Las mujeres nos acompañan en nuestra ruta por la existencia, son nuestras madres y son nuestras maestras. Son la guía en nuestra vida en esta Tierra. Porque la vida es femenina y también la muerte, su secuela.
Son mujeres África, América y Asia, y Europa y Oceanía. Lo es la Pachamama, la madre Tierra y sus hijas y sus hermanas. Son mujeres la Luna y sus caras ocultas y lo son las nubes y las estrellas. La luz y la oscuridad y las tinieblas.
Femeninas son la victoria y la derrota, y la caída y la gloria, y las huelgas y las manifestaciones. Las artes son mujeres: la música y las partituras y sus notas; la pintura, la escultura y la literatura. La poesía, que se escribe siempre con la inspiración de las musas. Y lo que nos hacen sentir todas ellas: la imaginación, la emoción, la ensoñación y la pasión que nos alimentan.
Y las ciencias: la astronomía, con las órbitas y las galaxias; la matemática, con las sumas, las multiplicaciones, las divisiones y las restas; la física, con la energía y la materia, y la química, con las fórmulas y la tabla periódica.
También la filosofía, con las reflexiones sobre las causas y las consecuencias; la sociología, con las comunidades y sus trasnformaciones; la psicología, con las mentes y las conductas, o la política, con las relaciones y las decisiones para la mejora de las mayorías.
Vemos con la mirada, que es femenina; igual que la lágrima y la caricia. Como la piel y las cosquillas. Y la voz y las palabras que nos relacionan y comunican. Y la danza y su alegría, y la gimnasia con su fortaleza y su fatiga.
De la misma manera que la mar, a la que a la fuerza le quisieron quitar su género, pero siguió luchando con las olas, en las profundidades y en las orillas. Las montañas son mujeres al igual que las cordilleras que las cobijan, también las plantas y las flores y las abejas que las polinizan.
Tu madre, y su madre, y mi madre y la madre Tierra son mujeres. Entonces, ¿por qué tanta violencia hacia ellas? Por eso, manifiesta tu solidaridad y tu empatía que, como la justicia, la vida y la libertad también son femeninas.
Sí, ha lugar. Vivas y libres, siempre. Porque somos 8M.
Por: Ignacio «Iñaki» Chaves – Consejo Editorial El Campesino.