viernes, diciembre 20, 2024
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San Cipriano, un paraíso natural en medio de la selva del Pacífico colombiano

Por la vía que conduce a Buenaventura, Valle del Cauca se encuentra la entrada a San Cipriano, una reserva natural que encierra un pueblo de la esencia afro que allí habita. Paraíso al que solo se puede llegar en “brujita” y que garantiza una experiencia de aventura y conexión inolvidable.

En las mágicas tierras del Pacífico colombiano, por la vía de Buenaventura, Valle del Cauca, se encuentra uno de los tesoros naturales más sorprendentes de esta zona del país. Se trata de San Cipriano, una reserva selvática adornada por imponentes paisajes que encierran un pueblito pintado con la esencia afro que allí habita. Cuenta con dos entradas, una ubicada en el corregimiento de Córdoba y otra saliendo de Buenaventura, ambas los puntos de partida para una aventura inolvidable.

Adentrarse en este paraíso terrenal implica montar en las “brujitas”, el único medio de transporte para llegar, que refleja la creatividad de la población y que consta de un tablón con sillas, el cual gracias a las ruedas puestas en la parte inferior y al impulso de la motocicleta adecuada sobre el mismo, viaja a través de la vía férrea por donde hace algunos años pasaba un viejo tren.

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El costo ida y vuelta en las brujitas es de  $12.000, la boleta se compra a la entrada en un punto de atención y el recorrido dura aproximadamente 20 minutos. Durante los cuales se activan cada uno de nuestros sentidos para disfrutar de la grandeza de lo inexplorado, que se mantiene tan hermoso por el cuidado basado en el saber ancestral que reconoce y respeta la naturaleza.

Para saber si la llegada está próxima solo basta con poner atención a la música que empieza a salir de las casitas y cabañas, y que cada vez suena más cerca. Cuando el conductor se estaciona, solo hay que caminar cerca de 5 minutos para encontrar una pequeña oficina de registro en donde se da un aporte ecológico de $2.000, y en donde se aclaran dudas sobre las actividades permitidas y prohibidas en la reserva, las zonas de hospedaje, de alimentación y los horarios de atención.

De este punto en adelante el cansancio debe dejarse atrás, pues hay posibilidades de caminatas ecológicas exigentes y moderadas. A lo largo del camino se pueden encontrar varios pozos, que por sus aguas extremadamente cristalinas parecen poco profundos pero que en realidad permiten nadar con tranquilidad y hasta realizar caretaje. Aguas que además por un bajo costo, llevan a quien se atreva a subirse sobre un neumático a recorrer el río San Cipriano y apreciar la fauna y flora que lo rodean.

Atreverse a visitar San Cipriano es abrir las puertas a una oportunidad de reconocimiento con el otro, ya sean nativos o visitantes, o árboles, animales y cuerpos de agua. Es un territorio que no solo ofrece espacios y tiempos de ocio, sino que promete dejar una enseñanza aprendida mediante la reflexión y tranquilidad que en su totalidad inspira.

Por: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

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