Por: Juan Carlos Pérez Bernal
Con el sugestivo nombre de “Colombia Siembra”, hace más de dos años el Gobierno puso en marcha uno de los proyectos más ambiciosos para redimir el campo y posicionar al país como una verdadera potencia mundial alimentaria.
Entonces, el entonces ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri Valencia, anunció la inversión de $1,6 billones, con estas metas claras: la siembra de un millón de nuevas hectáreas y “cerca de $24 billones adicionales vía crédito agropecuario para el desarrollo de los productores agrícolas”.
Casi tres años años después, según las cifras oficiales, los resultados son contundentes: se sembraron 1.059.000 hectáreas más. “Estamos en más de 400.000 hectáreas por año”, destacó el Min. Agricultura.
No se puede negar la gran contribución de los alimentos a la reducción de la inflación. Por ejemplo, según el reporte del DANE, en julio los precios cayeron 0,06%, mientras que en el mismo período del año pasado se había registrado un aumento del 1,17%. Le puede interesar: Así van las cifras del programa Colombia Siembra
¿Esta noticia es buena para los campesinos?
Para los consumidores se trata, sin duda, de una buena noticia. ¿También lo es para nuestros campesinos? Todo indica que no. Hay dos casos elocuentes que confirman cómo el gran castigado ha sido el bolsillo de los productores, con la caída vertical de los precios del arroz y de la papa.
En el primer caso, el propio gobierno ha debido reconocer la crisis, que pone en riesgo los ingresos de 500.000 familias, la mayoría de ellas localizadas en los departamentos de Casanare, Arauca, Meta, Huila y Tolima.
¿Qué fue lo que pasó?
Que la producción creció 29,2%, y con cerca de un millón de toneladas se precipitó la caída de los precios hasta un 15% o más. Claro, hay que anotar que, según el gobierno, “hoy todo el arroz que se consume se produce en Colombia”.
Pero según las cifras de la Federación de arroceros, Fedearroz, este año Colombia ha importado cerca de 100.000 toneladas, en el marco del TLC con Estados Unidos. Le puede interesar: Inversiones de Colombia Siembra
Ante el innegable problema, el ejecutivo ha debido salir a apoyar a los agricultores con la chequera oficial, pero la plata se queda corta: hay por lo menos un desfase de $60.000 millones entre lo que ofrece el Gobierno y lo que necesitan los cultivadores, lo que hace inminente la quiebra de millares de ellos.
Ahora hablemos de la papa
Y por los lados de la papa, el asunto también es bastante delicado. La producción aumentó de manera considerable, al acercarse a los 2 millones 700 mil toneladas. Ello, sumado a las importaciones de papa congelada desde países como Bélgica, Alemania y Holanda, mantiene los precios por el piso.
Hay que tener en cuenta que, según una denuncia de la Federación de Cultivadores de Papa, Fedepapa, los importadores están incurriendo en una práctica ilegal denominada dumping, que consiste en vender por debajo de los costos de producción, como estrategia para apoderarse del mercado. El Ministerio de Comercio e Industria ya abrió una investigación formal al respecto.
En la práctica, como hemos señalado, los pequeños agricultores llevan la peor parte de la crisis. Después de un abandono tan prolongado, sería un acto de elemental justicia que el agro colombiano se volviera, de verdad, un tema de prioridad nacional, y no el escenario para que se hagan miles y miles de promesas de campaña que después nadie cumple.
No se puede negar que la campaña “Colombia Siembra” ha sido bien intencionada, pero los hechos demuestran que se quedó corta, porque la deuda socioeconómica con el campo requiere de medidas de fondo, decisiones de política estructural de mediano y de largo plazo que, por ahora, nuestra clase dirigente, en general, no ha querido asumir en serio. Esa, podríamos decir, es la papa caliente. Y mientras los gobiernos de turno no la quieran ni tocar, ya sabemos quienes se seguirán quedando con lo que Colombia Siembra…