Colombia es uno de los principales países donde el fuerte económico se encuentra en el sector agrícola, siendo el tercer consumidor de fertilizantes en el continente después de Brasil y Argentina. Cerca del 70% de las importaciones de estos productos provienen en su mayoría de Estados Unidos, China, Rusia y Ucrania.
El país importa aproximadamente un 42% de fertilizante urea, que se utiliza para el cuidado y crecimiento de las plantas y cuyos principales productores son estas dos regiones actualmente en conflicto. Lo que llevó a un incremento en el precio de este insumo, e inmediatamente al alza en la generación de alimentos, combustibles, fibras y medicamentos que se obtienen de los cultivos.
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El 75% de los fertilizantes utilizados en Colombia son traídos desde afuera, es decir más de $402 millones de dólares concentrados en urea, fosfato diamónico, fosfato monoamónico y cloruro de potasio.
De acuerdo con el documento Política Agropecuaria y de Desarrollo Rural 2018-2022: Un Campo para la Equidad, establecido por el Gobierno, “la FAO calcula que para alimentar 9.700 millones de personas en el mundo en 2050, será necesario producir casi un 50 % más de alimentos”.
Lo cual representa una gran oportunidad para Colombia, ya que cuenta con tierras aptas para cultivar. Por eso hay una necesidad de aumentar la productividad del sector pero solo será posible mediante la utilización racional de los recursos naturales.
Esto sumado a la importancia de mejorar la eficacia en la innovación, tecnificación y utilización de los insumos agropecuarios, ojalá optando por alternativas orgánicas que ayude al equilibrio económico de los gastos y a la calidad de los productos agrícolas.
Por: Juan Camilo Bonilla Osorio. Periodista voluntario.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.