera permanente en los asentamientos indígenas Tikuna, Huitoto y Tupi, que habitan desde hace siglos la Amazonia Colombiana.
Tiberio o Jaguar, como lo conoce la gente de la región, es un guerrillero de 69 años, de los cuales 52 estuvo en las filas de las FARC, hasta la firma del acuerdo de paz. Hizo parte de ese grupo de combatientes en el que se le asigno la tarea de aprender medicina tradicional. Él particularmente convivió por 10 largos años con los indígenas Tikuna, de los que aprendió lo que más adelante aliviaría y curaría las heridas y enfermedades de los guerrilleros en esta zona del país:
“Allí aprendí primero a reconocer las plantas, así como sembrarlas y cuidarlas y respetarlas. Luego aprendí el uso de cada planta, y apoyaba al Taita en la preparación de remedios para combatir dolores menstruales, infecciones, malaria, picaduras de serpientes, heridas en la piel, entre otras. Al retornar a las filas guerrilleras, inicié a tratar los compañeros con plantas medicinales. Albahaca Negra, Pronto Aliento, Caléndula, Mambe, fueron mis compañeras inseparables en mi botiquín de guerra, además de ser naturales, se podían conseguir sin ningún costo en la selva Amazónica Colombiana, protegidas por los espíritus de la tierra”.
Una vez suscrito el acuerdo paz, Jaguar se concentró con sus antiguos compañeros en la Zona Veredal ubicada en el municipio de San Vicente del Caguán, desde donde se ha vinculado a diferentes programas de cooperación internacional, con el fin de implementar huertas medicinales en su nuevo hogar y trabajando con las comunidades aledañas; a fin de promover la siembra y el uso de esta valiosa medicina que lucha por sobrevivir al fin del conflicto, que ahora intenta curar todos los males con la medicina que él llama “Artificial”.
Por: Oscar Mauricio Santiago. Facilitador proyecto MIA en Caquetá.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.