La huerta donde doña Tulia resguarda las semillas nativas

"Doña Tulia dice que nosotros deberíamos aprender a ser como las semillas de su huerta: protegernos, crecer en comunidad y ser libres", dice un aparta de este nuevo apartado del especial producido por la Fundación Artística y Cultural Cacique Tundama.

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Para lograr tener territorios libres de transgénicos es importante realizar una limpieza a los espacios destinados para la reproducción de las  semillas nativas y criollas. No se trata solo de limpiar el suelo y  acondicionarlo para sembrar. Es importante retomar las prácticas agrícolas de nuestros ancestros, tomar distancia de los alimentos y semillas que el Estado ha impuesto, dejar de utilizar los paquetes tecnológicos cargados de agrotóxicos que acaban los nutrientes del suelo; los mismos que son indispensables para producir alimentos que no reproducen sus semillas, que enferman a la gente y van en contra de los ciclos de la vida.

Doña Tulia tiene una huerta pequeña pero con una gran diversidad de semillas nativas y criollas que crecen libremente, protegiéndose las unas con las otras de plagas. Tiene sembrado tomate, lechuga, zanahoria, cebolla, acelgas, pepinos, amaranto, chía, quinua, maíz y frijol.  En alguna ocasión me dijo que las semillas son como nosotros, necesitan amor, cuidados y un buen espacio donde poder crecer y dar nuevas semillas. Dice que nosotros deberíamos aprender a ser como las semillas de su huerta. Protegernos, crecer en comunidad y ser libres.

Andrés Carreño

Ciclos de vida

La huerta es es el lugar más importante para los custodios y guardianes de semillas. Doña Tulia reproduce allí sus semillas nativas y las semillas criollas que ha intercambiado en encuentros locales, departamentales y nacionales. Éstas se adaptan al clima, al suelo y sus nutrientes producen nuevas semillas que se adecuan al territorio fácilmente. (Le puede interesar: Doña Tulia, una custodia de semillas nativas en Duitama – Boyacá)

En la huerta se manifiestan los ciclos de la vida. Allí crecen las semillas que ella ha cultivado, las que caen al suelo cuando está cosechando o cuando los pájaros se paran en sus tallos. Allí crece la vida con libertad; hay plántulas, plantas dando frutos y otras produciendo semillas que luego doña Tulia recolecta para llevarlas a su casa en donde las conserva en un lugar fresco, un canasto de fibra natural.

Doña Tulia va seguido a su huerta a quitar la yerba que está creciendo juntos a sus plantas y a trasplantar las semillas que se han convertido en plántulas que necesitan más espacio para seguir creciendo. Les echa agua, habla con ellas y con mucho cuidado recoge las semillas. Es un momento especial, lo que sembró hace unos meses, o las semillas que cayeron al suelo y siguieron su ciclo ahora se multiplicaron y son semillas para compartir e intercambiar con las personas que están interesadas en conocer más sobre la agricultura orgánica y que quieren alimentarse saludablemente.

En esta huerta no solo se está aumentando la diversidad de alimentos de la zona, se convirtió en un espacio para reproducir esta práctica que ha sido una tradición ancestral. Allí es donde Doña Tulia recrea los conocimientos y los saberes que ha aprendido durante  su vida. Es en este lugar donde se comparte, se fortalece y se vive un mensaje de revolución y libertad.

Parte 1: Doña Tulia, una custodia de semillas nativas en Duitama – Boyacá
Parte: 3: La represión contra los campesinos que defienden las semillas nativas
Parte 4: Las soluciones de los campesinos para salvaguardas las semillas nativas

Por: Fabio Andrés Hernández. Fundación Artística y Cultural Cacique Tundama.

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