Fracción del pan que hace el sacerdote seguidamente al signo de la paz, tiene un gran significado. En los orígenes del cristianismo, fracción del pan y eucaristía eran sinónimos.
Por Nicolás Sánchez Monroy
La fracción del pan es el momento que recuerda aquel pasaje del Evangelio donde, después de la crucificción, muerte y sepultura de Jesús, dos de sus discípulos, camino a una aldea llamada Emaús, van desanimados pues ya han pasado tres días y habían perdido la esperanza de que se cumpliera todo lo que les había dicho de su resurrección. Los discípulos esperaban que ese Jesús, que sabían era el Mesías, fuera un Jesús que con poder se impusiera sobre la tierra, pero un poder a la forma de los hombres. En eso se les aparece Jesús a esos discípulos, pero estos no lo reconocen; y no es sino hasta que se sientan a la mesa y Jesús parte el pan cuando se les abren los ojos y lo reconocen, sin embargo en ese momento desaparece, pero ellos convencidos de que era Él vuelven donde el resto de los discípulos a anunciarles que en verdad ha resucitado. (Cfr. Lc 24, 13 – 35)
La fracción del pan en la misa, se hace sobre el pan consagrado donde ya está presente Jesús, y es allí donde después de haber orado, encomendado y dado gracias, nos damos la paz como signo de hermandad y partiendo el pan consagrado reafirmamos su presencia ahí y se nos abren los ojos para verlo a Él y recibirlo en paz con Él y con nuestros hermanos. Durante la fracción del pan consagrado el sacerdote divide en dos partes la hostia y seguidamente hace una oración en secreto mientras agrega un pequeño trozo de esta en el cáliz con la Sangre de Cristo como signo de unión del Cuerpo y la Sangre de Cristo que se unirá también con todos aquellos que se acerquen a recibirlo, el sacerdote dice: »El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna»
Todos los fieles están invitados a estar más conscientes de este momento que en ocasiones se ve ocultado por la prolongación que hacen los fieles del gesto de la paz confundiéndose como si fuera un momento de saludo, condolencias, o agradecimientos; sin saber que desde la oración del Padre Nuestro hasta la comunión personal todo hace parte de una unidad del rito de comunión, como una preparación para recibirlo a Él en la Eucaristía: primero oramos, demostramos nuestro gesto de paz con el hermano, y en la fracción del pan lo reconocemos a él pidiéndole también el don de la paz, por eso decimos o cantamos: Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros…ten piedad de nosotros…danos la paz! Y con todos estos actos, ahora si recibirlo personalmente y unirse a Jesús Eucaristía.
»Ellos, por su parte, contaron lo sucedido por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.» (Lc 24, 35)