La palma de iraca, de lo tradicional a lo comercial

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Por: Miguel Ángel Arango – Facilitador Escuelas Digitales Campesinas Chocó

En todo el territorio chocoano y desde que la historia tiene memoria, han existido asentamientos de indígenas de tres familias: los Emberas en el sur, Emberas Dobidá en el centro y los Embera Katíos en el norte en la frontera con Panamá y Antioquia. Para estas comunidades, hace más de 50 años la palma de iraca únicamente representaba utilidad para sus quehaceres diarios y para la crianza de sus hijos pero ningún indígena pensó que esa palma podría llegar a ser el sustento de toda una comunidad.

Palma de Iraca
Foto: Universidad Nacional de Colombia

Es importante resaltar que los indígenas Embera por generaciones utilizaron la palma de iraca para hacer motetes, cunas, pepenas, paneras y muchos otros utensilios de hogar “Hasta que llego el blanco y le puso precio a todo lo que hacíamos, por eso nos pusimos a sembrar iraca y ahora ellos mismos no la quieren arrebatar”. Dijo Jose Cabrera, ex Gobernador indígena.

El proyecto de la carretera Medellín-Quibdó, hoy en día es un gran dolor de cabeza para la comunidad Embera del 21, ubicada a 45 minutos de Quibdó, quienes viven de la palma de iraca como única actividad económica, y que para su infortunio, ésta construcción les ha quitado más de 4 kilómetros de sus cultivos.

En consecuencia de lo anterior, esta comunidad indígena está seriamente afectada a nivel económico tal como lo explica Belarmino Tunay, vocero de la comunidad “Cada panera la vendemos a  40 mil, y si de un solo matojo sacamos 200 paneras, por un solo matojo destruido perdemos casi 8 millones de pesos; eso multiplíquelo por 200 matojos que perdimos por la carretera. Esta es una preocupación grandísima para la comunidad, para nosotros el problema es grave”.

Con el fin de ahondar más en el tema, el periódico El Campesino visitó la casa de José Fajardo Cabrera, un exgobernador de la comunidad indígena del rio Nuquí para preguntarle lo qué piensa de la situación de la comunidad del 21, quien sin dudar un instante afirmó, “Todo este Chóco era nuestro, llegaron nuestros hermanos negros y vivíamos en paz, pero llego el hermano blanco y esto se jodío, con carreteras para sacar el oro, el platino, la plata y nuestro oro verde, la Iraca, hoy no es posible caminar la selva como antes y así seguirá siendo. Desafortunadamente a nuestros compañeros del 21 les tocará luchar mucho para conseguir que les compensen todo el daño que les hicieron, tendrá Artesanías de Colombia que buscar acercamiento con el Gobierno Departamental y Nacional para que les ayude, teniendo en cuenta que ellos son uno de los grandes impulsores de las siembra, compra y venta de los productos resultados de la palma de iraca”.

La empresa Sonacol, responsable de la concesión de esta carretera, a pesar del daño que causan se comprometió con una comunidad de aproximadamente 157 habitantes a resarcir el daño causado pero hasta el momento no les han cumplido y lo más preocupante es que a ningún ente gubernamental parece importarle el gran problema.

No hay que olvidar que la tierra para los indígenas es vital, no hay economía, vivienda, educación, y lo peor, sin tierra los indígenas pierden la tradición y la cultura. Estas situaciones así no sean violentas, también conllevan al desplazamiento, pues el indígena trabajador del campo y de la iraca es como cualquier campesino lechero de Ubaté o Duitama, es un campesino colombiano al que se debe ayudar.

Si estos indígenas no reciben la respectiva compensación por los daños de los cultivos, no habrá quien mantenga sus familias mientras buscan otra actividad para el sustento económico.

“La iraca no es alimento pero alimenta” Jin Quinto EDC Nuquí

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