En África, son cada vez más las personas que ven la agroecología como una solución para alcanzar la soberanía alimentaria. En algunas localidades del país, la implementación de este tipo de cultivo ha logrado aumentar hasta un 18% los ingresos familiares y ha duplicado el número de familias que pueden comer tres platos al día. Un caso de éxito se ha dado en Beo-Neere, en Burkina Faso.
“Lo que es seguro es que la población crece, el suelo se degrada y la biodiversidad disminuye muy rápido. La agroecología es la única agricultura que permite un desarrollo sostenible dentro del continente africano. Todavía no hay mucho apoyo político, pero la sociedad civil está cada vez más organizada”, afirma Alice Rouault, coordinadora de Terre y Humanisme.
Esta es una organización francesa con sede en Burkina Faso que se encarga de promover la agroecología en África mediante la formación y el apoyo logístico, financiero e institucional a pequeñas organizaciones locales. Una de ellas es Beo-Neere, una granja escuela situada a pocos kilómetros de Ouagadougou, la capital burkinesa. En la imagen, una mujer cultiva vegetales en uno de los huertos de la granja.
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Uno de los objetivos de la agroecología es promover y conservar la biodiversidad. Según la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), se estima una pérdida en la biodiversidad del planeta de entre un 38% y un 46% antes de 2050.
En Beo-Neere se cultivan gran variedad de frutas y hortalizas como tomates, lechugas, zanahorias o ajenjo, planta que se usa localmente para combatir la malaria. Con estos modelos de cultivo, los agricultores afrontan mejor los efectos del cambio climático, las plagas y las enfermedades. Si un agricultor cultiva una amplia variedad de frutas y hortalizas, puede hacer frente a la subida o bajada del precio de un producto en el mercado sin que esta le lleve a la quiebra.
Varias veces a la semana, Beo-Neere distribuye a tres mercados ecológicos de la capital burkinesa. «En Ouagadougou hay más demanda de productos ecológicos que producción. Hay actores que piden cantidades grandes y uno de los objetivos es darles servicio. Actualmente, las cantidades que produce cada granja son pequeñas, pero la creación de cooperativas y la colaboración entre los diferentes eco-agricultores de la región está empezando a suplir estas demandas», firma Alice Rouault, coordinadora de Terre y Humanisme en Burkina Faso.
Según un informe realizado por Greenpeace Africa, en ciertos países africanos como Kenia la implementación de prácticas de la agricultura ecológica permiten a los lugareños ganar el triple que mediante el uso de sustancias agroquímicas.
Souleymane Belemgengre, director de la granja escuela Beo-Neere, afirma que la agroecología es la agricultura del futuro. «Cuida de los suelos, protege el medioambiente y nos da independencia». Souleymane llevaba toda la vida trabajando en la agricultura convencional. Tras recibir formación por parte de Terre y Humanisme, decidió empezar a cultivar de manera ecológica.
Casos como el de este hombre son cada vez más frecuentes en el continente africano. Entre 2014 y 2017, el porcentaje de tierras cultivadas de manera ecológica en África creció un 33,5% según un informe presentado por IFOAM, una organización paraguas de comida orgánica presente en más de 120 países.
Aula de la granja escuela Beo-Neere es el lugar donde se imparten cursos de formación sobre agroecología, en 2017, más de 700 personas provenientes de diferentes países de la región se formaron en este centro. La formación en agricultura ecológica en el continente africano es uno de los mejores medios para luchar contra la inseguridad alimentaria.
Souleymane Belemgengre visita la granja de Sana, un antiguo alumno de Beo-Neere. Sana estuvo varios veranos trabajando en Ibiza para poder comprar el terreno donde está construyendo su negocio. “Creo que el año que viene no volveré a España, me voy a centrar en la granja porque me permite alimentar a mi familia y obtener unos pequeños ingresos para pagar médicos o cualquier otro imprevisto”.
Cada vez más foros y grupos de trabajo abogan por la formación y transformación de estructuras de poder a través de la agroecología, así lo recoge la Declaración del Foro Internacional de Agroecología que tuvo lugar en Mali en 2015: “La agroecología es un asunto político, necesita que cambiemos y transformemos las estructuras de poder social. Debemos poner las semillas, biodiversidad, suelo, territorios, agua, conocimiento, cultura y comedores en las manos de la gente que alimenta al mundo”.
La agricultura ecológica trata el suelo como si fuese un ser vivo, fomentando su fertilidad y biodiversidad
Fertilizante ecológico EM (microorganismos efectivos) realizado con productos procedentes de la granja. “Los suelos están degradados, y el uso de fertilizantes ecológicos ayuda a la recuperación de éstos”, comenta Souleymane Belemgengre, director de la granja escuela Beo-Neere. Él aprendió a fabricar EM durante un intercambio de formación en Cuba al que asistió gracias a Terre y Humanisme.
La mayoría del agua que se emplea en Beo-Neere procede del subsuelo. Los nitratos procedentes de la actividad agrícola son el contaminante más común de los acuíferos subterráneos, avisa el informe ‘Más gente, más alimentos, ¿peor agua?’, un examen mundial de la contaminación del agua causada por los cultivos, realizado por la FAO y el Instituto Internacional para el Manejo del Agua. La agroecología promueve un uso eficiente del agua, su protección y conservación, puesto que ya ésta es esencial para la preservación biológica y el mantenimiento de los suelos.
Para combatir la seguridad alimentaria, no solo es necesaria una alta producción, el acceso a la tecnología para producirla juega también un papel importante. “Nosotros producimos nuestras propias semillas, si tú cultivas OGM (organismos genéticamente modificados), al año siguiente tienes que volver a comprar las semillas, las plantas son estériles, y cada vez pagas más. La agroecología hace que podamos ser más independientes”, afirma Souleymane Belemgengre.
En Beo-Neere hay una división de tareas. Ivete es la encargada de la comercialización. En África, donde la mayoría de agricultura es a pequeña escala, la formación financiera de pequeños agricultores es esencial, como comenta Alice Rouault, coordinadora de Terre y Humanisme en Burkina Faso: “les damos formación financiera para que aprendan a comercializar los productos. La idea es que sean totalmente independientes económicamente en el futuro, la formación de pequeños agricultores es esencial para su independencia”.
Awa, empleada de Beo-Neere, trabaja en el campo. La agroecología provee un escenario donde las voces y el conocimiento de las mujeres puede ser expresado, aportándoles una independencia económica. A menudo, las mujeres desempeñan un papel importante en la protección de la biodiversidad. En Sierra Leona, por ejemplo, diversos estudios demostraron que mujeres fueron capaces de nombrar cuatro veces más tipos de árboles que hombres.
Sin embargo, no solo es importante reconocer la contribución de la mujer en la biodiversidad, sino también en aspectos como la seguridad alimentaria y la nutrición. “Debemos reconocer y aprovechar mejor la contribución fundamental de las mujeres a la seguridad alimentaria y la nutrición. Para ello, tenemos que cerrar brechas de género persistentes en la agricultura en África” afirma Graziano da Silva, Director General de la FAO.
Retrato de parte del equipo de Beo-Neere, a los que se unen estudiantes en prácticas de diferentes países de la región a lo largo del año. En África, donde más del 60% de la población se dedica al cultivo, el surgimiento de instituciones que fortalezcan y apoyen redes regionales es esencial para garantizar la seguridad alimentaria y un desarrollo sostenible en el continente.
Fuente: Agroalimentando.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.