La erosión no es buena, es un mal, es una señal de algo que es posible de agravarse y por eso hay que procurar curarla. Las causas son diversas y los tratamientos, por supuesto, corresponden a cada tipo de erosión.
La erosión en la tierra es el desgaste del manto terrestre superficial y es visible como huecos o cárcavas, como zanjas o rajaduras. Las causas son las lluvias, los vientos, las quemas, el abuso del terreno, que van abriendo heridas en el suelo. Esta erosión se controla sembrando árboles y evitando incendios y talas. También creando barreras para controlar los vientos; haciendo terrazas y barreras vivas o muertas.
Hay que cultivar con curvas de nivel en los terrenos pendientes para que el agua “camine y no corra”, limpiar las cunetas de los caminos, proteger las quebradas y los ríos para que las crecientes no se lleven la capa superficial del suelo.
La erosión en la piel es el desgaste de la epidermis, la peladura de la capa superior, el raspón. Puede ser generada por un traumatismo cutáneo leve, por el roce fuerte o la fricción continuada contra algo. También, por la falta de líquidos y por ciertos hongos o bacterias, que generan enfermedades a veces muy graves.
Una nutrición suficiente y variada ayuda a prevenir el problema, al igual que una adecuada hidratación y las prácticas de higiene. Para tratar este mal, ocasionalmente deben aplicarse cremas o ungüentos, antisépticos o antibióticos. Es ideal prevenir y controlar estos problemas para evitar males peores.
¿Y qué decir de la erosión del alma? Esta podría manifestarse como el desconsuelo y la desesperanza, el desaliento, la tristeza, el desamor, el desinterés por el prójimo y hasta la animadversión o enemistad por alguien.
A veces el alcoholismo o la drogadicción son la causa. Hay que poner remedio a estas situaciones, amarse y amar al prójimo, incluso a los enemigos; hay que querer a quien piensa distinto, tratar de entender al que obra diferente. Es importante trabajar con optimismo, mirar el lado bueno de la vida, ser positivo y alegrarse.
Combatamos las erosiones del alma, de la piel y de la tierra, para vivir mejor.
Por: Luis Salas. Equipo Editorial El Campesino