Paz y justicia son denominadores comunes en la misión de la Iglesia. Por ello, no puede quedar indiferente frente a la realidad de violencia y desigualdad del país. ¿Que puede hacer la Iglesia Católica por la paz en Colombia?
Por Jonathan Alexander Rozo García
Paz es una palabra que se repite en la liturgia de la Eucaristía, «la paz este con vosotros…», «vayamos en paz…» con la intención pedagógica de hacer de ella una realidad interior y exterior de todo cristiano. La paz procede de su unión del pueblo de Dios con Jesús, Príncipe de la paz, y explica la vocación pacifista de la Iglesia como expresión del mandamiento del amor: «Ámense los unos a los otros como yo los he amado».
A la Iglesia Colombiana le preocupa que cada vez más se quiera construir una sociedad sin tener en cuenta a Dios, fuente de la paz. Es indudable que Colombia vive situaciones sumamente difíciles de violencia y de injusticia, y esto afecta a la Iglesia, porque todo esto va en contra de su mensaje de paz y de justicia, de reconciliación, de diálogo, de misericordia, en fin del amor que predicó Jesús y que el creyente debe vivir.
Pero, parece contradictorio que haya tanta violencia y desigualdades en un país que se declara mayoritariamente creyente católico, esto es incoherente: pensar que aquellos que se declaran católicos, que dicen creer en Cristo y aceptar la fe, recurran a la violencia, al crimen y a la delincuencia. «Es un fenómeno que tenemos que trabajar: que cada colombiano que se declara católico viva en realidad su fe, y viva en un proceso claro de conversión» como lo sostiene Monseñor Ruben Salazar. Porque la palabra fundamental es la conversión, un cambio profundo para adecuar nuestra vida en la fe. Este es el aporte valioso e insistente de la Iglesia al proceso de paz: llamar a la conversión y acompañar.
Ya el Papa Francisco manifestaba la necesidad de acabar con la «larga noche de dolor y de violencia» que azota el país y que se transforme, con la voluntad de todos los colombianos, en un día «sin ocaso de concordia, justicia, fraternidad y amor, en el respeto de la institucionalidad y del derecho nacional e internacional» con la ayuda de la Iglesia.
Así pues, la participación activa de la Iglesia en el proceso de paz, como facilitadora, en los diálogos, mesas de trabajo y en su trabajo con las víctimas, reitera su compromiso en esta construcción que es de todos los colombianos. Además, en las últimas semanas Monseñor Castro, presidente de la Conferencia Episcopal, reafirmó el compromiso que tiene la Iglesia de hacer acompañamiento en las zonas veredales donde se concentrarán los guerrilleros desmovilizados de las Farc.
Finalmente, Cristo nos la entregó: «La paz os dejo, la paz os doy» y por eso es un compromiso de todos.
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