El pueblo Barí es una comunidad indígena que habita en el departamento del Norte de Santander, entre Colombia y la frontera de Venezuela, principalmente en la Serranía de los Motilones. De acuerdo con el libro Somos Bari: Hijos Ancestrales del Catatumbo, cuentan con cerca de 5.000 miembros, de los cuales el 94,1% se asientan en la región del Catatumbo.
Para los Barí “los recursos naturales son un espacio designado por las divinidades a cada uno de los pueblos indígenas, para su cuidado y protección, a través de acciones que son recompensadas con el equilibrio natural, la disponibilidad de los recursos, y la no proliferación de fuertes enfermedades”, así lo afirma la Asociación Motilón Barí de Colombia (Asobarí).
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Por eso, históricamente esta comunidad ha luchado por la conservación y protección del territorio y la cultura desde el año 1905. Se han enfrentado a las petroleras y grupos al margen de la ley que buscan tomar posesión de sus zonas de resguardo, encontrando en la resistencia pacífica y la vía jurídica mecanismos más efectivos para exigir el respeto por sus tierras y la garantía de sus derechos.
Su logro más reconocido fue ganarle al Estado una tutela en la que reclamaban tierras consideradas ancestrales, para el año 2017 la Corte falló a favor de la población y mediante la sentencia T-052 de 2017 exige a las autoridades competentes volver a delimitar el territorio y extensión de los resguardos ya existentes. Con el fin de devolverles a los Barí el espacio del cual son legítimos dueños y en donde han desarrollado su vida como comunidad.
¿Por qué se manifiestan en el paro nacional?
Sin embargo, de acuerdo con Ashcayra Arabadora, representante legal de la Asociación de Autoridades Tradicionales del pueblo Barí (Ñatubaiyibari), el Gobierno Nacional y la Agencia Nacional de Tierras no han avanzado en el proceso de saneamiento, ampliación y delimitación de los resguardos Motilón Barí y Catalaura La Gabarra.
En el marco del paro nacional que completa más de un mes, cerca de 1.500 indígenas Barí se sumaron a las jornadas de protestas en el municipio de Cúcuta, Norte de Santander, el pasado 31 de mayo del 2021, con el objetivo de alzar la voz para que sean cumplidas las disposiciones que dicta la ley.
Así mismo, protestaron con el propósito de solicitar que no se inicien las fumigaciones con glifosato en el Catatumbo para la erradicación de cultivos de uso ilícitos, debido que este herbicida provoca daños irreversibles en el medio ambiente, según lo explicó la Organización Mundial de la Salud – OMS.
Con su vestuario tradicional y compartiendo arengas en su idioma nativo, recorrieron las principales calles de la ciudad hasta llegar al teatro de las Cascadas, ubicado en El Malecón. Durante su recorrido no se registró ningún acto de violencia, demostrando así su capacidad de resistencia pacífica en la incesable lucha por el reconocimiento de sus derechos.
Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.
