El pasado domingo el país definía una de las apuestas políticas, sociales y económicas, más grandes de su historia: la refrendación del pueblo colombiano de los acuerdos de paz. Estos pondrían fin a un conflicto armado por más de 50 años, que particularmente ha afectado al Cauca con sus diferentes fenómenos de violencia. Luego de la sorprendente votación donde el ganador por un estrecho margen fue el No, en contraste el departamento del Cauca le dijo Si a la Paz en su mayoría.
Por: Gloria Amparo Quevedo, Coordinadora Educación para la Innovación-CREPIC
El departamento del Cauca, históricamente azotado por la violencia, por el conflicto armado, el desplazamiento forzado y la cultura de desarraigo circundante en los centros urbanos, manifestó ferviente el deseo de todos los caucanos y caucanas del fin de este conflicto que ha dejado secuelas dolorosas en todo su territorio y se unió al clamor del Si el pasado 2 de octubre. Todos los habitantes del territorio que de forma directa o indirecta ha padecido este flagelo, apoyaron mayoritariamente los acuerdos de paz, que se percibían como un cambio esperanzador a una realidad que no parecía tener fin.
¡Todos esperábamos con seguridad los resultados positivos de este plebiscito, que al finalizar la tarde iba carcomiendo las esperanzas, hasta escuchar que el plebiscito se había perdido, y el País democrático voto NO!
El Cauca se preparaba para ser un territorio de paz, pero ante los últimos acontecimientos la zozobra la incertidumbre y el temor regreso al pensamiento y a las acciones de muchos coterráneos.
Los comentarios no se hicieron esperar. Compañeros de trabajo y de universidad empezaron a escuchar en las zonas rurales que la guerrilla empezó a retornar a los lugares que ya había abandonado. Comentarios desesperanzadores como “No sabemos qué va pasar…” “¿Volveremos a la guerra?” mantienen en vilo a muchas poblaciones que muchos años no habían sentido vientos de tranquilidad.
Estas son las preocupaciones de este departamento, que ha aportado cientos de muertos, miles de desplazados, pérdidas económicas, altos índices de pobreza y muchos problemas sociales. Un pueblo que decidió perdonar y avanzar a pesar de su pesada historia, mientras que Colombia, sobre todo en las zonas urbanas más pobladas del país, decidieron estancar la esperanza y sueño de más de un millón de caucanos que anhelábamos esa paz estable duradera para todos y más aún para nuestros hijos.
Ahora solo queda depositar la fe en que los acuerdos van a dejar de polarizar al país. Que por primera vez la política sí va actuar en favor de los más afectados por ella, dejando atrás egos y rencores y reconciliándonos como país, primero que con las Farc. Esperamos que con este deseo el País no nos vuelva a fallar, y nos una conseguir finalmente la paz.