Una sorpresa se llevaron muchos de los asistentes a la reunión con víctimas y victimarios del conflicto armado en el país y el Papa el pasado mes de septiembre durante su visita a Villavicencio.
Algo de lo más relevante para la prensa y los asistentes fue ver en el altar al Cristo mutilado, rescatado de la tragedia ocurrida hace ya unos años en el municipio de Bojayá en el Chocó.
Muy impactante fue ver al Papa Francisco contemplar la rescatada imagen de la iglesia destruida por los cilindros bomba mandados por las FARC, en un ataque a una población civil desarmada y asustada.
Dentro de los restos de la iglesia y pobladores de Bojayá, los sobrevivientes sacaron de los escombros la imagen casi destruida, como un símbolo de la historia trágica de este país.
Por fortuna, durante una semana, Colombia tuvo una grata experiencia de fe y tranquilidad gracias a la visita de su Santidad; peleas, rencillas, noticias tristes y política fueron relevadas a un segundo plano, donde muchos pudimos vivir una especie de tiempo de paz ideal, nunca sentido en los últimos cincuenta años.
Bojayá, el reflejo de la historia de Colombia
Bojayá y su cristo mutilado son un reflejo de la historia reciente; en una imagen se resume la violencia y dolor de los colombianos, así como un signo de esperanza a futuro ante el proceso de paz.
Una muy buena idea fue tener la representación de esa mala experiencia que aterró al país y al mundo.
Como en una película de ficción se atentó a un lugar sagrado sin ninguna contemplación donde la población desarmada se quería resguardar ante un acto de guerra e intolerancia, por fortuna actos como este llegaron a ser parte de un largo listado que hizo reflexionar sobre lo importante de lograr la tan anhelada paz.
Ya no es tiempo de mirar atrás, no creo que ninguna familia en este territorio no se haya visto afectada de alguna manera directa con el conflicto; ya sea un secuestro, un atentado, un desplazamiento forzado o una amenaza. Nos ha tocado vivir a cada uno de los cuarenta y tanto millones de habitantes del país.
Es así como una anhelada paz se logrará el día en que cada uno de nosotros pueda salir a caminar a cualquier hora y en cualquier municipio sin ningún temor a ser insultado, amenazado, atracado o asesinado por pensar de alguna u otra forma. Le puede interesar: El mural del Papa Francisco
Justamente fue eso lo que entre líneas o directamente dió el Papa en su mensaje para el acto de reconciliación, un evento en el que todo el país debió estar presente. Esta acertada reflexión la tomo de una conversación de uno de los asistentes al evento, “salir a la calle sin temor”, esa será la verdadera paz en este país y durante la visita del Papa de alguna manera fue una grata sensación que duró una semana.