Durante su paso por las aulas recuerda como profesores de materias específicas tenían que dar otras clases diferentes a la especialidad de su área, docentes de matemáticas o de informática, por lo general, eran los mismos que cubrían el área de las artes; una situación que puede ser normal en muchas instituciones del país.
Riverita, una vereda adscrita al municipio de Rivera en el departamento del Huila es uno de esos lugares donde más de un niño sueña con tener una educación de calidad, que de alguna manera logre mejorar la calidad de vida no solo de ellos mismos sino que también a futuro de sus habitantes. Le puede interesar: Sembrar educación para cosechar bienestar en el campo
Por fortuna, en esta época donde el conocimiento es fácil de encontrar en una tableta o en un computador, los habitantes de las zonas rurales están en capacidad de encontrar muchas cosas que hace no mucho tiempo ni si quiera podrían saber que existían. Es así como jóvenes del campo como Yeimy buscan cada vez más estar cerca del conocimiento, no solo en temas relacionados con el campo.
Como la gran mayoría de familias en el país, los padres deben trabajar en largas jornadas, y el cuidado de los hijos es una responsabilidad de los hermanos mayores o tías y tíos que de alguna forma se convierten en sustitutos de confianza y muchas veces hasta acudientes de los menores.
También ha sido este el caso de Yeimy, pues asuntos importantes durante su época de colegio debían ser resueltos por familiares, pues sus padres trabajan durante el día.
“Usted no se va a ganar eso”
Dijo su madre a Yeimy al comienzo de su bachillerato, cuando el programa Ser pilo paga se comenzó a implementar en el país. Como muchos de nosotros, seguramente su madre no cree en las políticas de educación del Estado, pero esta pequeña estudiante de bachillerato lo asumió como un reto para poder llegar a la universidad.
El Alcalde promovió un plan de estudios para la presentación del ICFES y con mucha ilusión a pie, en moto o a dedo, asistía a las clases para lograr su objetivo; ella quería estudiar medicina, la carrera que tenía en mente para su futuro.
Finalmente, su profesor de matemáticas avisó a Yeimi que los resultados de la prueba ya estaban en línea. La larga espera había terminado, en un correo con muchos colores alcanzó a ver que era una de las opcionadas para ser parte de Ser pilo paga, su felicidad fue inmensa, lloraba y reía de la alegría; pero en su casa no había nadie, entonces llamó a su profesor a contarle y el contestó que ya lo sabía que por eso la había llamado.
Su profesor también estaba a la espera de los resultados, en el colegio esperaban tres candidatos para ser parte del programa; por fortuna dos de los tres opcionados entraron, al otro solo le faltó un punto. Así, el esfuerzo de años se había resuelto en un agradable correo.
“¡Mami, me gané la beca!”
Esas fueron las palabras de Yeimy, su mamá no lo podía creer. Al contárselo a su padre la reacción fue diferente, pues ella cuenta que él siempre estuvo seguro de que lo haría, entonces ante su felicidad no se sorprendió demasiado, la confianza en el esfuerzo y capacidades de su hija dieron el resultado esperado. Le puede interesar: Avanza la innovación, el liderazgo y la educación rural
De no haber ganado la beca o de no existir el programa Ser pilo paga, Yeimy aún tenía la oportunidad de presentarse a una universidad pública para ser estudiante de Medicina y a su vez trabajar en algún oficio debido a su alto puntaje en la prueba del ICFES; pero finalmente tomó la decisión de estudiar algo que la apasionaba aún más, Periodismo, y es así como ahora es alumna del programa de Comunicación Social-Periodismo en la Universidad Sergio Arboleda en Bogotá.
Esta, es una de las historias como seguramente habrá muchas más, donde el esfuerzo y sueños de una generación con opciones de vida cada vez más difíciles en el país se van haciendo realidad; no solo para habitantes de las zonas rurales, como este relato sobre Yeimy, sino que también lo es para estudiantes pilos de las ciudades que sueñan con lograr un mejor futuro para ellos y sus familias.
Esta historia se constituye en un llamado a candidatos y electores, para tener más en cuenta su compromiso con el país, pues la verdadera paz se logra con la educación.
Por: Nicolás Montañez. Equipo Editorial El Campesino.