Es innegable el cambio que ha sufrido la educación en los últimos veinte años en nuestro país; a pesar de todos estos cambios, se siguen presentando muchos problemas en lo que respecta a la cobertura y a la calidad de la educación, sobre todo en este segundo aspecto, ya que se cuenta con grandes falencias en infraestructura educativa, en la calidad de los docentes, en material de trabajo, además de la falta de pertinencia en el pensum educativo de los establecimientos escolares ya que a los jóvenes no se les está enseñando lo que realmente necesitan saber para ganarse la vida.
A todas estas, tenemos la problemática laboral y las demandas de los docentes y directivos reclamando mejoras en sus condiciones laborales, lo que hace que constantemente se esté en cese de actividades, conllevando a que los estudiantes se vean perjudicados en sus procesos académicos.
Si bien es cierto que los docentes en Colombia no cuentan con las garantías de otros profesionales, deben buscar otros métodos para reclamar sus derechos, no perjudicando a miles de estudiantes dejándolos si clase.
También es cierto que en el país se presentan grandes abismos entre la educación impartida en las ciudades y la que se ofrece en las áreas rurales donde se notan más las falencias; es apremiante el atraso y el abandono estatal en lo que respecta a materiales, equipos, infraestructura; y ni hablar de la tecnología en lo concerniente al manejo y uso de los computadores, donde muchos niños, niñas y jóvenes escasamente los conocen.
Y ni qué decir de la conectividad, esta no existe o es impensada en muchas zonas rurales del país, pero seguimos pensando en que Colombia debe ser un país competitivo a nivel mundial y no contamos con las herramientas mínimas para que los docentes trabajen tanto en las zonas urbanas como rurales.
Además es indispensable que los docentes se fortalezcan en el manejo, en las prácticas y la motivación para utilizar las tecnologías al interior de las aulas de clase ya que muchos escasamente manipulan estos aparatos.
Es que muy grave y preocupante el retraso que presenta Colombia en cuanto a las tecnologías de la información. Figuramos como un país de analfabetas digitales, el 70% de nuestros estudiantes, están por debajo del nivel mínimo en esta materia y el 45% de los colombianos presenta una vaga noción de tecnología.
En lo que respecta a un segundo idioma, que es indispensable manejar para mejorar la competitividad del país, solo el 7% de los bachilleres que presentan anualmente las pruebas de estado, alcanzan puntaje satisfactorio en inglés.
Es por esta razón, que las autoridades educativas nacionales deben estructurar y modificar las competencias, las habilidades y los conocimientos de los estudiantes para que sean acordes con las demandas del sector productivo del país y Colombia se torne verdaderamente competitiva a nivel mundial.
En esta línea de lograr una formación más pertinente, se debe fomentar principalmente la formación técnica y tecnológica, apuntando a las tecnologías de la información y las comunicaciones, la agricultura, la minería responsable y el turismo. Con estos programas, pensaría uno que son renglones económicos viables a la situación del país.
Es que la verdadera educación conlleva al desarrollo de los pueblos y la educación en Colombia tiene un papel fundamental y será clave para que en el posconflicto se cierren las heridas de más de cincuenta años de violencia y para que los procesos de atención a las víctimas, la desmovilización, la reinserción y la reconciliación se puedan dar de manera efectiva.
Autor: Luis Fernando Moreno Gallego, Facilitador EDC – Antioquia.
Editor: Katherine Vargas Gaitán, Periodista Editora. @KatheVargasg