Se trata de un estudio realizado por Jennifer López Montoya, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Palmira, con el que se logró un rendimiento anual de 105 toneladas/hectárea de piña oro miel, cuando el promedio nacional hasta 2016 era de 80 t/h.
Según explica la investigadora, con este nuevo plan de fertilización, el agricultor podría gastar un 50 % menos en insumos. “En promedio, la fertilización representa el 35 % de la inversión que realiza un productor”, señala.
¿En qué consiste el plan?
La ingeniera agroindustrial adelantó su trabajo de investigación en la vereda Alegrías del municipio de Santander de Quilichao, al norte del Cauca.
En el estudio se determinó la cantidad específica de elementos mayores (nitrógeno, fósforo y potasio) que requiere la planta de piña para su desarrollo normal. Así, “se propusieron tratamientos con aumentos del 25, 50 y 75 % de estos compuestos con respecto a los indicadores arrojados previamente por el análisis de suelos”.
Entre los aspectos relevantes de la investigación se destaca el hecho de que los resultados sirven como referencia para elaborar planes de fertilización en cualquier territorio. Conociendo los requerimientos solo se necesitaría de un estudio de suelos en el lugar donde se va a producir, para realizar los cálculos según cada caso.
Por otra parte, el esquema maximiza la eficiencia en el uso de fertilizantes, reduciendo los impactos negativos que su exceso genera en el medioambiente. Cuando se utilizan estos productos sin el mayor rigor, los excedentes pueden filtrarse a través del suelo y llegar a contaminar aguas subterráneas, o evaporarse e ir al aire.
Apoyo a productores
Una parte importante de los resultados del trabajo de la magíster López se consiguió gracias a los mismos productores de piña oro miel de la vereda Alegrías. Hasta la U.N. Sede Palmira llegaron integrantes de la asociación Frupasa para buscar alternativas de optimización de su producto, porque no estaban obteniendo los mejores resultados.
A partir de esto, la Institución empezó a trabajar en el proyecto con un equipo de profesores, investigadores y hasta 10 estudiantes de pregrado. Yuri Fernanda Ocoro Calero, de Ingeniería Agronómica, cuenta que antes de cultivar la piña para la investigación se le aplicó cal al suelo para reducir sus niveles de acidez y mejorar el rendimiento; después se probaron seis tratamientos en cuatro parcelas de la vereda, cada una de 1.000 m2.
Según explica la estudiante Ocoro, en la primera unidad el cultivo creció sin que se le aplicara producto o fertilizante alguno, para servir como “testigo”. En la segunda unidad se implementó el tratamiento habitual de la zona, y en la tercera se replicó el proceso que se aplicaba en la finca que mejor rendimiento tenía en la vereda. Por último las otras tres unidades recibieron los planes de fertilización recomendados por los investigadores de la Sede.
Durante año y medio, tiempo aproximado del ciclo de vida del cultivo de la piña oro miel, se tomaron muestras de la altura de la planta, el peso de sus tallos, hojas y raíces.
Buscando evaluar la cantidad de nutrientes absorbidos por la planta, se realizaron análisis de tejido con el apoyo del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT). Para tal fin, se tomaron como referencia las hojas de la piña, ya que estas dan muestra del aparato fotosintetizador, y se tuvieron en cuenta los indicadores de 16 elementos requeridos por la planta para su desarrollo.
El proyecto fue coordinado por los profesores Herney Darío Vásquez, Héctor Fabio Ramos, Juan Carlos Menjivar y Mario García, desde dos grupos de investigación: “Frutales tropicales”, y “Uso y manejo de suelos y aguas con énfasis en degradación de suelos”.
Por: Agencia UN.
Editor: Mónica Lozano. Periodoista – Editora.