lunes, noviembre 4, 2024
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La escuela como entorno protector de la ruralidad en Caquetá

La Institución Educativa Rural La Rastra a lo largo de su historia, ha orientado a los estudiantes desde una pedagogía activa que responda a las necesidades del territorio. Con la llegada del proyecto Pescado para el Desarrollo, las y los jóvenes seguirán fortaleciendo conocimientos en torno a crecimiento personal y seguridad alimentaria.

La I.E.R La Rastra queda a orillas del Río Orteguaza en el municipio de Milán, de hecho su primer nombre cuando fue fundada por los padres italianos capuchinos era: Escuela Vocacional para los Colonos del Orteguaza Medio. En su escudo institucional, se busca resaltar los símbolos de la naturaleza, la ciencia y la investigación, teniendo como visión que estos elementos permitan la solución de problemas y la competitividad crítica en sus estudiantes.

Uno de los orígenes del nombre de La Rastra es que por la época de la petrolera Texas las personas sacaban la madera arrastrada en mulas, lo cual generó entre otras cosas, los caminos existentes. El puerto del caserío era donde llegaban los campesinos de diferentes partes para sacar esa madera arrastrada. De igual forma la I.E.R La Rastra es el lugar donde jóvenes de diferentes veredas y otras regiones del país llegan a formarse y capacitarse y, a su vez, aportar desde sus diversos saberes.

Desde la entrada de la institución es posible visualizar cómo se ha configurado en un laboratorio para responder a las necesidades del territorio, contando con una gran variedad de procesos productivos que van desde la ganadería, la transformación de productos lácteos, huertas, la cría de cerdos, gallinas ponedoras y lagos de peces, entre otros procesos que transversalizan la producción de conocimiento en las aulas de clase.

La llegada del proyecto Pescado para el Desarrollo de Cáritas Noruega, Cáritas Colombiana y Pastoral Social, permite diversificar el territorio en términos vocacionales, productivos y sociales. Fortaleciendo así a los jóvenes que hacen parte de esta institución educativa, pues se convierte en un espacio protector de la ruralidad, aportando a la construcción de paz y disminuyendo un poco las brechas sociales y económicas del campo. 

El proyecto llega a reforzar esta visión activa y participativa de los jóvenes en cuanto a la apropiación de herramientas que les permitan desenvolverse en sus entornos. Además de fortalecer el desarrollo rural desde las instituciones educativas, permite fomentar una economía inclusiva con los jóvenes que a la vez robustece la cohesión social de los mismos para apropiarse del territorio y tejer visiones compartidas del desarrollo económico local, mitigando los impactos negativos de las economías ilegales. 

El reto inmediato es fortalecer e integrar los propósitos del proyecto con los objetivos pedagógicos de la institución, así como de las agendas institucionales municipales y departamentales. El sentir y pensar de  la ruralidad desde las instituciones educativas como el caso de la I.E.R La Rastra, puede estar marcando una pauta importante en el futuro sostenible, la paz territorial y un buen vivir en los territorios.

 

Por:  Sebastián Ríos Buitrago. Facilitador educativo del proyecto Pescado para el Desarrollo.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

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